España - Castilla y León

Desgranar el programa

Samuel González Casado
viernes, 28 de abril de 2023
Boris Giltburg © by Sasha Gusov Boris Giltburg © by Sasha Gusov
Valladolid, jueves, 20 de abril de 2023. Centro Cultural Miguel Delibes. Sala Sinfónica Jesús López Cobos. Orquesta Sinfónica de la BBC. Boris Giltburg, piano. Sakari Oramo, director. Sergei Rajmáninov: Concierto para piano n.º 3 en re menor, op. 30. John Foulds: April-England, op. 48 n.º 1. Jan Sibelius: Sinfonía n.º 5 en mi bemol mayor, op. 82. Ocupación: 45 %.
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Tercer y último concierto en CCMD de la La Filarmónica, que ofreció un programa muy apetitoso llevado a los atriles de forma no perfecta pero con un resultado general notable. Esto suele ocurrir en los conciertos de esta institución privada, y es de agradecer que Valladolid haya tenido la oportunidad de disfrutarlos, pese al recurrente punto negativo de las insignificantes notas al programa, en las que habitualmente no existe la RAE, las reglas de redacción, el estilo o en general el respeto al que acude al auditorio y emplea su tiempo en esa lectura.

En cuanto a la interpretación en sí y para empezar, es estupendo que existan pianistas que sean capaces de afrontar el Concierto para piano n.º 3 de Rajmáninov desde una perspectiva netamente musical, en la que el fraseo es el protagonista y la parte virtuosística se reserva  para lo necesario (que sigue siendo mucho). Esto no siempre funcionó en relación al conjunto, porque la orquesta se impuso sobre el solista en múltiples ocasiones, sobre todo en un primer movimiento donde los conceptos no terminaron de ajustarse: Giltburg estaba en su particular y debussyano mundo y Sakari Oramo hacía encaje de bolillos de forma lenitiva para decidir cuándo respetaba al pianista y cuándo respetaba a la orquesta. Hubo también falta de adaptación a la acústica del recinto, demasiado reverberante quizás por el escaso público, con momentos confusos y fortes abruptos, lo cual se apreciaría también en la alegre obra de John Foulds.

Giltburg, que posee un estilo y una técnica de brazo particulares, pierde prestancia en los momentos de mayor volumen, cuando suena con poca libertad y usa el pedal de manera que el sonido no siempre es tan redondo o elaborado como en las partes cantabile o cuando se dedica a resaltar las medias voces. Un ejemplo estuvo en la cadencia del primer movimiento, donde la progresión dinámica solo se consiguió con algunos sacrificios. 

Es evidente que todo en esta versión (la más lenta que he escuchado en directo) estaba pensado para sacar el máximo partido a los puntos fuertes de Giltburg. Desde esta premisa, por supuesto el segundo movimiento funcionó muy bien, más cómodo el solista para desplegar sus capacidades y más relajada la orquesta. El Finale, con todo mejor ajustado y el pianista lanzado, también transcurrió de forma más satisfactoria que el Allegro, y así el público terminó con buena sensación que tradujo en bravos.

La Quinta de Sibelius fue un logro difícil de olvidar. Oramo es capaz de combinar gran cantidad de ideas y casarlas todas con mucha personalidad. Por ejemplo, extrema los tempi y las dinámicas muy hábilmente (más que habilidad es una especie de elección meditada), de tal manera que jamás hay transiciones abruptas, y siempre los justifica estructuralmente, lo cual en Sibelius tiene su dificultad. No renuncia a la épica, que supone un premio a las elaboradísimas digestiones temáticas, en una explosión controlada por la calibración de la fórmula tímbrica.

Así, el primer movimiento transcurrió en gran parte paladeado con gusto y mucha naturalidad, como si todo se fuera formando desde un proceso interno. La tensión surgió desde detalles sutiles y magistrales, y la aparición del tema principal fue tan potente como evocadora. Las variaciones del Andante se desgranaron con encanto y transparencia. La cuerda aguda de la Sinfónica de la BBC, que no es lo mejor que tiene, se mostró más que solvente. Y el tercer movimiento fue espectacular, con todo el mundo on fire y convencido de que se estaba haciendo algo grande e incluso verdadero.

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