Alemania
Mozart Universum
Juan Carlos Tellechea
El éxito musical vuelve a estar en esta matiné bajo la dirección de Christoph Koncz y el brío de la orquesta Deutsche Kammeramademie Neuss. El concierto comienza con la Obertura (en tres movimientos: rápido, lento, rápido) del dramma per musica Lucio Sila (1772), la tercera ópera (poco honrada oficialmente) encargada a Wolfgang Amadé Mozart, a la sazón de 16 años de edad, para el Teatro Regio Ducal de Milán, y que marcó su nacimiento como dramaturgo.
Las diáfanas cuerdas, los vitales trinos, los vientos y el resonar de los timbales dan una idea del apasionante análisis psicológico elaborado por Mozart sobre las oscuras pasiones del alma humana. La obra, última estrenada en Italia, fue escrita para los carnavales milaneses. Las dos precedentes fueron su ópera seria Mitrídates, rey de Ponto (1770) y la festa teatrale Ascanio en Alba (1771).
Comparada con otros grupos similares, la Deutsche Kammerakademie Neuss ocupa un lugar envidiable: un sonido cultivado e intenso, resaltado por el deseo de preservar la ambivalencia de esta partitura entre el respeto por la tradición y la modernidad, a la luz de los inusuales efectos armónicos con que Mozart la condimenta. Una aceleración tan imperceptible del tempo, que libera el movimiento interior, el cuidado puesto en la seccion de vientos, y la manera de componer. Todo esto se puede medir por la pasión que el joven director Christoph y sus músicos sienten en cada frase.
Krönungskonzert
En segundo término la orquesta ofreció el Concierto para piano y orquesta nº 26 en re mayor KV 537 Krönungskonzert (Concierto de la coronación, estrenado en Dresde en 1789) con la celebrada pianista Éloïse Bella Kohn. entregó una interpretación fresca, enérgica y diáfana desde el Allegro y el Larghetto. No es ésta una de las obras maestras de Mozart, pero sí una de sus más extrovertidas.
De rica instrumentación orquestal, que exceptúa al clarinete, este concierto, más ligero e infinitamente menos dramático que otros anteriores, conquistó rápidamente a todos los públicos de su época (y aún hoy es el caso), gracias al Allegretto final de franco regocijo que repele con vigor la tristeza y la tensión que perseguían a los Conciertos números 20, 22 y 23 de Mozart.
El compositor había utilizado a menudo el clarinete en sus conciertos para piano anteriores. La ausencia de este instrumento se haría patente asimismo en dos de sus cuatro últimas Sinfonías (38 a 41). Solo las números 39 y 40 de Mozart se beneficiarían de la considerable aportación del clarinete, que ya anunciaron Ludwig van Beethoven, Carl Maria von Weber y Franz Schubert.
Los efusivos aplausos del público fueron retribuidos por Éloïse Bella Kohn con una muy delicada y sensible interpretación del segundo movimiento, Siciliano, de la Sonata II en mi bemol mayor, para flauta y clave, BWV 1031 (ca. 1730), de Johann Sebastian Bach, transcrita para piano por Wilhelm Kempff.
La Linzer Sinfonía
Cuando el espectador trata de absorber la música de Mozart muy intensamente, sin ninguna interferencia externa, tal vez con los ojos cerrados, siente de repente cuánto se ha desprendido de la contraparte del cuerpo sonoro; solo puede escuchar la música, el sonido formado y nada más. Es la música que ahora lo envuelve completamente, lo penetra, le hace balancearse suavemente sobre el asiento, como se puede observar en la sala, y de pronto le suena desde dentro
Majestuosa como las montañas
Así, el primer movimiento de la Sinfonía nº 36 en do mayor KV 425 Linzer Sinfonía (Sinfonía de Linz), de Mozart, envuelve al público al unísono en un heroico y amplio Adagio. Pero pronto los oboes y el fagot reciben pasajes melódicos distintos, las cuerdas continúan templándolos y, al poco tiempo, la tensión que se había acumulado repentinamente se inclina hacia la ligereza de un Allegro Spiritoso vívido y dinámico. El esplendor se incrementa triunfalmente hasta el tutti final.
Mozart le dio al segundo movimiento, un Andante, una encantadora atmósfera alpina con el uso de timbales, trompas y trompetas. Esta composición fue creada durante el viaje del compositor por Linz, y las montañas pueden haber sido su inspiración.
En términos de danza, el Menuetto apareció luego como tercer movimiento, y en el último, el Presto, la estructura tipo sonata y la voz rítmica-armónica principal crean la impresión de una polifonía brillante, en la que contribuye también la flauta.
Muy merecidas ovaciones y exclamaciones de aprobación a voz en cuello cerraron esta matiné colmada de público con la Deutsche y su director Christoph Koncz. La orquesta anuncia ya su programa de conciertos de Navidad en esta Zeughaus, el 10 de diciembre, con obras de Mozart y de Pēteris .
Comentarios