España - Galicia
La semana de la trompeta
Maruxa Baliñas
Más de dos semanas en realidad durará la estancia de Pacho Flores en A Coruña, puesto que el próximo martes 18 de abril la Sociedad Filarmónica de A Coruña, en colaboración con la Sinfónica de Galicia, celebrará una "Carta blanca a Pacho Flores", un concierto de cámara donde Pacho Flores tocará algunas -o muchas- de sus trompetas acompañado de Pingüino González a la guitarra y cuatro venezolano.
Se cerrará así una estancia que comenzó precisamente con el "Encuentro de Semana Santa de la Orquesta Joven de la OSG" cuyo concierto final comentaremos aquí, y que contó también con un concierto de la 'orquesta grande', o sea la Sinfónica de Galicia, los pasados 13 y 14 de abril (en Ferrol y A Coruña respectivamente), que incluyó el estreno absoluto [encargo conjunto de la OSG, Royal Liverpool Philharmonic, Orquesta Sinfónica de Minería, New World Symphony y San Diego Symphony] de Altar de Bronce, concierto para trompeta y orquesta de Gabriela Ortiz (Ciudad de México, 1964).
Lamentablemente no pude asistir a este concierto, aunque sí al ensayo general, acompañada de casi ochenta alumnos adolescentes, por lo que escuché la obra 'a medias'. A 'primera audición', Altar de Bronce me pareció muy buena y a mis alumnos -que son exigentes incluso con los grandes clásicos- les gustó mucho y volvieron en el autobús marcando los ritmos escuchados ... por lo menos hasta que les riñó el conductor.
Para el encuentro de la orquesta joven se seleccionó un clásico muy clásico, la Cuarta sinfonía de Chaicovski, y dos obras muy recientes, el Concierto de Otoño para trompeta y orquesta (2018) de Arturo Márquez, y Albares, concierto para fliscorno y orquesta (2022) de Pacho Flores. Buena elección, puesto que se podía contar con el trompetista que estrenó ambas y que además es el compositor de la segunda de ellas.
Los resultados fueron muy buenos y el concierto transcurrió en medio del evidente contento de instrumentistas y director, que sonaron relajados, disfrutando, y al mismo tiempo muy conscientes de lo que estaban haciendo; aunque técnicamente la orquesta me gustó menos que en otras ocasiones, llevaba sin oírla desde antes del confinamiento y seguramente de los miembros de entonces no queda casi ninguno. No creo que sea el momento de lamentarse de cómo ha afectado el confinamiento del COVID a los jóvenes músicos, que vieron afectado su desarrollo personal y profesional en un momento que suele ser decisivo para ellos. Para los adultos quizá dos años no son tanto, pero para un adolescente son un mundo entero y la continuidad resulta fundamental. Sospecho que entre los numerosísimos encuentros musicales de estos días de Semana Santa (da la impresión de que todas las orquestas juveniles, por lo menos las españolas, se juntaron en estos días) esta misma sensación se habrá repetido entre muchos de sus responsables y el público que las sigue.
Por ello la responsabilidad de Pacho Flores, y sobre todo de Hernández-Silva ha sido aún mayor. En buena medida ambos enlazaron con lo que ya es tradición en la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia desde aquellos lejanos tiempos en que la dirigía regularmente Alberto Zedda: la musicalidad es lo que debe prevalecer, no importan los detalles individuales -incluso los posibles errores- sino el conjunto.
Escuchándoles tocar la Cuarta sinfonía de Chaicovski nadie supondría que eran 'novatos'. Hernández Silva planteó una versión romántica, apasionada, con mucho pathos tal como los rusos entienden este término, especialmente en los dos últimos movimientos. Si en los dos conciertos para trompeta / fliscorno que ocuparon la primera parte hubo algunos errores menores, incluso a veces cierta rigidez en el acompañamiento, en la Cuarta de Chaicovski sólo hubo lucimiento por parte de los jóvenes profesores y así lo reconoció el público, que los aplaudió entusiastamente al terminar y aún más a medida que Hernández-Silva los hacía saludar individualmente o en pequeños grupos.
También Hernández-Silva recibió abundantes aplausos y aún más -junto a cierto grado de emoción- cuando nos contó su admiración por la orquesta joven y nos recordó el tremendo privilegio que es poder contar con ellos. A veces, teniéndolos tan cerca, nos podemos olvidar del maravilloso proyecto que es una orquesta joven, cuánto trabajo cuesta construirla y mantenerla, y qué orgullosos debemos estar de ellos. Y escuchando esa Cuarta sinfonía sólo es sano orgullo lo que podemos sentir.
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