Argentina
El regreso de Anna Bolena al Colón
Gustavo Gabriel Otero
Originalmente ésta Anna Bolena sería presentada en versión de concierto, conforme lo anunciado al presentarse la Temporada 2023 del Teatro Colón; afortunadamente la idea fue parcialmente descartada y se ofreció semi-escenificada o con puesta en espacio.
El concepto
visual de Gabriel Caputo resultó simple pero adecuado para una versión con ‘puesta en espacio’. Con muy pocos
elementos se logró que en el escenario cobre vida la trama: unas estructuras
colgantes, seis plataformas de distintas alturas iluminadas en el piso para los
cantantes solistas más una central pero a nivel del piso del escenario que se
completó en el fondo con el ciclorama con los extraordinarios climas lumínicos
aportados por Rubén Conde y por delante el Coro en gradas y cada uno en sus
asientos. Las estructuras colgantes que parecían sogas separaban al coro de los
solistas.
Marina Mora ideó
escasos pero efectivos movimientos, tanto en la faz actoral que se dio
mayoritariamente en el centro del escenario, como con las distintas ubicaciones
de los solistas dentro de las plataformas. El sutil juego escénico logró dar
marco a cada una de las escenas y crear los climas propicios para que este gran
drama se siga con fluidez. La intensidad y unidad que aportó la actuación
transportó al público a la esencia de la obra casi como si fuera una puesta en
escena minimalista.
Si bien el
vestuario, conforme el programa de mano, estuvo a cargo de Mercedes Nastri no
pareció que la faena de la artista haya ido más allá de vestir al coro con los
hábitos de concierto habituales y elegir o sugerir a los solistas ropas negras.
En el caso del personaje de Smeton, que es un joven interpretado por una mujer, se optó por casaca y pantalón negro, las otras dos solistas, con bellos
vestidos de concierto y los varones en diferentes estilos pero siempre de negro
y con ropa actual.
Impecable la
faena de Rubén Conde en la iluminación por los perfectos climas que creó, por
la acertada gama de colores y su variedad, y por dar excelente marco plástico a
toda la obra.
Con todo, lo visual
fue sumamente bello y considerando las tendencias actuales de presentar las
óperas en la luna, en una modernidad vaga sin el anclaje pensado por el autor y
fuera de contexto o plagadas de nazis, prostitutas, bajos fondos o militares
corruptos sin ninguna causa que lo justifique; ésta versión visual permitió la
adecuada concentración en la música y el canto pero sin la fatiga que podría
suceder en una versión de concierto de una obra de por sí extensa.
Naturalmente una
propuesta a caballo entre el concierto y la escenificación de un título de belcanto necesita un elenco de primer
nivel para poder sostener dignamente el espectáculo y el Colón recurrió, en los
cuatro roles principales, a cantantes de verdadera primera línea internacional
en un elenco que podría ser envidiado por la mayoría de los teatros y públicos
del mundo.
Sin dudas el
protagónico de Anna Bolena sólo es abordado por muy pocas artistas de cada
generación, así en la última y única vez que ofreció esta obra el Teatro Colón
en junio de 1970 fue Elena Suliotis, y en la actualidad se acercan al rol
Sondra Radvanosky, Diana Damrau, Eleonora Buratto, María Agresta, Marina
Rebeka, Carmela Remigio y algunas pocas más.
Entre esas pocas
se encuentra la espléndida soprano rusa Olga Peretyatko quien ofrece una Anna
Bolena plena de matices que van desde un hilo de voz apenas audible hasta la
plena potencia. A su exquisita presencia escénica suma una depurada línea de
canto, perfecto estilo, gradaciones y sutilezas por doquier, agilidades
perfectas y el adecuado dramatismo que exige la parte.
Daniela
Barcellona aportó su descollante caudal sonoro a su Giovanna Seymour. En el
inicio se la notó contenida y con alguna irregularidad en la emisión pero fue
creciendo a medida que avanzó la representación insuflando en todo momento vida
a su personaje con perfecto estilo y avasallante personalidad.
El papel de
Enrico está escrito para un cantante que posea gran fuerza y tenga especiales
dotes actorales. No cuenta con un aria pero sus intervenciones son variadas y
de gran lucimiento. Alex Esposito deslumbró en todo momento por su bello color
vocal, amplio registro, caudal sonoro y expresividad. Un debut en el Colón para
recordar.
El tenor Xabier
Anduaga encaró a su Percy con un registro parejo, coloraturas perfectas, agudo
seguro y nítido, fraseo convincente y bello color vocal. Una noche de gran
triunfo para el joven artista vasco que, sin duda, es uno de los mejores en su
cuerda y en su repertorio de la actualidad.
La mezzo local Florencia
Machado no desentonó dentro de un elenco absolutamente de primera clase
internacional con un consumado Smeton. Con digna corrección completaron el
elenco tanto Christian de Marco (Lord Rochefort) como Santiago Vidal en el
breve rol de Hervey.
El Coro Estable
del Teatro, dirigido como es habitual por Miguel Martínez, cumplió su cometido con
su solvencia habitual.
El maestro Iñaki
Encina Oyón logró una muy prolija versión orquestal que fue creciendo en el
curso de la representación. Quizás la obertura sonó un poco pesada y sin el
adecuado brillo pero esto se solucionó prontamente. Concertó con amplio
conocimiento del estilo cuidando en todo momento el balance entre el foso y la
escena y buscando el lucimiento de los solistas en una obra y un estilo donde
la preeminencia del canto es fundamental. La Orquesta Estable le respondió en un gran
nivel.
En suma: con
grandes voces una Anna Bolena más que bienvenida.
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