Alemania
A Kiss to the World, realidad pura y dura de la vivencia humana
Juan Carlos Tellechea

Dominique Dumais fue aclamada esta tarde en la Ópera de Düsseldorf, tras el estreno mundial de su coreografía y puesta en escena en dos actos de A Kiss to the World, creada expresamente para el Ballett am Rhein, que dirige Demis Volpi.
La música de Aleksandra Vrebalov, Georg Friedrich Händel, Wolfgang Amadé Mozart, Zbigniew Preisner, Patrick Watson y Ludwig van Beethoven, fue brillantemente interpretada por la orquesta Düsseldorfer Symphoniker, bajo la diestra égida de Katharina Müllner. La soprano Bogdana Bevziuk, así como los solistas Alina Bercu (piano) y Gabriel Sorel Bala-Ciolanescu (viola) tuvieron asimismo intervenciones muy destacadas y fueron especialmente ovacionados por el público.*
* Conocidos coreógrafos internacionales asistieron al estreno mundial esta tarde como simples espectadores. En el primer acto, en medio de un luminoso loft, con grandes ventanales, dominó más una coreografía de teatro-danza, mientras que en la segunda parte éste subgénero se replegó un poco para dejar más campo al ballet moderno, aunque ambos perfectamente combinados.
Quien espere erotismo de esta velada de ballet con el prometedor título de Un beso al mundo se equivoca. La coreógrafa aborda el tema desde otro ángulo, mucho más poético y cargado de simbolismos. Formada en la Escuela Nacional de Ballet de Toronto, Dominique Dumais ingresó en 1984 al Ballet Nacional de Canadá, donde fue solista y bailó tanto el repertorio clásico como el contemporáneo.
Desde la temporada 2018 / 2019 dirige la Compañía de Danza del Mainfranken Theater de Würzburgo, con la que ha estrenado recientemente, entre otras, Chansons, Muttersprache, Ludwigs Leidenschaften (sobre la vida y obra de Beethoven) y Mythos, sobre el panteón de los dioses de la Antigua Grecia, que recopila verdades que acompañan a la humanidad hasta nuestros días.
Elementos y recursos
Algunos elementos escénicos y recursos dancísticos de estas piezas, propios del estilo personal de Dumais, son reconocibles en A Kiss to the World, en la que entabla un diálogo con los bailarines para explorar sus cuerpos y movimientos con su singular lenguaje. Los seres humanos viven dentro de las normas sociales, pero algunos se salen de ellas.
En la primera parte hay más comedia física, corridas de aquí para allá y de allá para aquí; el beso propiamente dicho, como promesa, símbolo, fugaz y duradero a la vez, surge tan solo en la segunda parte, en el mismo loft, pero en medio de un paisaje otoñal (escenografía Tatyana van Walsum, también vestuario), como el del final de la vida.
Es éste el momento en el que dos círculos de bailarinas y bailarines se acurrucan el uno contra el otro; un cuerpo celeste en osculatriz (del latín osculari, besar) nos muestra que estamos rodeados en un universo que entra constantemente en contacto, cuyas curvas se encuentran una y otra vez en este toque único.
Placa de rayos X
Cuando el espectador ingresa a la sala de la Ópera de Düsseldorf ve proyectada sobre el telón que domina el escenario una imagen de rayos X que capta el beso en los labios de dos personas, su cavidad bucal, la dentadura y (muy tenuemente) los músculos que actúan en el proceso. Cada individuo besa promedialmente unas 100.000 veces a lo largo de su vida. Desde el primer beso de la madre a su hija o hijo recién nacidos, hasta el último ósculo antes de la muerte.
Más de 30 músculos se mueven con cada una de estas caricias labiales. Cinco de los doce nervios craneales más importantes se activan al besar. Mucho se ha escrito, cantado, escrito e investigado sobre los besos. Ni que hablar de las representaciones pictóricas, plásticas y fotográficas. Dominique Dumais se propuso abordar el fenómeno del beso como símbolo de afecto y de amor a través de la danza.
Flujo musical
La música, excelentemente ensamblada sin solución de continuidad, transcurre también con fluidez y naturalidad a lo largo del hilo conductor de la coreografía: Starry night, Danube Étude, Ur Song, Dozivenja Andela (Angelic Incantations) y This Kiss to the Whole World, de la serbio-estadounidense ; la Suite nº 4 en re menor HWV 437 (tercer movimiento), de ; la Sinfonía nº 25 en sol menor KV 183 (primer movimiento Allegro con brio) de Mozart; Valley of Shadows: Wake Up de ; Lost with you, Je te laisserai des Mots, de ; y el Concierto para piano nº5 en mi bemol mayor op 73 (segundo movimiento 'Adagio un poco mosso') de Beethoven.
Decenas de estrenos mundiales
Entre marzo de 2013 y agosto de 2016, Dumais trabajó en el Teatro de Mannheim como subdirectora de ballet y después como coreógrafa independiente y profesora hasta su nombramiento en Würzburgo. Su producción creativa es notable: la canadiense ha sido responsable de más de 40 estrenos mundiales, incluidos doce largometrajes como Frida Kahlo y El Principito.
Bailar está en su ADN, pero como coreógrafa y directora de ballet Dumais se ha alejado en gran medida del ballet clásico. Está convencida de que la máxima expresión de la belleza no está en este subgénero, como tampoco la belleza de una mujer no está solo en llevar tacones altos. Ella es de la opinión de que la danza contemporánea puede aportar una visión profunda de la naturaleza humana.
Responsabilidad
Cuando observamos en detalle los movimientos y pasos desplegados en A Kiss to the World se advierte que Dumais no solo presta atención a las habilidades individuales de mujeres y hombres, sino también en su capacidad de armonizar como grupo. Todo es cuestión de relaciones; la química entre los integrantes de una compañía tiene que ser la adecuada; cada bailarina y cada bailarín debe estar dispuesto a asumir responsabilidades; de ahí que la coreógrafa se abstenga de controlarlo todo estrictamente, porque quiere que los integrantes del elenco sigan siendo individuos.
El ballet, la danza contemporánea, el trabajo en pareja (los pas de deux son una de una exquisitez soberbia) y la improvisación no faltan en esta pieza. El diálogo personal entre el cuerpo de baile y la directora funciona, por lo que sus integrantes son capaces de expresar algo que llevan dentro (historias, experiencias personales) sin caer en clichés.
Improvisación
Los elementos de improvisación juegan siempre un papel importante. El salirse de los moldes conocidos permite a Dumais ver cosas nuevas como coreógrafa. Ella busca la sabiduría del término medio, si la danza está demasiado estructurada todo parece igual, pero si el movimiento es demasiado libre, falta entonces la estructura. Por eso combina siempre teatro-danza con el ballet moderno.
La acción de A Kiss to the World no tiene lugar siempre en el centro del escenario, sino también en sus márgenes y en el suelo, como acostumbra Dumais en todas sus producciones. La fuerza de la gravedad forma parte de la naturaleza humana. Cuando el movimiento parece una pérdida de control, y semeja más una pelea que una danza, es probable que sea una expresión de lo que siente realmente el público.
El teatro y la danza no deben igualarse a un cuento de hadas de Walt Disney, los siete enanitos y Blancanieves, sino a la realidad pura y dura de la vivencia humana.
Notas
1. Música de Aleksandra Vrebalov (Starry night, Danube Étude, Ur Song, Dozivenja Andela / Angelic Incantations, This Kiss to the Whole World), Georg Friedrich Händel (Suite nº 4 HWV 437 en re menor, 3. Sarabande), Wolfgang Amadé Mozart (Sinfonía nº 25 en sol menor KV 183, 1er movimiento Allegro con brio), Zbigniew Preisner (Valley of Shadows: Wake Up), Patrick Watson (Lost with you, Je te laisserai des Mots), Ludwig van Beethoven (Concierto para piano nº 5 en mi bemol mayor op 73, 2do movimiento Adagio un poco mosso).
2. Bailarinas y bailarines: Paula Alves, Marta Andreitsiv, Joaquin Angelucci, Doris Becker, Daniele Bonelli, Jack Bruce, Wun Sze Chan, Orazio Di Bella, Sara Giovanelli, Futaba Ishizaki, Lotte James, Evan L'Hirondelle, Samuel López Legaspi, Pedro Maricato, Miquel Martínez Pedro, Clara Nougué-Cazenave, Emilia Peredo Aguirre, Ako Sago, Kauan Soares, Edvin Somai, Vinícius Vieira, Elisabeth Vincenti, Long Zou.
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