Alemania

La visita de Midori a la casa natal de Beethoven

Juan Carlos Tellechea
viernes, 2 de junio de 2023
Midori © 2022 by Timothy Greenfield-Sanders Midori © 2022 by Timothy Greenfield-Sanders
Bonn, jueves, 25 de mayo de 2023. Gran sala de música de cámara de la Beethovenhaus de Bonn. Solista: Midori (violín). Johann Sebastian Bach, Sonata nº2 para violín solo en la menor BWV 1003, Sonata nº 3 para violín solo en do mayor BWV 1005, Partita nº 2 para violín solo en re menor BWV 1004. Thierry Escaich (*1965), Nun Komm (Ven ahora) para violín solo (2001). John Zorn (*1953). Passagen (Pasajes) para violín solo (2011). Bis: Johann Sebastian Bach, Preludio de la Partita nº 3 en mi mayor para violín solo BWV 1006. Organizador Beethovenhaus Bonn en colaboración con la Sociedad Germano-Japonesa de Bonn. 100% del aforo.
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Prometía ser una velada inolvidable y así lo fue: Midori se presentó este jueves en la casa natal de Ludwig van Beethoven, en Bonn, y ofreció un impresionante y memorable concierto. Obras de Johann Sebastian Bach, Thierry Escaich y John Zorn vibraron magnificentes en la gran sala de música de cámara de la Beethovenhaus. Ella sola, en medio del hemiciclo abarrotado de público, impartió cátedra sobre cómo interpretar los intrincados conceptos contrapuntísticos de Bach con un instrumento de cuatro cuerdas, su maravilloso violín Guarneri del Gesù (''ex-Hubermann'') de 1734, que todo lo puede.

Midori, venerada ya como una leyenda viviente de la música clásica, artista visionaria, humanista, activista, Embajadora por la paz de Naciones Unidas, y pedagoga, está celebrando el 40º aniversario de su triunfal carrera sobre los escenarios con una gira por Estados Unidos y Europa. Debutó en la Nochevieja de 1982, a los 11 años de edad, con la Orquesta Filarmónica de Nueva York dirigida por Zubin Mehta, y hasta el día de hoy no ha parado de embelesar a espectadores y oyentes por la profundidad de sus interpretaciones.

Jóvenes de Afganistán

Una de sus más grandes tareas es la educación, objetivo que cumple ella misma personalmente o a través de diversas organizaciones que ha creado a lo largo de estas décadas. Ahora venía de Portugal, donde había trabajado en el conservatorio de Braga con jóvenes refugiadas y refugiados de Afganistán que lograron huir a tiempo (vía Qatar) de la barbarie del Talibán.

La operación de rescate fue organizada por el etnomusicólogo afgano-australiano Ahmad Naser Sarmast, director del Instituto Nacional de Música de Afganistán (ANIM) y fundador de la orquesta femenina Zohra, antes de que las hordas de talibanes tomaran Kabul en agosto de 2021. En Portugal, Sarmast encontró asilo para su instituto, la orquesta asociada Zohra y la Orquesta Juvenil Afgana de Braga, con el apoyo del gobierno de Lisboa. La ANIM está desde entonces afiliada al conservatorio bracarense.

En la Beethovenhaus

La figura de Midori crece enormemente sobre el parqué de la sala, aportando precisión, rigor, vida, alegría y optimismo en este concierto con la Sonata nº 2, en la menor, BWV 1003 (ca. 1716), la Sonata nº 3 en do mayor BWV 1005 (1717 - 1720), la Partita nº 2 en re menor BWV 1004 (1717 – 1720), y en los bises, con el Preludio de la Partita nº3 en mi mayor BWV 1006; así como con Nun Komm (Ven ahora, 2001), de Thierry Escaich (*1965), y Passagen (Pasajes, 2011), de John Zorn (*1953). También aquí han acudido a la cita estudiantes y profesores de música sentados entre el público.

A través de Bach la violinista cuenta su propia historia, con sus altos y bajos, con los diferentes momentos de felicidad y de tristeza que experimentara a lo largo de sus 51 años. Las Sonatas y Partitas son parte integrante de su vida musical y la acompañan desde su primera audición en 1981. Constituyen por lo tanto un estudio y una pasión que han abarcado toda la biografía de Midori hasta hoy. El gusto barroco de Bach deja a la solista un amplio abanico de opciones dinámicas, interpretativas y coloristas.

Es un íntimo sentimiento casi milagroso el que la embarga. Bach fue su comienzo y representa su pasión por el instrumento. La intensidad y la palpitante precisión en los pasajes más virtuosísticos, así como en los más sombríos subyugan de inmediato a la platea. La amplitud del estados de ánimo, especialmente en la Sonata nº2 (y el apasionado Grave) y en la Sonata nº 3, con su cambiante colorido, exhalan un gozo interior muy diáfano y puro.

Sentirse rodeada

Otro tanto ocurre en el Preludio de la Partita nº 3 (la última de la colección de Bach), muy bella y emocionalmente envolvente; un ritmo animado de traviesa vitalidad que permite al arco girar sobre las cuerdas, como una bailarina cuando suelta la expresividad integral de su cuerpo, danzando sin puntas. A Midori le encanta verse rodeada por la música que ella misma va produciendo.

En el universo violinístico para solistas, las sonatas de Bach derivan en forma y carácter de la antigua sonata eclesiástica, que demanda cierta sobriedad y rigor intelectual. Las partitas, en cambio, son música más animada, más festiva (allemandes, sarabandes, gigues, que evocan más a los bailes que a los templos religiosos).

Así que las partitas son más ligeras, hasta que dejan de serlo. La Partita nº 2 en re menor, con la que Midori cerró el programa del jueves, baila agradablemente a través de cuatro movimientos estereotipados, y luego se cierra con una chacona, una danza lenta en triple métrica, con variaciones. Sin embargo, describirla de esta manera sería como llamar a la catedral de Colonia la iglesia del barrio (aunque también la es ella para quienes viven en su entorno). Más larga que los otros cuatro movimientos juntos, la Chacona en re menor es una de las obras más sobrecogedoras de Bach, un vasto viaje de las emociones y el espíritu. Midori entregó una interpretación muy sensible que aportó claridad innegable a la obra.

Libertad

Fue un digno destino final para este programa en la casa natal de Beethoven presenciado con mucha atención e interés (es casi seguro que el espíritu del genio de Bonn estuvo también presente entre los espectadores). El camino hasta allí comenzó con el movimiento inicial Grave de la Sonata nº 2 en la menor, BWV 1003. La forma de tocar de Midori, seria, pero polícroma, no buscaba la expresión en el vibrato, sino en la forma y la libertad de las melodías; esto es, representar simultáneamente diferentes líneas, conservando su simplicidad subyacente.

La larga Fuga de la sonata fue la prueba suprema de ese principio, con su tema de pasos altos y contramelodías continuas. Gracias al sentido del color y el ritmo de la violinista, esta compleja música fluyó con naturalidad de un punto de llegada al siguiente, y los oyentes se deleitaron con su fluir. El Andante, por el contrario, fue un estudio de simplicidad expresiva, un aria en frases de escala con una segunda voz ligeramente esbozada. El Allegro final voló en una sola línea, delicadamente embellecido en las repeticiones, y resultó el dulce perfecto.

Digitación

Tras la breve y desafiante pieza de Escaich, la Sonata nº 3 en do mayor de Bach, BWV 1005, avanzó ligeramente con un ritmo punteado a través de un paisaje de acordes enrollados (Adagio literalmente, a gusto). En cambio, la Fuga de esta sonata (doble, de hecho, con un tema suave, otro más anguloso y un sinfín de contrapuntos) alcanzó nuevas cotas de complejidad. El arco de Midori y sus dedos centelleantes mantuvieron con aplomo todos esos balones en el aire. Un Largo de líneas extensas y un vistoso Allegro, que giraba como una ráfaga de viento, cerraron la sonata

En la segunda mitad del programa, el asombroso virtuosismo de la pieza de Zorn hizo cosquillas en el oído y abrió el apetito para un Bach más sustancioso. La Partita nº 2 en re menor, BWV 1004, se abrió con una elegante y fluida Allemande y una resplandeciente Corrente salpicada de pequeñas carreras. Fiel a su carácter tradicional, la Sarabande fue introspectiva y ornamentada, asegurándose la violinista de mantener a la vista la estructura general del movimiento lento. La Giga, sencillamente etérea, se transformó en magia pura de arco y dedos.

Furia

La inmensidad de la Chacona plantea el reto no solo de tocar contrapuntísticamente y comunicar el carácter individual de cada una de las 32 variaciones (desafíos que Midori superó magníficamente), sino de mantener al oyente enganchado, a través del ritmo y la tensión, durante la prolongada duración de la pieza. La estrategia de Midori, bastante eficaz al principio, consistió en embarcarse en el tema y las variaciones con modestia, en una dinámica de piano a pianísimo, evitando la inflexión excesiva y retrocediendo cada vez que la música parecía correr el riesgo de ponerse demasiado candente. Incluso una brillante serie de variaciones de cuerdas cruzadas comenzó en pianissimo antes de estallar finalmente a pleno sol.

Pero con la furia que las precede, las tiernas variaciones en re mayor a mitad del movimiento son un bálsamo. El público lo reconoció así, y al cerrar con la Chacona e ir de regreso al tema original, Midori fue ovacionada por los espectadores, puestos espontáneamente de pie, ante el esplendor de Bach y la excelencia de su interpretación.

Fuego

A esta unidad alquímica de su trayectoria vital, Midori le intercaló las mencionadas obras de dos compositores vivos muy actuales, Escaich y Zorn, que hicieron las veces de delicados acompañamientos de las sustanciosas obras del Barroco. La extraordinaria solista se lanzó con fuego y entusiasmo a la partitura de Nun Komm (en tableta electrónica colocada sobre un delgado atril) del compositor y organista Escaich, que parece inspirarse en el canto luterano Nun komm, der Heiden Heiland (inhalado de Veni redemptor gentium, de Ambrosio de Milán) utilizado a menudo por Bach.

De pronto, la ejecución de cuatro minutos de duración giró a través de un universos de relampagueantes escalas, cortantes acordes y apasionados gritos (¿pidiendo auxilio?), rayos y centellas que utilizan novedosas técnicas para darle un rostro del siglo XXI a los agudos pensamientos contrapuntísticos bachianos.

Así de sorprendente es también Passagen, del saxofonista Zorn, quien va y viene por su finca, instalada en los límites entre la música clásica, el jazz, el rock y la vanguardia. John Zorn reune aquí cosas exigidas durante centurias a los violinistas y que parecen imposibles de lograr. Pasajes muestra abundantemente escalas rapidísimas y cruces de cuerdas, pizzicatos con la mano izquierda, enormes glissandos, armonías estratosféricas, trucos con el arco; y de pronto, un sonido final casi imperceptible, inaudible, subyugante. En fin, básicamente lo que ocurre cuando un compositor moderno, provenga de donde provenga, se apodera de este instrumento. Es una exageración, pero también ocurrió cuando Bach cogió un día el violín y escribió fugas a cuatro voces con él.

Partita nº 3

El Preludio de la Partita nº 3 (en los bises), el más glorioso estudio en rupturas triádicas que escribiera Bach, puso tono festivo a la clausura de este recital entre efusivas aclamaciones del público, espontáneamente de pie, y expresiones altisonantes de aprobación. El compositor estaba tan seguro del efecto de este movimiento que lo arregló además para una gran variedad de instrumentos, y debe entenderse como agradecimiento al Creador del universo por la realización de una obra para violín que aún hoy no tiene parangón en su arte compositivo, su variedad y su grandeza interior. Soli Deo Gloria, solo a Dios la gloria, habría dicho el propio Johann Sebastian Bach. ¡Enhorabuena Midori por tan fascinante e inolvidable concierto!

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