España - Cataluña
Entre el concierto y la performance
Jorge Binaghi
Di Donato volvió para presentar (era parte de una gira) su última grabación, de título Eden y en un espectáculo que no sé cómo llamar porque concierto sólo no fue, ya que tiene un actor (que no vi o no se vio), unas luces muy protagónicas, bonitas pero algo molestas, más dos aros luminosos que se componen y descomponen de mano de la cantante que entra por la parte trasera de la sala cantando (sonidos, reemplaza al instrumento) la Unanswered question de Ives muy maquillada y con un vestido de tules (hay una directora de escena y la propia artista figura en el programa como productora ejecutiva).
Di Donato se ha mostrado siempre sensible a los problemas contemporáneos, se trate de guerras, pandemia o, ahora, la ecología (aunque no sé si todas las canciones responden a la ‘vuelta a la naturaleza’ y a tratar bien el planeta). Habló al final con micrófono, y mucho, y uno siente que es sincera aunque en un momento, con el famoso jardín individual, hizo pensar en la solución Ayuso de más macetas (por cierto yo tengo unas cuantas, y ahora no sé si agregar una o quitarlas todas).
El concierto en sí duró una hora y cinco sin pausas (sólo los aplausos del público, bien inducidos y sostenidos, además de los fragmentos instrumentales, permitieron descansar a la artista). Ecología o no, cantó muy bien (siempre con un color no muy homogéneo entre registros y alguna aspereza en un agudo no muy exigido en toda la velada) la nueva canción de Portman The first morning of the world (la más afín a lo que se proponía), dos Mahler tan distintos como ‘Ich atmet’ einen linden Duft’ y, como número final, el célebre, también de los Rückert-Lieder, ‘Ich bin der Welt abhanden gekommen’. Con le stelle in ciel che mai di Marini, Nature, the gentlest mother de Copland (y de nuevo en tema), la maravillosa ‘Piante ombrose’ de La Calisto de Cavalli, la estupenda ‘As with Rosy steps the morn’ de Theodora de Haendel (uno de los caballos de batalla de Di Donato y también en tema) más dos arias que no parecían especialmente indicadas más que como castigo a los infractores de la ley natural del mundo: del oratorio Adamo ed Eva de Myslivecek ‘Toglierò le sponde al mare’ que canta nada menos el ángel de justicia y prácticamente un aria ‘di furore’ casi como’Misera, dove son!...Ah! Non son io che parlo’ del Ezio de Gluck, donde manejó muy bien agilidades y juegos de contraste entre graves y agudos.
Como música instrumental tuvimos la Sinfonia terza opus 7 de Uccellini, la Sonata Enharmonica de Valentini, y una acelerada ‘Danza degli spettri e delle furie’ de Orfeo ed Euridice de Gluck (desde luego estos fragmentos no parecían muy ecológicos).
Al finalizar los grandes aplausos de un público entregado (Di Donato sabe cómo atraparte) presentó a las voces infantiles del Orfeó Catalá, como antes lo hizo en Madrid y en Londres según ella misma contó, en una canción compuesta por niños ingleses Seeds of hope (alusión a las semillas de amapola que se nos repartieron a la salida) y una canción hawaiana de bendición a la tierra.
Habló con simpatía y naturalidad en un español con injertos italianos y algunas frases en catalán de gran efecto, y puso punto final a su actuación con el célebre ‘Ombra mai fu’ (Largo) del Serse de Haendel, esta vez sí plenamente identificado con la intención del programa (me extrañó que no cantara las frases previas del recitativo en que se habla del ‘platano amato’, que habría quedado pero que muy bien).
Palau lleno o casi, que para un concierto de este tipo es siempre una incógnita, aunque no cuando se presenta la magnética Joyce Di Donato.
Comentarios