Una jirafa en Copenhague

David Heras y el impulso malabarista de explorar

Omar Jerez
miércoles, 26 de abril de 2023
David Heras © 2023 by David Heras David Heras © 2023 by David Heras
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David Heras según Omar Jerez

Siempre he observado a David Heras como un funambulista que explora el precipicio de la creatividad, ya sea en la pintura, la instalación, la música, el foco periodístico, el diseño gráfico o la gastronomía.

David Heras tiene claro que la existencia es una, pero la creación en nuestra especie es inabarcable, y no está dispuesto a renunciar a sumergirse en otras esferas.

Siempre está predispuesto, como un arqueólogo de las emociones, a sacar diamantes en todos los campos que le sean posibles hasta el agotamiento; David es una mente inquieta que olfatea donde haga falta.

Cada vez que veo a David Heras debo preguntarle en que está metido, porque siempre está en un nueva laboratorio de hallazgos científicos.

¿Pero sabéis qué es lo que más me gusta de David Heras?

Evidentemente, a parte de su creatividad en todo su conjunto, es su inmensa generosidad.

Es un tipo empático y con una calidad humana que le convierte en una rareza arqueológica del comportamiento humano primitivo.

David Heras según Zara Zambrano

Desde los inicios de su trayectoria, podría afirmarse que David Heras Verde ha experimentado una profunda obsesión por el color, por sus problemáticas intrínsecas y su relación con el soporte que, sin embargo, ha logrado ir transformando en elocuentes imágenes y experiencias artísticas. En sus últimos trabajos, pertenecientes a la serie Determinismo, Caos, Azar e Incertidumbre, DECAIN, el artista mezcla su vertiente tecnológica con el viejo oficio: la pintura pura.

Con vagos ecos del expresionismo norteamericano y de la abstracción española más lírica, hay en estas piezas una aparente supremacía del color, tonalidades que han sido distribuidas por las telas bajo soluciones buscadas y por medio de múltiples técnicas, pero sin tener nunca el control absoluto, más bien provocando azarosos encuentros, caprichosas fusiones e irrepetibles convivencias.

La composición está dominada solo en apariencia por los vívidos colores, los componentes formales esenciales de estos trabajos se relacionan con las cualidades primarias de la materia, de las texturas y los volúmenes, se elevan a sutiles accidentes estéticos. Todos estos aspectos sirven para subrayar la idea central que no es otra que la fuerza del gesto, el valor del temperamento. Son obras en las que a Heras le interesa más el proceso que el resultado final.

La gestualidad de estas fuerzas recónditas se sirve de una paleta también en evolución, que exprime las posibilidades de las combinaciones, a veces fluidas, armónicas, más sutiles, otras más bien agresivas, interrumpidas por sugestivos contrastes. En todo caso, propuestas vitalistas lanzadas desde una reivindicación firme del presente que nos trasladan a experiencias plásticas muy intensas donde, como afirma el artista, surgen nuevas preguntas y también algunas respuestas en esta suerte de exaltación visceral de las complejas relaciones artísticas y vitales.

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