España - Andalucía
... a Pascua
Pedro Coco
Y justo ocho días después de cerrar la sala al público por la intensa Semana Santa sevillana, la Orquesta Joven de Andalucía volvía al escenario del Maestranza en lo que también se ha convertido en tradición: el concierto de Pascua que esta vez proponía un programa singular, conjugando un estreno absoluto con un absoluto monumento de la historia de la música del siglo XX.
El compositor y pianista está ligado académicamente a Sevilla como lo ha estado profesional y afectivamente su padre, , figura clave en la difusión del jazz en la ciudad. Ahora el hijo homenajea con De paz interna —un concierto para saxofón y orquesta en cuatro movimientos— al instrumento con el que su padre tanto ha brillado, eligiéndose de plataforma de difusión el Teatro Villamarta de Jerez y el Maestranza de Sevilla en días consecutivos.
La pieza lleva al oyente al sinfonismo del otro lado del Atlántico, y suenan ecos de Copland o Gershwin que se mezclan con ritmos más meridionales y populares de la cultura afroamericana. El saxofonista elegido, , mostró desde el inicio una total compenetración con la escritura de Salim, y el virtuosismo, la elegancia y la precisión estuvieron presentes desde el inicio de una pieza nada sencilla para el solista. Por su parte, la OJA, visiblemente implicada en la ejecución, disfrutó en cada uno de sus movimientos con sonido empastado y un discurso cromático variado.
Y en una temporada en que la Sinfónica de Sevilla se nos presenta muy mahleriana —se esperan en poco tiempo interpretaciones de la tercera, séptima y adagio de la décima, y se pudo disfrutar ya en otoño la colosal quinta sinfonía— resultó muy acertado, no sabemos si por casualidad, regalar la versión menos frecuentada de La canción de la tierra: atendiendo a la indicación del compositor, se optó por convocar a tenor y a barítono en lugar de hacerse con el tándem más habitual, voz grave femenina y tenor.
La lectura controlada, matizada y detallista de Álvaro casó con la sensibilidad de , barítono que conoce bien el matiz del lied y traslada todos los colores de la partitura a las canciones más etéreas. El arrojo de quedó patente, de otro lado, desde la primera canción de la obra, y con un instrumento que no se resiente en la zona más aguda supo imponerse al denso sonido que le envolvía; además, el timbre parece muy adecuado para este repertorio. Y de nuevo la Orquesta Joven de Andalucía salió airosa, esta vez de una exigente prueba mahleriana en la que cada sección mostró homogeneidad y brillantez, entrega y buen hacer.
Cantera existe, y las jornadas formativas previas a los conciertos parece que dan —¡y cómo!— su fruto. El proyecto con la OJA debe por tanto continuar, y esperemos que dispongan siempre de los recursos necesarios. Se lo merecen ellos y se lo merece el público fiel que sigue apoyándolos y apreciándolos.
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