Alemania
Midori & Bernstein con la WDR Sinfonieorchester
Juan Carlos Tellechea
Midori y su precioso (1731) le cantan apasionadamente al amor en la Serenade, after Platons 'Symposion' , de Leonard , con la WDR Sinfonieorchester, dirigida con esmero por el carismático Constantinos Carydis, en una interpretación muy sensible y precisa que aporta una calidad innegable a esta obra en cinco movimientos bastante singular. Escrita para violín, cuerdas, arpa y percusión e inspirada en El banquete, uno de los clásicos diálogos de Platón, Bernstein la estrenó en 1954 en el Teatro La Fenice, de Venecia.
La composición muestra primero (Lento – Allegro marcato – con fuoco) el retrato de Pausanias de Atenas, en el Fedro, utilizando cuerdas apoyadas activamente por diferentes instrumentos de percusión. Ambos diálogos, el Fedro y El banquete, conforman la idea del amor platónico, sin lazos sexuales ni románticos propuesto por filósofo griego allá por el 370 o el 380 aC.
Aristófanes (Alegretto), que constituye la segunda sección de esta Serenata, es muy animada, pero la siguiente, Erixímaco (Presto) es claramente más marcial, marcada por demoledoras intervenciones del tambor. Agatón de Atenas (Adagio), el cuarto movimiento, aunque comienza con calma, de pronto ve cómo el cielo se oscurece y estallan violentas tormentas.
Sócrates, Alcibíades (Molto tenuto – Allegro molto vivace – Presto vivace), la sección más desarrollada de esta composición, crea un clima tenso, casi opresivo, caracterizado por una especie de enfrentamiento entre los timbales y las cuerdas. Leonard Bernstein, utilizando escritura neoclásica, le da a esta Serenade mucha fuerza y cohesión.
Trascendencia
Notas agudas y jadeantes de la violinista Midori se elevan en la gran sala auditorio de la Philharmonie de Colonia; su instrumento suspira, se va de este mundo y del universo, pero absolutamente controlado por ella. La sonoridad de la orquesta desciende sobre la voz solista, la entierra y se eleva al siguiente clímax tutti. Pareciera como si la yuxtaposición de un solo instrumento pequeño y un gran colectivo sinfónico constituyera un símbolo del individuo a merced de la vida y la naturaleza en el espacio.
Muy lejos ha quedado aquel incidente en Tanglewood cuando, dirigida por el mismísimo Leonard Bernstein, la joven Midori, a la sazón de 14 años, tocaba por primera vez esta Serenata, asombrando al público en una hercúlea actuación que fue portada del New York Times al otro día, y para la que necesitó tres violines; dos de ellos sufrieron sucesivamente la rotura de la cuerda ''mi'' en el mismo concierto. Esto no ocurre con su Guarneri, ex Huberman, de profunda y encantadora resonancia. Tres veces salió y entró de nuevo al escenario Midori para recibir y agradecer con reverencias las efusivas aclamaciones del público.
Mahler
La velada se abrió con una rareza: Blumine, de Gustav Mahler. En 1888 el compositor no se decidía entre concebir su obra en re mayor como un poema sinfónico o como una sinfonía. En la que más tarde sería su Sinfonía nº1, la división a gran escala de los movimientos en dos partes, prevista en un principio, se abandonaría con el tiempo, al igual que un movimiento adicional que originalmente iba en segundo lugar y que todavía se interpreta ocasionalmente bajo el nombre de Blumine. El trompeta solista (Peter Mönkediek) se ubica esta tarde en primera fila de la WDR Sinfonieorchester y entrega una interpretación sumamente equilibrada y serena de este Sinfonischer Satz (Movimiento sinfónico), Andante con moto, que debe su nombre a una obra del escritor Jean Paul, a quien Mahler admiraba mucho.
El movimiento no encajaba en el concepto general de Titán por varias razones. Musicalmente era demasiado apacible para sus tormentas celestiales; la orquestación más pequeña tampoco cuadraba en la imagen sonora. Además, los críticos tacharon esta música de supuestamente "trivial". Así quedó sellado el destino del movimiento: en 1896 Mahler lo prohibió en la Sinfonía nº 1 y pasó al olvido, hasta que 70 años más tarde fue redescubierto en 1966 por el biógrafo del compositor Donald Mitchell en la Universidad de Yale, a partir de la copia de una partitura que se utilizó en Hamburgo.
Dimitri Mitropoulos
Tras el intervalo, la Orquesta Sinfónica de la WDR (la Radio de Colonia), dirigida (siempre sin batuta) por Constantinos Carydis entrega Burial (Entierro), cántico fúnebre orquestal del compositor y pianista Dimitri Mitropoulos, uno de los más destacados directores de orquesta del siglo XX, cuya figura oficia de enlace con las obras y autores incluídos en este concierto. De una intensidad emocional extraordinaria, Burial (-attaca-) fue compuesto en 1915, cuando el joven tenía apenas 19 años, bajo el impacto de los horrores de la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918).
La WDR Sinfonieorchester evoca en el programa de mano una de sus grabaciones legendarias de la 6ª Sinfonía de Gustav Mahler, el 31 de agosto de 1959, en la Casa de la Radio (Funkhaus) en Colonia, con el mago del sonido en el podio: Dimitri Mitropoulos. Un año antes éste había cedido su puesto de director titular de la Filarmónica de Nueva York a Leonard Bernstein. Varias veces dirigió Mitropoulos a la Orquesta Sinfónica de la WDR con un repertorio tan variado como su personalidad.
Su labor compositiva es menos conocida y es maravilloso apreciar en Burial, cómo esta música de principios de la era moderna extiende sus tentáculos hacia el pasado, verbigracia hasta el preludio coral de Johann Sebastian Bach Nun komm, der Heiden Heiland BWV 659, que destila un aura sonora similar en el arreglo orquestal de Ottorino . A los 16 años, Mitropoulos ya había interpretado la Fantasía y fuga en sol menor BWV 659 de Bach. Pero Burial también parece apuntar al futuro, por ejemplo al primer movimiento de la 3ª Sinfonía de Henryk Górecki (Sinfonía de las lamentaciones). En resumen, un despliegue de talento del joven Dimitri Mitropoulos entregado con abisal profundidad por la WDR Sinfonieorchester con un Constantinos que tiene geniales ideas para cada compás.
Dmitri Shostakovich
Impresionante fue también la interpretación de la Sinfonía nº 9 en mi mayor op 70 de Dmitri Yevgueni Mavrinski) despertó la ira del dictador Iosif Stalin, quien se quejó de la ausencia de voces y especialmente de un gran coro final.
En su lugar, la partitura consta de cinco movimientos extremadamente concisos, una ruptura con las dos sinfonías anteriores. El primer movimiento (Allegro) es increíblemente breve, ligero y humorístico, rozando lo grotesco, y tan despierto como la Sinfonía Clásica de
Mavrinsky diría críticamente en aquel entonces que Shostakóvich había escrito aquí música "contra los filisteos, con su complacencia e hinchazón, su preocupación por dormirse en los laureles". La WDR Sinfonieorchester hace gala esta tarde de una increíble agudeza sonora.
Aquí se pone en evidencia de forma contundente la formidable capacidad de los músicos de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Colonia para hincarle el diente profundamente a este lenguaje de Shostakovich, la perfección instrumental de todos los atriles (destacando a los vientos metales y las maderas) y la cohesión general de un colectivo musical, trabajando al máximo bajo la dirección (siempre manual) de Constantinos Carydis. ¡Enhorabuena!
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