Alemania
Smile, precioso homenaje a Chaplin y a Hollywood
Juan Carlos Tellechea

El público no lo dudó ni un instante; se puso en pie unánimemente y aclamó durante más de diez minutos con atronadores aplausos a la compañía del coreógrafo Ben Van Cauwenbergh, director general (saliente) del Aalto Ballett Essen, al final de esta fabulosa velada titulada Smile, que homenajea tanto a Charlie Chaplin como a Hollywood, y que abrió este sábado la nueva temporada 2023 / 2024 en el Aalto-Musiktheater de Essen. La demanda de entradas para ver este espectáculo es enorme. Los billetes se agotan semanas antes y hay lista de espera para conseguirlos.
Además de los maravillosos ballets de cuentos de hadas, como el de La bella durmiente del bosque, La cenicienta o El cascanueces, Van
Ahora, junto con su destacado maestro de ballet (y sucesor), Armen Hakobyan, y un excelente cuerpo de baile, Van Cauwenbergh se ocupa del legendario Chaplin, creando una incursión nostálgica en su vida y en sus películas, que despiertan incontenibles deseos de volver a ver aquellos clásicos de la meca del cine. El acierto de esta bella y compleja creación coreográfica es de tal magnitud que la platea siente el deseo de admirarla y volverla a admirar innumerables veces. Es casi seguro que la pieza permanecerá por largo tiempo en cartel y es posible que pueda ser llevada también de gira al exterior.
Escenas cinceladas
Van Cauwenbergh y El gran dictador (1940), primera película sonora de Chaplin (última como Charlot), y feroz condena al fascismo, nazismo y antisemitismo.
La imagen del personaje principal encarnado por Chaplin (el barbero judío disfrazado de Adenoid Hynkel), que pronuncia dicha alocución es proyectada (con subtítulos) sobre un gigantesco busto de Dorin Gal) instalado sobre el escenario, mientras las bailarinas y los bailarines evolucionan con movimientos neoclásicos, al son (por este orden) de The Raiders March (de Indiana Jones); del Preludio del tercer acto de Lohengrin, de Richard Wagner; de Toilet Bruhes, de Nils Frahm; y del Preludio del primer acto de Lohengrin.
No ha perdido ni un ápice de actualidad
A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de Hombres que temen seguir el camino del progreso humano. El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá.
¡Soldados! No os entreguéis a esos que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir. Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina. Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Solo los que no aman odian; los que no aman y los inhumanos.
Poder
¡Soldados! No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. En el capítulo 17 de San Lucas se lee: "El Reino de Dios no está en un Hombre, ni en un grupo de Hombres, sino en todos los Hombres..." Vosotros los Hombres tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravillosa aventura. En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos.
Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres solo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Todos a luchar para liberar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia. Luchemos por el mundo de la razón. Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad.
¡Soldados! En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.
Alcances
No en balde el filme fue prohibido en Alemania y no pudo ser estrenado hasta agosto de 1958, en la parte occidental (República Federal de Alemania), y en marzo de 1980 en la oriental (República Democrática Alemana). Se dice que Joseph Goebbels, se hizo con una copia y seguramente pudo verla en privado. En Italia, cuando los estadounidenses la exhibieron a los espectadores de la recién liberada Roma en octubre de 1944, se hizo patente el deseo de aplazar dicho programa cinematográfico. El público salía aturdido de la proyección de la cinta. La gente había admirado durante mucho tiempo al fascista Benito Mussolini (irónicamente Benzino Napoloni en la película) y no le gustaba que le dijeran después de que habían corrido detrás de un bufón (como así fue, y todavía sigue siendo). El estreno fue finalmente en octubre de 1946.
La contribución de Chaplin permitiría a otros directores retratar la figura de Hitler de forma ridícula. En 1942, Ernst Lubitsch también hizo una comedia sobre el culto a la personalidad y el ejercicio real del poder con Ser o no ser (basada en el texto Noch ist Polen nicht verloren, de Menyhért Lengyel), que, sin embargo, solo llegó a un público reducido. En 1943, Fritz Kortner escribiría el guión de La extraña muerte de Adolf Hitler, y en 1944 el seudodocumental The Hitler Gang.
Sonríe
La velada del Aalto Ballett Essen comienza, como sugiere su título, con una de las melodías más famosas asociadas a Chaplin: Smile, though your heart is aching, smile, even though it’s aching… ("Sonríe, aunque te duela el corazón, sonríe, aunque te duela...", compuesta para Tiempos modernos (1936), filme con el que continuaba la tradición del cine mudo, pese a haberse iniciado ya en 1927 la era de las películas con sonido (The Jazz Singer, dirigida por Alan Crosland, con Al Jolson, producida en los estudios de la Warner Brothers).
La letra fue añadida en 1954 por el dúo de compositores británicos John Turner y Geoffrey Parsons. Van Cauwenbergh y Hakobyan utilizan aquí la versión de Tomi Saario. En la sala reina la semipenumbra cuando aparece caminando por el pasillo central la niña Maya Palme, quien encarnará minutos después a Jackie Coogan, el chico que trabajó en El pibe/El chico (1921). La pequeña sostiene en sus manos un resplandeciente foco luminoso, mientras se dirige lentamente hacia el proscenio, dando vida al espíritu de Charlie Chaplin.
De pronto Davit Jeyranyan emana del foso de la orquesta, como si viniera de ultratumba, y se dirige a la mesa de maquillaje, situada a la derecha del escenario, para pintarse bigotes, vestirse y dar nacimiento al célebre vagabundo Charlot. Durante la metamorfosis es acompañado por la música escrita por para el filme biográfico Chaplin, de Richard Attenborough.
La música
El referido busto que domina el escenario se abre por la parte superior para que broten las geniales ideas y los pensamientos de Chaplin. El rostro sirve a la vez de pantalla de proyección de los videoclips que muestran fragmentos de las cintas del célebre cómico y realizador cinematográfico. A derecha e izquierda del escenario, resaltan ante el público los emblemas de los grandes estudios de la época.
La cámara proyectada al fondo, así como el gramófono con bocina que reproduce un disco de 78 revoluciones por minuto con música de Wagner, son tan nostálgicos como los trajes que Gal creó para Chaplin y sus compañeros de andanzas, que ahora aparecen en orden no cronológico.
Viendo doble las payasadas
Yegor Hordiyenko), con mucho entusiasmo y una comicidad física impresionante. El agente cree estar viendo doble, tras haber sido golpeado accidentalmente en la cabeza por Charlot con un bastón antimotines que cayó en sus manos durante la refriega.
La serie de magistrales pasos y movimientos dancísticos se nutre de fragmentos perfectamente hilvanados: "His Morning Promenade" (del filme El Pibe); "Around the Side Shows" (de El circo, 1928); "Opus 4" (de la banda Art of Noise); "Clair de Lune" (tercer movimiento de la Suite bergamasque, de Claude ); "Afternoon" (de Luces de la ciudad); el tema principal de Candilejas (1952); pasajes del ballet Sylvia, de Léo Delibes; "When Dreams Come True" (de Vida de perro, un corto de 1918). El piano, como en las salas de cine durante la era de las películas mudas, es sugestivamente interpretado por Boris Gurevich, disfrazado también de Charlot.
Mujeres y más mujeres
A continuación, Chaplin conoce a varias mujeres que desempeñaron un papel importante en su vida y/o en sus películas. La primera es la vendedora de flores invidente de la película Luces de la ciudad (1931), interpretada por Virginia Cherrill (bailada por Mariya Tyurina), de la que Chaplin se enamoró. El encuentro es sumamente conmovedor, tanto por la evocación de la película como por la escena real que el público presencia ahora sobre el escenario. Sin embargo, la historia cuenta que la pareja de amantes no se llevaba muy bien en el estudio y que el severo director despidió ipso facto a . Pero poco después, arrepentido, Chaplin se vería obligado a emplearla de nuevo para concluir el filme, porque de lo contrario hubiera tenido que repetir el rodaje de todas las escenas con otra actriz.
Aquí también conoce a la bailarina Anna Yuki Kishimoto, con su traje de cisne blanco, emociona al público con un preciso baile de puntas sobre un collage de la suite orquestal El carnaval de los animales de Camille y Liebestraum de Franz Liszt.
Enseguida viene el cambio a Anna Maria Papaiacovou, quien con su pícara faldita de flecos capta a las mil maravillas los descarados, sensuales y eróticos movimientos de aquella vedette y estrella internacional. Aquí brilla también la compañía del Aalto Ballett Essen con un fresco interludio de Charlestón de los años veinte, ambientado en una atmósfera que evoca a los locales nocturnos de aquel entonces y sus sonidos (Back O'Town Blues, de Louis ; Bugatti Step, de Jaroslav ; Golden Nugget, de The Firehouse Charleston Band; y West End Blues, de Joseph Nathan , con la interpretación de Louis Armstrong).
Brillante comedia física
Al final del primer acto, Jeyranyan como Charlot y Moisés León Noriega como un "hombre rico", ambos con alguna copa de más, protagonizan un gran intercambio de sopapos, peleando por un abrigo. Los dos borrachitos intentan salir del bar nocturno, pero se enredan con sus sobretodos. Primero, probándose el mismo abrigo y luego dos diferentes. Lo que y Moisés León ofrecen aquí es comedia física en estado puro, con extraordinaria precisión. Los efusivos aplausos de la platea subrayaron la excelencia y lo bien lograda que quedó esta escena.
Además de las grabaciones, Boris
Se abre el telón y sobre el piso del escenario se extiende una ondulante neblina. De pronto se ve a Charlot caer en picado desde el cielo y hundirse en las aguas de un lago. Los "Cuatro ángeles de Charlie" (William Emilio Castro Hechavarría, Matheus Barboza de Jesus, Wataru Shimizu y Enrico Vanroose) lo salvan de una muerte segura. Con rasgos muy individuales, el cuarteto gana en protagonismo, repartiendo buen humor, gracia y comicidad, mientras suenan fragmentos de la Sonata para piano nº 8 ("Pathétique") de Ludwig van , y la animada música de "Don't Worry, Be Happy", de Bobby .
Los diablos rojos
Las llamas del infierno se encienden y de ellas surgen el "Devil Boy" (Moisés León Noriega) y la "Devil Girl" (Rosa Pierro), vistiendo ajustadas mallas de rojo intenso. Los "Cuatro ángeles" observan todo desde el firmamento celeste. La pareja de diablillos baila abajo un maravilloso y moderno pas de deux, con Way Down in the Hole, de Tom .
Instantes más tarde Charlot (Davit Jeyranyan) reta a "Devil Boy" a un combate de boxeo. Los interludios de comedia física son aquí impresionantes. La infernal pelea sobre el ring, con árbitro (Dale Rhodes), es presenciada y animada por los "Ángeles", que se convierten en hinchas del "vagabundo". No solo los dos púgiles reciben golpes, sino también el juez en cinco oportunidades, al ritmo de la Marcha inaugural de El barón gitano de Johann Strauß, así como la polca Tritsch-Tratsch, del mismo compositor; "Meditation" (de la ópera Thaïs), de Jules ; y Vertige, de René . La pelea termina en un empate técnico, con los rivales y el árbitro por el suelo.
Como no podía ser otra manera, en la siguiente escena el diablo es quien engendra al genocida Adolf Hitler /Adenoid Hynkel (suena a paranoide). Envolviendo a Charlot con su capa negra procede a su metamorfosis en un proceso oculto para los espectadores. Desde aquí siguen los fragmentos de El gran dictador. El famoso discurso del despiadado tirano Adenoid Hynkel satiriza histriónicamente al genocida Adolf Hitler ante media docena de obedientes micrófonos con un memorable gag recurrente, que utiliza para declamar un idioma macarrónico mixturado con términos alemanes, como Wiener Schnitzel, Sauerkraut, Achtung, Blitzkrieg, Straff, Leberwurs, Stolz, Katzenjammer, entre otros.
Dramatismo
El público reía todavía en este punto. Mas los horrorosos efectos de la guerra desatada por Hitler / Hynkel son representados a continuación por la compañía en deprimentes imágenes al ritmo de Toilet Brushes de Nils Frahm a través de un conmovedor lenguaje visual. Cuando los bailarines yacen muertos sobre el piso del escenario para el preludio del primer movimiento de Lohengrin, de Wagner, se escucha el famoso "Discurso a la humanidad" de Chaplin (mencionado antes), que el barbero judío disfrazado de Anton Hynkel pronuncia al final de la película.
Los bailarines se levantan poco a poco y cambian de vestuario. El "vagabundo" también está entre ellos y ya sin su célebre atuendo. Entretanto, la historia ha quedado ya más o menos contada. Años más tarde diría Chaplin que si hubiera tenido noticia en aquel entonces de los horrores del Holocausto perpetrado por Hitler no hubiera podido rodar ese largometraje.
El amor triunfa siempre
Al final la florista y Charlot se reencuentran. Ella ha recuperado la visión y ambos bailan un arrebatador pas de deux con fragmentos de la música de Luces de la ciudad. El "vagabundo" había retornado a la mesa de maquillaje, se había quitado su disfraz y caracterización y había vuelto a ser el Charlie Chaplin de siempre, en un emotivo monólogo. Sonaba desde los altavoces el tema principal de John Barry de la cinta biográfica realizada por Attenborough. El pibe Jackie Coogan será el encargado de llevar a Chaplin a su lugar de origen. Éste queda sumido en un profundo sueño con la música de Smile, esta vez en la interpretación de Liberace, antes de que la platea prorrumpa en atronadoras ovaciones y altisonantes exclamaciones de aprobación a todo el elenco, muy merecidas, por cierto.
Notas
«Smile», velada de ballet dedicada a Charles Chaplin con coreografía de Ben Van Cauwenbergh y Armen Hakobyan, con música de Louis Armstrong, John Barry, José Padilla Sánchez, Charlie Chaplin, Léo Delibes, Bobby McFerrin, Claude Debussy, Camille Saint-Saëns, Franz Liszt, Jaroslav Ježek, Joseph Nathan "King" Oliver, Ludwig van Beethoven, Tom Waits, Johann Strauß, Jules Messenet, René Aubry, John Williams, Richard Wagner, Nils Frahm. Concepto y coreografía, Ben Van Cauwenbergh. Coreógrafo adjunto Armen Hakobyan. Escenografía y vestuario Dorin Gal. Vídeos Valeria Lampadova. Diseño de iluminación Kees Tjebbes. Dramaturgia Patricia Knebel, Laura Bruckner. Maestra de ballet Alicia Olleta. Piano Boris Gurevich. Reparto: Charlie Chaplin (Davit Jeyranyan), Jackie Coogan (Maya Palme), Flirt Girl (Yanelis Rodríguez), Anna Pavlova (Yuki Kishimoto), la joven ciega (Mariya Tyurina), Devil Girl (Rosa Pierro), el hombre rico / Devil Boy (Moisés León Noriega), un "Bobby", policía inglés (Yegor Hordyenko), árbitro (Dale Rhodes), Josephine Baker (Anna Maria Papaiacovou), el partenaire de Josephine Baker (Enrico Vanroose), Show Girls (Isabell Bromm, Julia Schalitz). Cuatro ángeles (William Emilio Castro Hechavarría, Matheus Barboza de Jesus, Wataru Shimizu, Enrico Vanroose).
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