España - Galicia
Un 'Oficio' con mucho oficio
Maruxa Baliñas
A menudo imaginamos las catedrales como objetos de museo. Al igual que cualquier otra obra de arte conservada en un museo tiene una historia pasada, se visita y admira, se conserva y cuida, incluso se paga por visitarla (no es el caso de la catedral de Santiago de Compostela). Pero una catedral también es un organismo vivo que está en continuo cambio, que se esfuerza por mejorar. Pocos de los que visitan la catedral de Santiago se fijan en estos cambios que sin embargo marcan el carácter, y la catedral de Santiago tiene interés en conservar, pero también en innovar. Casi cada Año Santo la catedral de Santiago inaugura algo, sea una escultura, una renovación (nuevas vidrieras en la fachada del Obradoiro en 2018), una recuperación arqueológica, o -como hizo en 1993- una nueva cubierta de la Puerta Santa encargada al escultor Francisco Leiro.
Sin embargo la música ha estado muy descuidada en las últimas décadas, e incluso en las grandes celebraciones -incluyendo visitas papales- la parte musical ha sido el punto más débil. De hecho, el Oficio de caminantes fue pensado para su estreno durante una posible visita que el papa Francisco I iba a hacer a la catedral de Santiago en 2021 y que quedó cancelada por la pandemia. En todo caso, y dejando anécdotas aparte, el encargo del Oficio de caminantes a Ricardo Llorca (Alicante, 1958) es una iniciativa muy bienvenida y ojalá sea un punto de inflexión que traiga otras propuestas semejantes.
El Oficio de caminantes de Llorca es una obra de aproximadamente una hora de duración dividida en doce números que no corresponden exactamente a ningún oficio litúrgico -a lo que más se asemejan es a la Vísperas- pero mantienen la estructura habitual: Introito, Himno, Lectio, etc. y el Aleluya final. En concreto las tres primeras Lectios (llamadas 'monólogos') se corresponden con textos de homilías y encíclicas de los papas Benedicto XVI y Francisco I, mientras la última -que quizás no es una lectio sino una oración- recoge un fragmento de los Diarios de peregrinación de Concha Llorca Zaragoza, pariente del compositor. Por su parte el Introito, los himnos y el Aleluya final están tomados de textos -que no músicas- del Codex Calixtinus (ca. 1140-1181), un valiosísimo manuscrito conservado en la catedral de Santiago que incluye himnos, milagros, sermones, narraciones, así como liturgias al Apóstol Santiago.
Musicalmente el Oficio de caminantes es mucho más batiburrillo. Llorca recurre a un 'museo de la historia de la música' muy variado, quizás demasiado, e incluye elementos medievales, del canto cristiano primitivo (canto maronita, etc.), de la tradición religiosa popular como los 'cantares de batre' alicantinos (Llorca es alicantino), cantos espirituales orientales (de tabla hindú o de gong) y su propio lenguaje musical que es en sí mismo de fuentes variadas. El resultado es atractivo pero poco unitario, lo que distrae la atención y dificulta penetrar en la obra.
Tampoco textualmente acaba de existir un discurso claro, una línea argumental, y no acaba de quedar clara la posición propia de Llorca ante la peregrinación y su espiritualidad. Y no es que sea algo necesario, Llorca como compositor tiene oficio más que suficiente para escribir cualquier cosa que se le encargue, pero no acabé de percibir ese punto de emoción o trascendencia que suelo esperar en una obra religiosa.
Musicalmente, aunque siempre es algo difícil de percibir en un estreno, la interpretación fue buena. La Real Filharmonía de Galicia no es una orquesta grande, pero sí flexible, y creo que siguió perfectamente las instrucciones del director, Alexis Soriano, quien ya está familiarizado con la música de Llorca, porque -entre otras cosas- fue el responsable del estreno escénico en España de Las horas vacías (Teatros del Canal de Madrid, 2021) y anteriormente la había dirigido en versión de concierto en Lituania. Bien ensayado por su director Aitor Olivares, y por momentos entusiasta, fue el Coro Ángel Barja (provenientes de León), uno de los puntales de Oficio de caminantes.
Susana Cordón (soprano) y José Luis Sola (tenor) cumplieron sobradamente con sus partes, aunque se les pudo ver más sueltos en las partes más contemporáneas que en las antiguas (la sombra de Sor Marie Keyrouz es alargada). Eva Guillamón fue una narradora animada que mantenía el interés del público y sonó convincente incluso teniendo en cuenta que gran parte de lo que recitaba eran fragmentos de discursos u homilías. Correcto igualmente Fernando Buide, más conocido en Santiago de Compostela (su ciudad natal) como compositor que como organista. Cuidada la parte de la producción musical, más complicada de lo que se podía apreciar en este concierto, toda vez que se aprovecharon los días de ensayo para hacer la grabación de la obra, que saldrá a la venta en fecha aún por determinar.
Espero entonces, pudiendo escuchar Oficio de caminantes con más calma y repetidas veces, poder hacer un comentario más amplio de la obra que en esta primera aproximación a vuelapluma.
Comentarios