Francia
Sibelius y Sibelius
Francisco Leonarte
Aprovechando que Mikko Franck es finlandés,
que ya lleva algunos años al frente de la Filarmónica de Radio Francia, y que
para la temporada 25-26 será reemplazado por Jaap van Zweden, la Casa de la
Radio ha tenido la excelente idea de programar el ciclo completo de sinfonías
de Sibelius en tres conciertos. Quien esto escribe tuvo la suerte de asistir al
primero, con las Sinfonías 1 y 2.
Que la Orquesta Filarmónica de Radio Francia
es una de las mejores de su país volvió a quedar patente. La Primera de
Sibelius empieza con un solo de clarinete, y en mi vida he escuchado tanto
abandono, tanta suavidad deseperada como en ese solo a cargo del solista de
clarinete de la OPRF. De quitarse el sombrero. Luego demostrarán su maestría
otros profesores de la misma orquesta, el clarinetista, la flautista (qué
claridad la suya en esas florituras que vuelan), el trompa... pero ese solo
inicial de clarinete, ¡ay !, queda para el recuerdo.
Mikko Franck se lleva muy pronto a la orquesta
por senderos fogosos, y la orquesta responde muy bien, con un hermoso sonido:
uno piensa en una manada de caballos corriendo libres y al unísono. El
espectador sigue atónito las invenciones de Sibelius: cierto, con influencias
de Chaicovski, de Brahms, de alguno más por aquí o por allá, pero ya con
indudable personalidad, con giros que nos hacen pensar en su Quinta sinfonía.
Y uno se pregunta cómo, hacia las mismas fechas, podían Debussy, Sibelius,
Nielsen, Mahler, Fauré o Schoenberg estar experimentando por senderos tan
diversos y a la vez tan ricos...
No nos hemos dado cuenta, que ya acaba la
sinfonía con un sorprendente solo de timbal (por cierto, «qué piazo de
timbalero» el de la OPRF, qué fuerza en el inicio del redoble, qué suavidad en
el final). Aplausos entusiastas de todo el público.
¿Podrá la Segunda quedar por encima de
esta magnífica Primera sinfonía de Sibelius? Bajo la dirección de Mikko
Franck la Segunda sinfonía parece menos «osada», más reflexiva.
Comparada con otras versiones, la de Franck alarga más los tiempos. Se trata de
una versión más analítica en que se capta bien el trabajo formal de Sibelius,
pero que impide que la sinfonía avance, como si se perdiera en disquisiciones.
Con el riesgo de aburrir.
Hace falta llegar al muy chaikovskiano último
movimiento (que tal vez no sea el más interesante...) para que aquello vuelva a
cobrar vida. La cosa termina pues en apoteosis : final menos sorprendente
que el de la Primera sinfonía.
El público responde con mayor entusiasmo si cabe. No obstante, al salir, quien esto escribe escucha algún comentario suelto del tipo «la Primera bien, pero la Segunda me parece floja». Creo que no toda la culpa es de Sibelius...
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