Una jirafa en Copenhague
Novedades bibliográficasEl sello de la ira
Omar Jerez
Recientemente he leído una obra, que aún no se encuentra publicada, llamada El sello de la ira del autor Jordi Matamoros.
Lo qué cuenta, cómo lo cuenta y el desarrollo narrativo que impregna en sus páginas, resulta escalofriante.
Este será el prólogo de una obra que, pronostico, será llevada a la gran pantalla.
Jordi Matamoros describe la guerra como los grandes historiadores; pero jamás ha empuñado un arma con sus manos.
Jordi Matamororos disecciona como si de un neurocirujano se tratara los poderes fácticos; pero su obra y su persona son incorruptibles.
Jordi Matamoros narra el origen del mal de manera escalofriante; pero con la intención de dar un disparo al despertar de la consciencia colectiva.
Posiblemente, El sello de la ira sea una de las obras más estentóreas que haya leído en décadas; tiene la habilidad de generar altas dosis de cortisol con las que te revienta a hostias, literalmente, página tras página.
El fascismo, el Vaticano, las sociedades secretas y el nuevo orden mundial quedan expuestos en su vitrina de cristal por su ignominia y su falta de escrúpulos.
El personaje central de El sello de la ira, Emet, se muestra como un antihéroe de emociones pétreas, todo ello acontecido por una demoledora infancia, donde campan a sus anchas la barbarie, el suplicio y lo inhumano ejerciendo el derecho de pernada.
Sin embargo Jordi Matamoros, en un ejercicio de malabarismo literario, consigue hilvanar a un Emet adulto que narrará en presente las adversidades de su pasado; un pasado de una terrible niñez donde se ve obligado, paulatinamente, a metamorfosearse en una especie de alter ego religioso con sed de venganza como credo, y coexistir en la no compasión con sus semejantes como un ejercicio de supervivencia.
Todo niño de base nace en la inocencia, pero las circunstancias hacen que el Emet niño y el Emet adulto no tengan tiempo para remilgos burgueses, su objetivo, democratizar en un juramento de voto un sentimiento llamado ira.
El sello de la ira se desarrolla en tres actos shakesperianos, donde la venganza, la ausencia de amor, la memoria, la ira, la desazón o la falta de respuestas a preguntas no contestadas, llevan a Jordi Matamoros a patentar un imaginario propio y reconocible, impeliendo al lector en contra de su voluntad a un desfile de funambulismo narrativo.
Es posible que El sello de la ira rezume a best seller, pero no por ello deja de lado su complejidad temática, que le traslada por defecto a afiliarse al llamado autor de culto; en esa hibridación los lectores más puristas podrán descubrir una pirotecnia de géneros como la fantasía, la mitología, la distopía, la aventura, el suspense, el drama, el bélico e incluso el costumbrismo, harán que este trabajo capital quede en la asamblea de emociones en do sostenido.
¿Será el personaje Emet un punto de inflexión en los lectores para salir de la matrix?
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