Alemania
Vivaldi recomposed, por la Deutsche Kammerakademie Neuss am Rhein
Juan Carlos Tellechea
Max Richter es hoy uno de los representantes más conocidos de un nuevo tipo de música que algunos llaman neoclásica. Sin embargo, el compositor de origen alemán, criado en el Reino Unido, no es tan fácil de encasillar en un género que en los últimos tiempos ha llamado poderosamente la atención, sobre todo con dignos y ligeramente melancólicos sonidos de salón.
Esta tarde del domingo de Ramos, la Deutsche Kammerakademie Neuss, dirigida por la violista y violinista Isabelle van Keulen, abrió y cerró brillantemente un concierto con dos de sus composiciones: On the Nature of Daylight y Recomposed: Vivaldi – The Four Seasons, respectivamente. En el medio del programa interpretó el Cuarteto de cuerda nº 2 "Company", de Philip , y el Concierto para violín en mi menor RV 277 "Il favorito", de Antonio .
Rúbrica sonora
Si bien inicialmente permaneció ignorado por el gran público, la irrupción de Max Richter se produjo en 2004 con The Blue Notebooks, y fue uno de los primeros compositores en combinar elementos clásicos y electrónicos con influencias post-rock.
El título es un homenaje a Franz Kafka, quien anotaba sus pensamientos más íntimos en cuadernos azules. Para , quien dice identificarse mucho con Kafka, este escritor bohemio de lengua alemana nacido en Praga en 1883, es el "maestro de las dudas", principalmente sobre sí mismo. Kafka a menudo se decía con interrogación:
"Soy el final (de una larga tradición literaria) o el principio?" (de algo completamente nuevo, a partir de los fragmentos de esa tradición).
Probablemente On the Nature of Daylight, con la que se abrió la velada, sea la pieza más conocida de The Blue Notebooks. Concebida originalmente como pieza de protesta antibelicista, Sobre la naturaleza de la luz diurna se ha convertido desde hace tiempo en una especie de rúbrica sonora que define la exitosa carrera de Richter como compositor, incluso para bandas sonoras de películas de Hollywood. El tema es también conocido por los filmes Shutter Island, de Martin Scorsese, y La llegada, de Denis Villeneuve.
La
Centenario
Alemania conmemora en estos meses el centenario de la muerte (parada cardíaca) de Kafka, el 3 de junio de 1924, en un sanatorio de Kierling, Baja Austria. Siete años antes se le había diagnosticado tuberculosis. La televisión alemana (ARD), en cooperación con la Radio y Televisión Austríaca (ORF) ha difundido una excelente miniserie documental sobre su vida titulada Kafka, que quizá permita al gran público conocer mejor su influyente literatura.
El Archivo Alemán de Literatura (Deutschen Literaturarchiv, DLA), con sede en Marbach (no lejos de Stuttgart), inaugura una exposición el 12 de mayo denominada Kafkas Echo (El eco de Kafka), que no solo se centra en los libros que él mismo leyera, sino también en la recepción productiva y artística de su obra a través del tiempo y de las áreas lingüísticas.
Company
A menudo se considera a Philip Glass como uno de los exponentes del minimalismo, al lado y siguiendo los pasos de Steve Reich. Esto es cierto en parte. Aunque su estilo de escritura conocido como minimalista estuvo en el centro de sus composiciones hasta la década de 1980, luego rompió con él para ampliarlo y abrazar un clasicismo que hoy se reafirma.
Sus nueve cuartetos (el último es de 2022) son un buen ejemplo de esta evolución estilística. En cualquier caso, se caracterizan por el arte de la pequeña forma, que es sin duda su denominador común. Y lo hacen superando el tópico comúnmente aceptado de música exclusivamente repetitiva, aunque sean muy variados en su estilo. El fenómeno de la amplificación sonora se aplica a un patrón rítmico muy desarrollado, a menudo imperceptiblemente. Es serialismo, pero tratado de forma muy personal, y siempre en el deseo de permanecer dentro de la tonalidad.
Originalmente escrito para la puesta en escena de Company de Samuel Beckett, el Cuarteto de cuerda nº 2 "Company" (1983) de Philip Glass, en su versión para orquesta, consta de cuatro movimientos que utilizan de nuevo la fórmula repetitiva y la polirritmia. No se sabe cómo empieza ni dónde acaba, pero es manifiestamente melancólico. Además, las pausas a mitad de frase pueden crear sorpresa y suspender el tiempo y esto es lo que ocurre precisamente con la cautivante interpretación de la Deutsche Kammerakademie Neuss, dirigida por Isabelle van Keulen.
El tema principal está subyugado por arpegios en tonalidades menores a lo largo de los cuatro movimientos. Todos están muy y estrechamente relacionados entre sí. El II movimiento es más rápido que el primero, con un giro en espiral; el III, más sosegado, es onírico, al igual que el último (IV), que continúa el mismo flujo e introduce una semblanza de melodía.
Vivaldi
El Concierto para violín y orquesta en mi menor RV 277 de Antonio Vivaldi, tocado aquí antes del intervalo, se convirtió en "Il favorito" del emperador Carlos VI de Habsburgo cuando lo escuchó por primera vez en Trieste en 1728 al serle presentado el compositor por la delegación veneciana que venía a su encuentro.
No era de extrañar. Esta tarde la Deutsche Kammerakademie Neuss dirigida por Isabelle van Keulen maneja una hermosa paleta auditiva e inunda la sala con esa música pegadiza del tema triádico del primer Allegro, combinado con un cromatismo ornamentado. Esto contrasta con los virtuosos solos de violín de Isabelle van Keulen, que en su mayoría están acompañados por las cuerdas agudas sin bajo y se elevan casi con arrebato hacia los registros agudos.
En el Andante se prescinde del bajo continuo y Vivaldi escribe una especie de passacaglia ingrávida en la partitura. La violinista y directora de la orquesta de cámara despliega así sus amplios arcos melódicos sobre el tema de la viola, que se repite constantemente, en un solemne compás triple, enriqueciéndolo cada vez más con ornamentaciones. Después de este intermezzo de ensueño, el último Allegro ofrece un final enérgico en ritmo dancístico. Su tema saltarín es la contrapartida en clave menor del final de caza del concierto de "Otoño" de las Cuatro estaciones, entreabriendo así la puerta para lo que vendría en la última parte del concierto.
Vivaldi murió diez meses después de su llegada a Viena y fue enterrado el 28 de julio de 1741 en una sencilla tumba en el Hospital Gottsacker, frente a la Puerta de Carintia, donde hoy se encuentra el edificio principal de la Universidad Politécnica de Viena (Karlsplatz 12). Los restos de Antonio Vivaldi descansan ahora en la Karlskirche (Iglesia de San Carlos Borromeo) vienesa, donde tienen lugar regularmente conciertos en su honor. Una placa conmemorativa instalada allí en su honor evoca aquel hecho. En 1972 una calle del próximo distrito Wien-Favoriten, situado a unos cinco kilómetros más al sur, recibió el nombre de Vivaldigasse.
Cambian los gustos
Hacia 1730, los gustos musicales habían empezado a cambiar. Las composiciones de Vivaldi atraían cada vez menos al público veneciano. Esta es probablemente la razón por la que se trasladó a Viena en 1740 para buscar el apoyo del emperador Carlos VI, quien murió en octubre de 1740. El que fuera el músico más famoso de Europa pasó así desapercibido para el mundo musical vienés.
Sin embargo, el compositor no perdió ni su inspiración ni su brío en esa época. La inventiva caracterizaba tanto la parte solista como los ritornellos orquestales. La escritura violinística alcanzaba entonces un refinamiento extremo, rayano en el preciosismo en las articulaciones y el fraseo, así como en la ornamentación y la búsqueda del cantabile lírico.
Paradójicamente, hay una cierta simplificación armónica y melódica, y un cambio de gusto hacia un enfoque centrado en el afecto y la elocuencia lírica emocional. El resultado son pasajes brillantes y fluidos, ornamentaciones refinadas y amplios saltos interválicos.
Vivaldi murió diez meses después de su llegada a Viena y fue enterrado el 28 de julio de 1741 en una sencilla tumba en el Hospital Gottsacker, frente a la Puerta de Carintia, donde hoy se encuentra el edificio principal de la Universidad Politécnica de Viena (Karlsplatz 12). Una placa conmemorativa instalada allí evoca aquel hecho. Los restos de Antonio Vivaldi descansan ahora en la Karlskirche (Iglesia de San Carlos Borromeo) vienesa, donde tienen lugar regularmente conciertos en su honor. En 1972 una calle del próximo distrito Wien-Favoriten, situado a unos cinco kilómetros más al sur, recibió el nombre de Vivaldigasse.
Recomposed: Vivaldi – The Four Seasons
El concierto en la Zeughaus de Neuss alcanzó su clímax al final con Recomposed: Vivaldi – The four Seasons de Max Richter, que le prestó su título al recital. Las cuatro estaciones (1721, publicada en 1725 en Amsterdam), la obra más famosa de Antonio Vivaldi, se asocia a menudo con imágenes específicas de la naturaleza y el tiempo.
El propio Vivaldi hacía referencias características a ello en sus partituras e incluso prologaba cada uno de los conciertos individuales con un soneto. Bajo la égida de Isabelle van Keulen, la Deutsche Kammerakademie Neuss am Rhein describe ahora no solo el conocido ciclo de las estaciones, sino una polifacética serie de la vida humana misma.
El arreglo de Max Richter de los conciertos de Vivaldi resulta ser una magnífica fuente de inspiración para músicos y oyentes. De hecho, se trata de un exitoso nuevo encuentro con la obra. La técnica compositiva de Richter se basa en gran medida en los motivos de Vivaldi, que aparecen como patrones recurrentes sobre sonidos yacentes.
Minimalismo
Richter domina su oficio, pero pese a toda su delicadeza, la música minimalista se pierde a veces un poco en una eufonía superficial. Isabelle van Keulen interactúa como solista (al violín) con sus músicos y dirige a la orquesta como primus inter pares con un aplomo impresionante. Encuentra gran armonía y un muy buen buen apoyo en el primer violinista del conjunto, el destacado músico Rostislav Kozhevnikov.
Todos saborean las emociones cambiantes de la "Primavera", el "Verano", el "Otoño" y el "Invierno" con técnicas de interpretación llenas de matices, y los pasajes tranquilos apenas perceptibles son tan emocionantes como los truenos de la tormenta. Van Keulen no rehúye el dramatismo, pero la interacción con la orquesta sigue siendo maravillosamente precisa hasta el final y más allá aún.
Un clamor recorrió el auditorio de la Zeughauss de Neuss am Rhein; el público, maravillado, se puso de pie espontáneamente y ovacionó con euforia a la Deutsche Kammerakademie y a su directora, Isabelle van Keulen, quienes venían esta tarde de una intensa y triunfal gira por los Países Bajos.
Comentarios