Reportajes
¿Quién necesita gafas con una música así?
Juan Carlos Tellechea

El director Pablo Heras-Casado experimentó un triunfal debut este martes en Bayreuth con Parsifal, de Richard Wagner, bajo la régie de Jay Scheib, cuya puesta en escena con gafas de realidad virtual causó reacciones encontradas y abucheos, tal como se esperaba.
Hubo grandes ovaciones para los cantantes, la orquesta y el director musical esta tarde durante la inauguración del Festival de Wagner 2023.
Sobre todo dos suplentes fueron aclamados al término de la función. Uno fue el tenor Andreas Schager, quien había tomado el relevo de Joseph Calleja en el papel principal, solo dos semanas antes del estreno, ausente por una persistente infección de garganta.
Elina Garanča
Aún más celebrada que Elīna Garanča, en su debut en Bayreuth, por su extraordinaria interpretación de Kundry. Además, había asumido el papel con muy poca antelación, porque la cantante rusa Ekaterina Semenchuk había cancelado su participación en el Festival, dizque "por motivos privados".
Georg Zeppenfeld, como el sobresaliente Gurnemanz. Algunos espectadores incluso se pusieron en pie para aclamar a la brillante mezzosoprano letona, entusiasmados por su magistral actuación.
El director
Pablo
Heras-Casado dominó en este debut la difícil acústica de la Festspielhaus. En lo que directores más famosos han fracasado una y otra vez, él lo consigue a la primera: que la orquesta, los cantantes e incluso el fantástico coro respiren realmente juntos. Parece casi paradójico: aunque Heras-Casado elige tempi rápidos, la música nunca parece impulsada. Durante largos tramos, ésta es una música fascinantemente lenta y solemne, que, sin embargo, fluye como a través de un gradiente interior natural. Las refinadas mezclas sonoras de Wagner fueron finamente sonorizadas, las frases hablan - incluso en la orquesta, los clímax conducen a la meta. ¿Quién necesita gafas con una música así?, se preguntan retóricamente los críticos.
Jay Scheib
El estadounidense
Solamente 330 de los aproximadamente 2.000 espectadores pudieron ver los elementos virtuales que debían complementar la acción escénica con esas lentes especiales que costaban unos 1.000 dólares, ya que el Festival no había adquirido más por razones de coste.
Quienes llevaban esas gafas podían ver, por ejemplo, un cisne abatido a tiros en el primer acto; durante la primera aparición de Parsifal, crecían flores virtuales en el jardín de Klingsor en el segundo acto y al final del mismo se derrumbaban los muros del la Festspielhaus de Bayreuth.
En principio fue imposible saber si los abucheos procedían mayoritariamente de los que pudieron ver todo esto o de los que solo vieron una versión recortada. Pero, algunos de los asistentes que portaban esos adminículos, declararon sin ambages ante la televisión alemana que la puesta en escena no les había gustado para nada.
Un crítico que viene siguiendo desde hace años el Festival Wagner de Bayreuth informó en un programa de la emisora de radio Deutschlandfunk de que el balance es bastante mediocre desde los tiempos en que
Elementos y trucos
La régie de Jay Scheib utiliza la realidad aumentada de las gafas de vídeo como una continuación del atrezzo escénico con otros medios. A veces las imágenes son simplemente una a una. Cuando Parsifal abate a un cisne, toda una bandada de cisnes es atravesada por flechas, lo que hace salpicar sangre virtual.
La mayoría de las veces, sin embargo, hay asociación. Para ello, el director recurre a la imaginería cristiana: la serpiente representa el pecado, el lirio la pureza, las espinas el sufrimiento. Están las manos de Durero y Miguel Ángel, el cordero y la zarza ardiente.
En el tercer acto, la atención se centra en la crítica social: las pilas y la basura amenazan el medio ambiente, hay guerra. Sin embargo, no se puede afirmar que esta ráfaga de imágenes tenga un aspecto realmente grandioso o que sea especialmente virtuosa desde el punto de vista puramente visual.
Lo más interesante son los mundos oníricos surrealistas del segundo acto, que recuerdan al Jardín de las Delicias de El Bosco. Allí, por ejemplo, dos lanzas con orejas viajan por el espacio, los cuerpos conectan con las flores. Estos viajes al inconsciente abren posibilidades fascinantes. Pero al final, la tormenta de píxeles sigue siendo una especie de teatro de equipo en el espacio virtual, y rápidamente se vuelve molesta en su penetrante redundancia. No obstante, es un comienzo, un experimento delicioso. Aquí se abre una puerta. Pero las infinitas extensiones del espacio virtual aún no han sido verdaderamente conquistadas para la obra total de Wagner.
¿Para qué?
¿Sirven de algo estas gafas para una puesta así?, se preguntan los críticos de diferentes medios. ¿Qué perdieron los que no tuvieron la oportunidad de ponérselas? En cualquier caso, la cosa es pesada, caliente y oscura. Después de cuatro horas de Wagner, no solo duele la espalda, como es normal en las legendariamente duras butacas de Bayreuth, sino también el puente nasal.
Un gasto enorme para unos pocos felices: Como era demasiado caro comprar gafas de vídeo especiales para todos, en Bayreuth se produjo ahora una sociedad de dos niveles; todo lo contrario de lo que deseaba el revolucionario Richard Wagner, quien había suprimido especialmente los palcos laterales y había creado la mejor vista posible para todos con filas de asientos ascendentes, porque el Festspielhaus debía ser un teatro democrático. Pero, ¿son realmente tan felices unos pocos? ¿Qué se echa de menos sin gafas?
En fin, que más del 80% del público ve una producción excesivamente estática, poco ambiciosa, pero colorista. Todo lo que se necesita para el Castillo del Grial es una enorme corona de tubos de luz que se elevan hacia el cielo del escenario. En el suelo, el público vadea de vez en cuando un charco de agua.
Delirio
Hojas de colores chillones muestran el jardín mágico de Klingsor, una apocalíptica excavadora gigante domina el tercer acto. El Grial es un cristal azul, una especie de fuente de energía esotérica. Pero este cristal del Grial parece traer mala suerte. En un momento dado, Parsifal mete la mano en el pecho de una muñeca. De él saca un cristal duro y un corazón de verdad.
El mensaje: los que se fijan en cosas deseables, pero muertas, aunque sean sagradas como el Grial o preciosas como el cristal, adquieren un corazón de piedra y se pierden la verdadera vida. Al final, Parsifal destruye el Grial. Y eso es, obviamente, una liberación: con Kundry se dirige hacia un futuro lleno de color.
Es innecesario trasladar
El brillante contrapunto lo pone la parte musical. Vocalmente, éste fue el mejor
Esta vez Schager canta de forma muy cultivada. Una y otra vez, este héroe de voz admirablemente fuerte encuentra matices psicológicos y colores más suaves. Elīna Garanča triunfa con creces en Kundry: esta mujer atraviesa un infierno emocional y suena seductoramente bella. Solo la inteligibilidad del texto se queda por el camino.
Derek Welton demuestra gran clase como Amfortas: un rey enfermo terminal con voz sana. ¿Cómo debería cantar un cantante de Wagner? Como Georg Zeppenfeld. Se entiende cada palabra. El arte único de : como casi ningún otro cantante de Wagner de la actualidad, puede narrar y, a través de su interpretación, dar vida a lo que está contando. Y así, en los interminables monólogos de Gurnemanz, el público está literalmente pendiente de cada una de sus palabras.
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