Estados Unidos

MISO, final de temporada

Roberto San Juan
martes, 7 de mayo de 2024
Miami, domingo, 21 de abril de 2024. Adrienne Arsht Center, Knight Concert Hall. A. Webern: Langsamer Satz (arr. E. Marturet); F. Mendelssohn: Concierto para violín en Mi menor, Op. 64; J. Sibelius: Sinfonía nº 7 en Do mayor, Op. 105; Finlandia, Op. 26. K.J. McDonald, violín. Miami Symphony Orchestra. Dirección: Eduardo Marturet.
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La Orquesta Sinfónica de Miami concluyó su temporada 2023-2024 con un brillante concierto en el Knight Concert Hall bajo la batuta de su director titular, Eduardo Marturet, quien era también el autor del arreglo de la Langsamer Satz de Webern que abrió el concierto. Compuesta en 1905 como movimiento lento de un futuro cuarteto de cuerda que no llegó a ser completado, la obra, de unos 10 minutos de duración, se sitúa en la frontera entre la tradición brahmsiana y el nuevo lenguaje que Webern estaba ya explorando y desarrollaría años más tarde. Este arreglo de Marturet requiere de una amplia plantilla instrumental y fue estrenado por esta misma orquesta en 2009.

Los amplísimos gestos del director desde el podio dibujaron con claridad unos arcos melódicos con frases muy bien articuladas y que en este arreglo trascienden el pequeño formato del cuarteto original para alcanzar una nueva riqueza de colores y potencia sonora. Marturet se mantuvo muy pendiente de todos los instrumentistas y la versión resultó muy rica en detalles y sonoridades.

Siguió el conocido Concierto para violín de Mendelssohn, con Kenneth Joshua “KJ” McDonald como solista. Alumno destacado de Itzhak Perlman y Catherine Cho en la Juilliard School, actualmente estudia con Donald Weilerstein en el New England Conservatory. McDonald afrontó la obra desde la trascendencia y la profundidad expresiva. Posee un dominio técnico indiscutible que le permite ejecutar los difíciles pasajes de rápidas figuraciones con una agilidad y limpieza de sonido asombrosas. Sus sonoras respiraciones, aún más evidentes durante la cadencia del primer movimiento, articulan un fraseo que no hizo sino profundizar en ese sentimiento de trascendencia. Los agudos situados en el clímax de los finales de frase, con la tensión que ello genera, sonaron perfectamente afinados y con armónicos cristalinos. Toda su interpretación dejó entrever la solidez del riguroso trabajo y estudio necesarios para dominar una obra como ésta, así como la madurez artística requerida para afrontarla con éxito.

El segundo movimiento -‘Andante’- resultó intenso y expresivo, con delicados pasajes orquestales muy bien empastados. De nuevo las respiraciones -físicas y musicales- articularon un fraseo muy bien definido y cuando el tema sonó en el viento metal, con puntuaciones de la cuerda en pizzicato, lo hizo con brillantez y bien afinado. En el tercer movimiento, de carácter más desenfadado, el solista mostró una vez más su técnica arrolladora en la ejecución de los rápidos pasajes y el director, que se mantuvo siempre pendiente de tener todo bajo control, no escatimó en gestos ni en energía desde el podio.

La persistencia de los aplausos forzó una propina que el propio McDonald introdujo a la audiencia como una pieza compuesta para él por un colega de Ciudad de México y que interpretó con partitura. Se trata de una pequeña obra en tres partes, con una sección central de carácter improvisatorio flanqueada por sendas secciones de tempo rápido y extremada dificultad técnica.

Tras el descanso, Marturet se dirigió al público para agradecer el apoyo recibido de los sponsors, algunos de ellos presentes en la sala, e inmediatamente después ya se escuchó el delicado redoble de timbales con el que se inicia la Sinfonía nº 7 de Sibelius. Concebida en un único movimiento, la obra es la última contribución al género del maestro finlandés. Marturet se mostró de nuevo muy pendiente de sus músicos y dirigió con convicción e intensidad gestual. La sección de cuerda sonó bien empastada, si bien quizá faltó un poco más de plenitud sonora en determinados momentos, donde desde el podio parecía requerírseles aún más. Eso mismo ocurrió en determinados pasajes de los metales. El balance global fue, por lo demás, el de una versión muy destacada, sólida y bien articulada.

El concierto concluyó con la interpretación de Finlandia, poema sinfónico también de Sibelius. La obra sirvió como pretexto para llevar a cabo un sorteo entre el público, consistente en un par de noches en el hotel Ritz-Carlton de South Beach, por gentileza de uno de los patrocinadores. 

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