España - Extremadura
Una fiesta
Marisa Pérez

Viajé al Festival de Teatro Clásico de atraída por la ocasión de escuchar de , pero aprovechando la ocasión no me resistí a una buena comedia de Plauto. Y así aterricé en esta función de Los gemelos que acabó siendo más de lo que esperaba, porque como indico en el titular, se celebraban además 90 años del Festival de Teatro de Mérida (aunque esta sea la 69 edición) y 10 años del estreno de esta versión de Los gemelos de , la cual, después de estrenarse hace diez años en Festival de Mérida, se ha movido por diferentes teatros y localidades extremeñas y 'extranjeras'. De modo que al final de la función, el actual director del Festival, Jesús Cimarro, hizo unas declaraciones y entregó un premio a Verbo Producciones, los responsables de estos Gemelos.
Si tienen ustedes curiosidad por esta discrepancia entre los 90 años de historia y las 69 ediciones, esto es lo que explica la página web del Festival
El Festival inició su andadura en el año 1933 con la puesta en escena de la Medea de Séneca, en versión de Miguel de Unamuno con la actriz Margarita Xirgu como protagonista. Tras otra edición en 1934 debido a la tensión política que se vivía en España se suspendió hasta 19 años después, en 1953, cuando se reinició con la representación de la obra Fedra a cargo de una compañía de teatro universitario. En 1954 volvió el teatro profesional a Mérida con la representación de un Edipo de Sófocles interpretado por Francisco Rabal y desde entonces hasta la fecha se ha celebrado ininterrumpidamente acogiendo en sus bimilenarios escenarios las representaciones de las obras más grandes del Teatro Clásico grecolatino.
La historia de Los gemelos es el típico argumento de comedia de equívocos con la correspondiente unidad de espacio, tiempo y acción ya establecida por Aristóteles. Lógicamente aunque se aluda a Siracusa y Tarento como antecedentes de la acción (allí nacen los gemelos y se pierde el mayor de ellos), la acción transcurre en Emérita Augusta, o sea, la propia Mérida. Esto permite la introducción de numerosos chistes y alusiones a la ciudad actual, máxime en estos momentos en que la actualidad política está tan alterada en Extremadura y Mérida con los nuevos cargos salidos de las elecciones del pasado 28 de mayo aún tomando posesión o estrenándose en sus puestos.
Muchos de estos chistes se me escaparon porque no conozco los nombres, las alianzas políticas, las promesas electorales, y los errores de los políticos anteriores y presentes. Se habló por ejemplo mucho de la Estación de los Autobuses Úrbano de Mérida que -como luego me explicó un taxista- ardió porque se incendió el aceite de la churrería de la estación y en pocos minutos todo el edificio, así como de varias obras y arreglos en calles meritenses. Algo mejor entendí las alusiones al reciente pacto entre PP y Vox en el gobierno autonómico de Extremadura: después de que la candidata del PP, Guardiola, prometiera que no pactaría con Vox (extrema derecha), acaba de hacerlo hace unos pocos días. En algún momento me planteé las similitudes entre las inserciones de 'chorizos' improvisados -en realidad muy preparados casi siempre- en las zarzuelas de género chico, la opereta vienesa y la tradición clásica, y no vi gran diferencia (es una pena en cambio que el teatro actual pierda estas alusiones precisamente porque al judicializarse todo, los artistas ya no se pueden permitir una libertad que sí tuvieron durante siglos).
Pero pasemos a la representación, que fue una alegría de principio a fin. A los siete actores principales se unió una especie de grupo de charanga, La banda de Plauto, que actuaron como secundarios, tocaron, cantaron, fueron testigos de los acontecimientos y animaron al público a participar en algunos momentos. La parte musical fue ingeniosa, llena de bromas, fragmentos de canciones y pasodobles, 'clásicos' antiguos y modernos que el público conocía y que le hacían integrarse en la acción, siempre a medio camino entre el original de Plauto y las modernizaciones. El programa general sólo indica sus nombres y no sus instrumentos, por lo que no puedo homenajearles adecuadamente, pero que quede claro que se lo merecen. Sus nombres son: María José Pámpano, Alfonso Seijo, David Roque, Vicente Cordero, José Manuel Cano, Antonio Luis Mimbrero, José Luis Mimbrero y José Francisco Ramos.
Tampoco -y eso es más grave- se dice respecto a los actores principales quién representa cada papel. Por los comentarios escuchados a la gente, sé que los dos gemelos eran Fernando Ramos (creador en 2006 de Verbo Producciones) y Esteban G. Ballesteros, al resto de los actores no los identifiqué, así que tendré que referirme a ellos por sus personajes (aunque el folleto del espectáculo tampoco dice sus nombres).
El público se divirtió muchísimo con Andreíta (creo que era la actriz Ana García), la esposa del primer gemelo, por su curioso modo de hablar, parsimonioso y con un acento cómico, y en general su actuación. También levantó carcajadas la Angustias, la esclava de Erotia, entre casta y procaz que destacó por su modo de moverse y en general su gestualidad. Ambas resultaron además muy claras en su dicción y proyección de la voz, de modo que sus intervenciones se pudieron disfrutar con facilidad.
El tercer personaje femenino, Erotia (creo que era Paca Velardiez) resultó el más soso de las tres: demasiado tópica en sus gestos y poco convincente en su caracterización del personaje, fue seguramente el punto más débil de la representación. Tópico también, aunque la dirección escénica y el texto le dan más posibilidades y por tanto lució mejor, el esclavo de Marcos, el segundo gemelo (¿Pedro Montero?, llamado 'Melindres'), que no acabó además de definir su pluma gay, que asomaba en algunos momentos pero no se mantenía.
El parásito de la comedia de Plauto, Juan Carlos Tirado -o eso creo-, aquí llamado 'Migajas' en vez de 'Cepillo', consiguió en cambio 'exceder' su personaje llegando incluso a desbancar a su Marco Primero con su agilidad, vivacidad, capacidad de despertar la simpatía del público e incluso en sus relaciones con Angustias, que acaban siendo 'mejores' y más sanas o modernas que las de sus respectivos señores.
Ambos gemelos fueron auténticos protagonistas aunque personalmente me gustó más Marcos Segundo (el gemelo originalmente llamado Pedro). Nuevamente en el caso del primer Gemelo creo que le perjudicó una cierta indefinición de su personaje, que a veces se presentaba como un político aprovechado, otras un pijo insensible, u optaba por despertar la simpatía por su difícil situación. En ese sentido Marcos Segundo, aunque más tontaina en su papel resultó más convincente y fue más fácil identificarse con él.
Escénicamente la producción era bastante pobre, a pesar del marco monumental del Teatro Romano de Mérida que es el elemento más atractivo -y con diferencia- del decorado y constituye en sí mismo la mejor justificación para asistir a una representación de este Festival de Mérida. Sinceramente esperaba más de este montaje, que además se presentaba como uno de los puntos fuertes de la presente edición del Festival y del que conocía el vídeo de la función de 2013, aparentemente más rica que la presentada en 2023.
Lo mejor de la representación fue claramente el disfrute del público, el teatro lleno, la expectación del público que llenaba las gradas, los cariñosos aplausos al final, la alegría del público en los túneles de salida, el orgullo de que se trataba de un producto extremeño, los comentarios de algunos asistentes del público que veían la función por quinta o décima vez y estaban dispuestos a repetir una vez más cuando tuvieran ocasión. Fernando Ramos, protagonista y productor escribía en el programa de mano que: “El éxito de esta obra es posible porque llevamos el sello del Festival y de Mérida detrás". O si se prefiere, el objetivo de Verbo Producciones es responder a su creencia de que "Teatro es la comunión del público con el actor". Y no cabe duda de que se ha conseguido.
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