España - Castilla y León
Una tarde con Vasily
Samuel González Casado

Buen concierto el n.º 18 de la OSCyL, que tenía un programa con muchos puntos de interés y que se aguardaba como apuesta segura, como siempre que visita el CCMD Vasily
El programa comenzó con una aceptable versión de la obertura de El holandés errante (por cierto, horrible forma de anunciarla en el programa de mano), en la que el director no facilitó la claridad y sí bastantes efectos, sobre todo de la percusión, que dieron vida a la obra pero que no ocultaron un trabajo bastante superficial, donde la cuerda y las maderas podrían haberse trabajado con mayor cuidado. Pese a ello, todo el asunto dinámico fue muy satisfactorio, y la tensión se distribuyó convenientemente para transmitir la pasión romántica de los distintos momentos de la ópera aquí compendiados.
Bonita interpretación del Concierto para violín de Mendelssohn, en la que Javier
mostró un sonido muy elegante, con especial finura en los momentos más líricos del primer movimiento y en las agilidades del tercero. Es cierto que la velocidad en este hizo que el solista pasara de puntillas por algunas notas, sobre todo agudos que deberían haberse marcado de forma más sólida, y que los armónicos pueden mejorarse.Pero la verdad es que se trató de una versión de lo más disfrutable, sobre todo porque Comesaña nunca sobrecarga el discurso, que siempre fluye desde matices muy medidos y de resultado natural, porque es moderno y musicalmente tiene ideas que siempre traduce con convencimiento. Petrenko dirigió con cuidado y arropó al violinista a veces en el límite (violonchelos en el tercer movimiento), aunque desde mi posición de la fila 12 su sonido no sufrió.
El director ruso mantuvo el ímpetu que había caracterizado el Holandés en el Concierto para orquesta de Bartók, pero desde luego con un trabajo mucho más exhaustivo de todas las familias; como es lógico, porque aquí no se libra nadie de una exposición de lo más comprometida. El director justificó su fama y su versión combinó la riqueza tímbrica, la contundencia en los tutti y buenas dosis de reflexión. Combinó los tempi sin ninguna prisa, y logró que la orquesta realizara gran trabajo en todo el Concierto, aunque destacaron la Elegía y el exigente Finale. Los momentos comprometidos se superaron con nota, y la obra se vio beneficiada por el especial énfasis en todo lo que tiene de parodia (a Shostakóvich, por ejemplo) y divertimento, lo cual propició un colorido contrastado.
El público respondió muy bien y Vasily Petrenko volvió a tener una de esas tardes estupendas ante unos aficionados que lo adoran.
Comentarios