Rumanía
Festival EnescuInauguración fallida
Maruxa Baliñas

Oí decir en los pasillos de Palatului que esta era la primera ocasión en que una orquesta rumana inauguraba el Festival Enescu, nacido hace 65 años (aunque esta es la 26 edición, puesto que no es anual). No sé si es cierto, o se referían sólo a la nueva etapa del Festival Enescu tras la caída del régimen de Ceaucescu, que cambió el perfil del festival sobre todo a partir de la edición de 2001.
En todo caso el resultado creo que no fue el esperado, la Orquesta Filarmónica George Enescu, fundada en 1868, no se lució y tampoco lo hizo su director, el rumano Cristian Macelaru (Timisoara, 1980), director artístico del Festival Enescu desde 2022 en sustitución de Vladimir Jurowski. De modo que la auténtica inauguración del festival pareció ser el Otello de Verdi dirigido por Mehta con la Orquesta y Coro del Maggio Musicale Fiorentino al día siguiente, quedando este primer concierto como un preludio no muy afortunado.
En principio el programa estaba bien diseñado, un concierto para violonchelo -el de Dvorák- a cargo de un reputado chelista, Gautier Capuçon; una obra lucida de Enescu, la Rapsodia rumana en re mayor op 11 nº 2; y una obra brillante como la suite de El caballero de la rosa. Pero también son obras populares, bien conocidas por el público, quien a menudo tiene en la cabeza una o varias versiones de referencia por lo que las comparaciones son inevitables. De hecho el punto más bajo de calidad fue El caballero de la rosa y especialmente los valses, que para mí fueron una de las peores versiones que he escuchado nunca.
El concierto se abrió con el Concierto para violonchelo en si menor op 104 de Dvorák. Capuçon presentó una versión bastante 'clásica' del concierto cuidando tanto el sonido como el fraseo -algo menos la expresión- y creando unos bellos rubatos cuando era necesario. Los momentos más bellos fueron en el variado tercer movimiento, el Finale, tanto en el paso del Allegro moderato al Andante que fue bellísimo, como en la cadencia, donde Capuçon consiguió ese difícil equilibrio entre una dulzura y romanticismo que casi recordaban ese parte final del Cascanueces con el paseo por el país de las golosinas, al tiempo que evitaba el manierismo o ridiculez que siempre pueden aparecer cuando se suelta demasiado la sentimentalidad de la Belle Époque. El final orquestal fue acaso demasiado bombástico, pero Macelaru tenía que aprovechar que la Filarmónica George Enescu es una orquesta amplia donde los errores concretos son más fáciles de disimular. En general Macelaru hizo un acompañamiento correcto, ajustado al concepto de Capuçon, cuidando igualmente fraseo y dinámicas.
Como bis, Capuçon ofreció junto a gran parte de la orquesta una versión muy bella de la Canción de la Luna de Rusalka de Dvorák. Xoán M. Carreira, quien me acompañaba en este concierto, quedó contento de la versión, que le pareció muy bien arreglada y con la orquestación justa, mientras a mí me decepcionó un poco porque me pareció que Capuçon debía haberse acercado más a la cantabilidad vocal de la ópera en vez de hacer una versión bella y pulida, pero algo fría.
La segunda obra del programa era la Rapsodia rumana en re mayor op 11 nº 2 de Enescu, una obra que la orquesta parecía conocer muy bien y encontrarse a gusto haciéndola. Es una obra muy interesante, sobre todo en las partes en las que Enescu juega con la orquestación para imitar los efectos de algunos instrumentos tradicionales de Rumanía, algo que las maderas de la Filarmónica George Enescu hicieron estupendamente ... y no es fácil para un instrumento sofisticado, como lo son actualmente los orquestales, sonar 'primitivo', con una modalidad -no llega a definirse la tonalidad- y emisión distintas, cierta indefinición de tempo, etc.
Es posible que a estas alturas los esforzados lectores os esteis preguntando por qué ese titular tan duro, Inauguración fallida, para un concierto que no estuvo tan mal. Pero es que lamentablemente la velada terminó con una pésima interpretación de la Suite del Caballero de la Rosa donde falló casi todo. En primer lugar, la venerable Orquesta Filarmónica George Enescu, con sus 155 años de historia, no atraviesa un buen momento y no es justo ponerle una obra así en programa: Rosenkavalier es difícil y además demasiado popular. El comienzo de la suite fue desigual y poco convincente, precisamente lo que no pueden ser los segundos iniciales, y llegó un momento en que predominó el ruido y el desorden. Luego Macelaru consiguió enderezar y mejoró un poco, y la presentación de la rosa sin ser buena resultó agradable. Los valses fueron espantosos, Macelaru no tenía cintura, todo sonaba envarado y soso, e incluso hubo momentos en que el director subdividió el ritmo del vals, no sé si voluntariamente o para resolver algún problema de la orquesta, saltándose de paso algunas indicaciones dinámicas.
Rosenkavalier no es tampoco una pieza que permita lucirse al director, sobre todo cuando muestra esa incapacidad para el vals que parece tener Macelaru. De hecho, al salir del concierto mi valoración de Macelaru era francamente negativa y mucho peor que antes de comenzar (pero cuando escribo esta crítica ya le he escuchado un Bartók muy bueno con otra orquesta, la WDR de Colonia, de la que es titular desde 2019).
La Orquesta Filarmónica George Enescu volverá a presentarse en esta edición del Festival Enescu en un concierto que se celebrará en la Sala de la Radio de Rumanía el 23 de septiembre, en el marco de la serie de 'Orquestas rumanas', con un programa que incluye la Segunda sinfonía de Sibelius, el Concierto para piano 'Water' de Fazil Say, y la Sinfonía nº 2 ... desde Enescu (2006) de Maia Ciobanu (Bucarest, 1952). Me gustaría poderles escuchar en ese concierto, más 'doméstico', para poder valorar exactamente el estado de la orquesta y acaso cambiar mi valoración como pasó con Macelaru ... pero no podrá ser.
Entre el público, y a la hora de los aplausos, hubo división de opiniones: como la Suite de Rosenkavalier tiene un final precioso una parte del público aplaudió considerablemente e incluso 'braveó', especialmente -por lo menos en mi zona- aquellos que se habían pasado el concierto mirando el móvil, chateando e incluso haciéndose selfies; otra parte del público ni usó el móvil ni aplaudió. Hubo una propina que no conocía, quizá Enescu, que sonó bien pero en la que Macelaru volvió a demostrar que los ritmos (pareció haber una dumka o incluso un verbunkos) no son su especialidad.
Antes de la interpretación de la Rapsodia rumana op 11 nº 2 de Enescu, Macelaru dijo unas palabras en rumano, que he localizado posteriormente en el Blog del Festival Enescu: "Bienvenidos a la 26ª edición de 'George Enescu'. Me alegro de que podamos estar aquí. Y Enescu solía decir: 'En el arte, en la literatura, en la música, nada es tuyo, excepto cuando se lo das a otra persona. Eso es por eso el lema del festival de este año se llama 'Generosidad a través de la música'. Enescu también fue quien, durante la Gran Guerra, cantó para usar su talento y ofreció el regalo de la música a aquellos que necesitaban consuelo. Del mismo modo, este noche queremos dedicar la 2ª Rapsodia a aquellos que necesitan consuelo después de la tragedia de ayer" [explosión en una gasolinera e incendio posterior en Crevedia, cerca de Bucarest, el 26 de agosto, con más de 50 víctimas y varios muertos]
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