España - Madrid

Un director competente mejora a una orquesta

Maruxa Baliñas
lunes, 4 de marzo de 2024
Charles Dutoit © Luzerner Sinfonieorchester Charles Dutoit © Luzerner Sinfonieorchester
Madrid, viernes, 23 de febrero de 2024. Auditorio Nacional. Sala sinfónica. Maurice Ravel, Ma Mère, l’Oye (Mi madre, la oca) (1910/1911). Igor Stravinsky, Sinfonía de los Salmos (1930). Ludwig van Beethoven, Sinfonía nº7, op. 92 (1812). Orquesta y Coro (Josep Vila, director) de la Comunidad de Madrid. Charles Dutoit, director. Ciclo Sinfónico - Coral V.
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Escuchar a Dutoit siempre es un placer y más si se trata de Ravel, un compositor que le resulta afín. Y la Sinfonía de los Salmos de Stravinsky es una obra poco habitual en concierto. De modo que había dos atractivos grandes en el concierto y la Sinfonía nº 7 de Beethoven era sin duda el tercero. 

Charles Dutoit (Lausanne, 1936) dirigió mucho más de lo que le recuerdo de otras ocasiones (por lo menos en tres ocasiones con la Royal Philharmonic Orchestra, curiosamente), indicando casi todo, probablemente porque la ORCAM no es su orquesta -no sé si era la primera vez que la dirigía- y no se 'fiaba' tanto de ella. Y la ORCAM le respondió: aunque en momentos puntuales se notaba que iba casi forzada, el rendimiento general fue muy bueno y hubo momentos en los que sonó como una orquesta de primer nivel. No fue el concierto de la ORCAM que más disfruté, pero sí en el que la orquesta sonó mejor, y una orquesta capaz de responder tan bien a un director invitado, con flexibilidad y adaptándose a él, tiene mucho mérito además de ser, en en territorios meridionales, una rara avis

La interpretación de Ma Mère, l’Oye de Ravel fue una 'gozada'. Dutoit la planteó lenta y calmada, casi demasiado en la 'Pavane de la Belle au bois dormant' pero sin que la tensión desapareciera en ningún momento; relajada y disfrutando del sonido -preciosos efectos los de la concertino en 'Petit Poucet' y en general en 'Le Jardin féerique'-; con ritmo cuando era necesario, como en 'Laideronnette'; y sólo me resultó desconcertante en 'Les entretiens de la Belle et de la Bête' donde Dutoit optó por una versión dramática que no entendí. 

La Sinfonía de los Salmos es una obra complicada para cualquier orquesta, Stravinsky la escribió para celebrar el cincuenta aniversario de la Sinfónica de Boston y -lógicamente- intentó que hubiera momentos de lucimiento para toda la orquesta y para determinados solistas (sí, a pesar de que suprima los violines, violas y clarinetes, hay virtuosismo orquestal). La ORCAM la eligió seguramente porque permitía el lucimiento tanto de la orquesta como del coro, pero creo que no acertó. La orquesta está en un momento bueno pero el coro no dominó la partitura, más bien se dejó dominar por ella. 

En general fue una versión curiosa, porque Dutoit la planteó de un modo muy camerístico, de hecho aumentó la orquesta respecto a Ravel, pero tampoco tanto, y casi siempre optó por la ligereza del sonido. Tendió a reservar la potencia para el coro, sobre todo en los dos primeros salmos, de modo que se creara un contraste voces-instrumentos que no sé si era lo que pretendía Stravinsky pero funcionó bien. 

El Coro de la ORCAM, dirigido por Josep Vila y Casañas, comenzó el primer salmo con algunos problemas, sobre todo entre los hombres, para luego cantar el segundo y especialmente el tercer salmo mucho mejor, pero los 'juegos' y contrastes de pequeños grupos dentro del coro pasaron casi desapercibidos y tendió a ser una versión plana, sobre todo en comparación con la orquesta que hizo una versión muy buena. En general la orquesta y sus instrumentistas concretos se lucieron en todas las ocasiones que Stravinsky les proporciona, y respondió sobradamente tanto en los momentos de ritmos tajantes como en aquellos donde sólo se esperaba que demostraran su capacidad de acompañar. 

El momento más destacado, no sólo de la obra sino de todo el concierto, fue sin duda el tercer movimiento de la Sinfonía de los Salmos. Dutoit planteó el 'Laudate Dominum' final muy lento, al punto de que orquesta y coro 'casi' se despistaron con tanta sutileza y mimo sonoro, pero la clave está en ese 'casi': Dutoit logró un final mágico que yo seguí tarareando u oyendo mentalmente durante todo el descanso del concierto e incluso mientras esperaba la llegada del autobús casi una hora después. 

La Séptima sinfonía de Beethoven, con la que cerraron el concierto, fue para mí -el público en general aplaudió mucho- la obra más débil del programa. En una obra como esta, donde las referencias sonoras del oyente son tantas y a veces tan buenas, resulta arriesgado ofrecer una versión donde en realidad no se tiene nada nuevo que aportar. Dutoit planteó una versión rápida, tanto en el Vivace del primer movimiento como en el cuarto movimiento en general y la orquesta no siempre era capaz de seguirle, en el Vivace inicial fue forzada y en el Allegro con brio se limitó a seguir el tempo y dar todas las notas sin sutilezas sonoras, simplemente avanzando con decisión y sin perder la fuerza 'motórica' y el concepto impuesto por Dutoit, pero incluso con algunos errores puntuales (las trompas especialmente, pero sin llegar a 'pifiar', y la percusionista poco exacta). En el tercer movimiento, me hubiera gustado que Dutoit se atreviera a ser más haydiniano, más desenfadado, pero optó por suavizar los contrastes melódicos y dinámicos creando un 'Presto' poco variado, plano incluso. El Allegretto, segundo movimiento, fue como siempre una gozada, es tan precioso y tan bien escrito, suena siempre tan apasionante, que con que el director mantenga la tensión -y Dutoit lo hizo sobradamente- es más que suficiente.  

Como pequeños detalles, añadir que la traducción de los textos de la Sinfonía de los Salmos fue deficiente. El responsable podía haber utilizado la traducción convencional que se usa litúrgicamente en España o bien haber traducido de la Biblia del Rey Jaime -en la que se basó Stravinsky y que es bellísima literariamente- pero aparentemente decidió hacer una traducción propia a su modo. 

Las notas al programa debían consultarse online a partir de un código QR, pero no debía estar muy bien impreso porque era difícil que el móvil lo leyera (noté que le pasaba a más gente que a mí). Y el contenido de las notas tenía demasiados errores y sobre todo usaba unos planteamientos obsoletos incluso en una obra tan estudiada como la Séptima sinfonía de Beethoven. 

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