Discos
Compositores sevillanos casi desconocidos
Nipper Larrañaga
No conocía a la pianista y organista formada en el Conservatorio Superior de Sevilla, y actualmente ampliando sus estudios con Els Biesemans (órgano) y Karl-Andreas (piano). Caballero ha actuado frecuentemente como organista y solista de órgano (entre otras con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria), pero mucho menos como pianista hasta debutar discográficamente con este disco, que está presentando en algunas salas de concierto españolas.
Como explica en su página web y en las notas que acompañan al disco (firmadas por la propia Auxiliadora Caballero y por Andrés Galán, quien fue profesor de órgano de Caballero y colabora con ella en este disco) el disco gira en torno a la música de (Albaida, 1872 - Sevilla, 1934), sobre quien Caballero realizó su trabajo de master en la Universidad de Valencia, trabajando tanto sus aspectos biográficos y musicales como la interpretación de sus obras al piano.
Y ese es el primer elemento valioso de este disco, la posibilidad de descubrir a un compositor escasamente conocido fuera del ámbito sevillano. Eduardo Torres, valenciano, fue maestro de capilla de la Catedral de Sevilla desde 1910 hasta su muerte y se movió en la estela de Manuel de Falla, con quien colaboró por ejemplo en la creación de la Orquesta Bética de Cámara, además de ser un destacado profesor de piano (en el Ateneo de Sevilla y en la Sociedad de Amigos del País) y uno de los promotores de la creación del Conservatorio de Música de Sevilla.
Junto a Eduardo Torres, de quien se presentan en el disco cuatro piezas, Auxiliadora Caballero recoge otras cuatro obras para piano de Luis Leandro Mariani (1864-1925), otro músico sevillano -de origen italiano-, una del riojano Evaristo García Torres (1830-1902), maestro de capilla de la catedral de Sevilla entre 1864 y 1902 y profesor de Luis Leandro , Joaquín y Manuel , y finalmente, para cerrar el disco, la Jota de concierto del compositor y concertista de piano navarro -aunque establecido en Madrid- Joaquín (1865-1945), una obra que fue muy popular a principios del siglo XX, tanto en su versión para banda como en el arreglo para piano, aunque ahora sea una rareza más.
Dado que no conocía las obras y hasta donde yo sé esta es la primera grabación discográfica de ellas -excepto la Jota de Larregla (que hasta la toca Evgeni Kissin)- no es fácil juzgar la interpretación. Si me baso en el canon interpretativo de compositores españoles coetáneos, las versiones de Auxiliadora Caballero, especialmente de la Jota de Larregla, me resultan un poco académicas o pulidas de más, le falta eso que solían tener los pianistas de la época, quienes a menudo fallaban notas (Caballero por supuesto no lo hace) pero en cambio tenían 'empuje', 'gracia', y una serie de adjetivos vinculados a 'valores masculinos' (un tema que preocupaba mucho en esos años finales del XIX, tanto en la Alemania de Brahms como en la España de Isabel II y Alfonso XII).
De igual modo me hubiera gustado una Plegaria del cenobita de Evaristo García Torres más chopiniana o mendelssohniana -o cuando menos parecida a su obvio modelo, la famosísima La plegaria de la Vírgen de la compositora polaca Tekla Badarzewska-Baranowska (1823-1861)- y además mejor grabada, porque el sonido del piano resulta especialmente duro en esta obra.
Entre las obras que más me gustaron del disco está La Macarena y Al pie de la reja de Luis Leandro Mariani, donde Caballero se suelta algo más -saca ese estilo andaluz que tan popular era en la música de salón decimonónica- y el piano suena bastante mejor, y la meditativa Brumas, también de Mariani.
Y por supuesto las obras de Eduardo Torres, donde se junta un compositor que me parece mejor que García Torres o Mariani, y la pianista parece haber reflexionado más sobre su interpretación. La chopiniana Cantinela (1934) es una preciosidad y por momentos me recuerda un compositor anterior, Marcial del Adalid (1826-1881), que siempre me gusta. Nostalgia (1926) tiene momentos interesantes, pero no 'acaba de arrancar' y no se crea el suficiente contraste sonoro entre las secciones. La canción triste, publicada como las otras tres de Torres en versiones para órgano, por más que sean claramente pianísticas (Torres era sacerdote y la Catedral de Sevilla, donde era maestro de capilla, le forzaba a centrarse en la música religiosa, por más que sus obras no siempre 'encajaran' en el modelo esperado), es bonita pero algo repetitiva. Porticum es la más organística de las cuatro, sobre todo en las frecuentes secciones acórdicas, y aunque Caballero habla en sus notas del disco de "episodios líricos inundados de sabor jondo" y de "resonancias del lenguaje neoclasicista del Falla de aquel periodo", yo no acabé de percibirlos.
En resumen, el mayor valor del disco está en la selección de obras, interesantísima, y no en la interpretación, a la que tampoco le ayuda una grabación donde se cuidó poco la calidad del sonido. En cualquier caso un disco casi obligado para los interesados en la apasionante música española de finales del XIX y comienzos del XX que deseen salirse de la trilogía Albéniz - Falla - Granados, por otra parte maravillosa. Pero a menudo los compositores menos geniales, como los recogidos en este disco, nos permiten descubrir mejor el estilo de una época.
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