España - Madrid

Geopolítica en la Guerra Fría. La Pasión de Penderecki

Xoán M. Carreira
jueves, 20 de abril de 2023
Marzena Diakun © 2020 by Łukasz Giza Marzena Diakun © 2020 by Łukasz Giza
Madrid, martes, 4 de abril de 2023. Auditorio Nacional. 'Pasión según San Lucas' de Krzysztof Penderecki. Olga Pasiecznik, soprano; Mariusz Godlewski, barítono; Łukasz Jakobski, bajo; y Krzysztof Gosztyła, recitador. Coro de la Radio Polaca (Maria Piotrowska-Bogalecka, directora). Jóvenes Cantoras de la JORCAM (Ana González, directora). Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (Josep Vila i Casañas, director de Coro). Marzena Diakun, directora.
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Apenas Maruxa Baliñas y yo nos enteramos de que la ORCAM había programado la Pasión según San Lucas (Münster: Catedral de San Pablo, 30 de marzo de 1966) de Krzysztof Penderecki, compré ya billetes de tren y hotel para asistir al estreno español de una obra que desde hace más de cincuenta años se ha escuchado en España fragmentariamente, sea en forma de selecciones más o menos amplias, o sea en forma de números aislados ... e incluso bajo la firma de Manuel Angulo con el título Loores del Ave María (obra encargo de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, 1973), el más grave y más conocido de los plagios parciales de la Pasión según San Lucas por diversos compositores institucionales de la época franquista. 

Ni Maruxa ni yo habíamos tenido ocasión de escuchar en concierto la Passio et Mors Domini Nostri Jesu Christi Secundum Lucam, una obra imponente no solo desde la perspectiva técnica o filológica sino sobre todo como uno de los monumentos de la música política occidental. Sentía una enorme curiosidad por experimentar cuánto y cómo había envejecido una obra magistral vinculada a un tiempo y una situación histórica tan complejos. 

El principal aliciente para mi era escuchar la Pasión según San Lucas cantada por el Coro de la Radio Polaca, creadores y continuadores de la tradición interpretativa de esta obra, bajo la dirección de una directora, Marzena Diakun (Koszalin, Polonia, 1981), educada dentro de esta tradición cuando la Pasión de Penderecki formaba ya parte del canon. 

Desde ahora anuncio que disfruté enormemente de una interpretación de enorme competencia, sensibilidad y comunicatividad, al igual que la disfrutó el público asistente, que prodigó sus ovaciones durante largo rato y sus elogios hasta más allá de las puertas del Auditorio Nacional (incluso en el autobús de regreso a casa). Felicidades pues a los coros, a la ORCAM, a los solistas y a Diakun. 

Pieza enlazada

La Pasión según San Lucas fue concebida y producida en tiempos convulsos -conflictos raciales en EEUU (1955-68), erección del Muro de Berlín (1961), crisis de los misiles (1962), Concilio Vaticano II (1962-65)- y estrenada poco antes de la Primavera de Praga (1968). Es contemporánea del Requiem (1963-65) de György Ligeti que es una respuesta alucinada a las circunstancias políticas y geoestratégicas del momento. Un Requiem cuyas estrategias compositivas y cuyos intereses estéticos y productivos son muy diversos de los de Penderecki. 

En el Concilio Vaticano II la música fue objeto de atención relevante en las sesiones sobre liturgia, y estas a su vez adquirieron una enorme importancia dado que la nueva liturgia se convirtió en el paisaje de las reformas conciliares. 

Penderecki era profundamente católico como individuo y como artista. Todo parece indicar que encontró en las nuevas instrucciones conciliares grandes oportunidades estéticas y profesionales para alcanzar un puesto destacado como compositor del Vaticano, lo cual implicaba automáticamente una posición social destacada en un país tan religioso como Polonia. No fue el único que tuvo este sueño, por ejemplo en España lo compartieron Cristóbal Halffter y el Padre Miguel Alonso, quienes contaban con poderosos apoyos institucionales del régimen franquista.  

Pero estas ambiciones se vieron desbaratadas por el ecumenismo que impuso sus propias reglas a la práctica litúrgica en general y a la música en particular. El sueño de una recuperación de una música litúrgica pomposa y retórica, incluso heráldica, se borró del horizonte y el mito de Palestrina salvando la música (y a la Iglesia) durante el Concilio de Trento se desvaneció como una bruma matinal. 

Por una parte florecieron misas inspiradas en la música popular urbana, algunas de ellas magistrales como la Misa (1971) de Bernstein o la Misa criolla (1964) de Ariel Ramírez. El régimen de Franco creó su propia versión light del mito palestriniano con la creación de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, la cual realizó numerosos encargos destinados a devolver a la música española la gloria que había adquirido precisamente en Roma en la época de Trento. 

En paralelo a estas misas y otras grandes obras litúrgicas, entre las cuales se cuenta la Pasión según San Lucas, la producción musical postvaticana centró su atención en la creación de un repertorio en lengua romance, basado en el ordinario de la misa (por ejemplo la exitosa Misa del Frente de Juventudes de Cristóbal Halffter), el Salterio, la traducción de espirituales negros e incluso de canciones pop. 

Con ocasión del estreno español de la Pasión según San Lucas de Penderecki se han escrito y publicado abundantes artículos de tono hiperbólico que, incluso, han llegado a comparar la maestría y relevancia de esta obra con la Pasión según San Mateo de Bach: dislates que no merecen mayor comentario pues es obvio que la repercusión de las Pasiones bachianas ha sido y es mayor que la de Penderecki; aunque todas ellas sean construcciones políticas no es menos cierto que la capacidad propagandística alemana ha sido y es muy superior a la polaca. 

La Pasión según San Lucas reúne sobrados méritos para ser considerada una obra maestra, incluso teniendo en cuenta que las variables que más llamaron la atención en su estreno hoy nos parecen casi ingenuas: la abundancia de onomatopeyas próximas a las de las BSO de cine de terror; las imitaciones instrumentales de la música electrónica, incluyendo la característica 'suciedad' del sonido de las válvulas; los pasajes atonales, politonales o de suspensión tonal; la hipertrofia de la orquestación tomada en préstamo de las grandes epopeyas norteamericanas, alternada bruscamente con sutiles pasajes camerísticos; el expresionismo de la escritura vocal; etc. 

Esta es la mejor prueba del talento y el oficio de Penderecki: sea a pesar de estas ingenuidades o quizás como consecuencia de su uso constante, la Pasión según San Lucas mantiene casi intacta su emotividad, su inmediatez, su fuerza abrumadora y, sobre todo, su sentido del decoro. 

Y como antes adelanté, el enorme efectivo dirigido por Marzena Diakun consiguió hacernos disfrutar de una obra pujante y llena de vida, que nos ofreció una panoplia de evocaciones y sensaciones casi olvidadas, al menos a los que peinamos canas (o ya ni eso tenemos). 

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