España - Euskadi
Frutos de la madre tierra
Xoán M. Carreira
Die ersten Menschen, Erotisches Mysterium (Los primeros hombres. Un Misterio Erótico) ópera en dos actos con música de Rudi Stephan (Worms, 1887 - afueras de Tarnopol, Ucrania, 1915), y libreto de Otto Borngräber (1874-1916), basado en su propio drama homónimo, es una de las muchas joyas del teatro musical que desapareció por causas que nada tienen que ver con la música, ni con los intérpretes ni con el público.
El estreno muniqués en 1912 fue prohibido por la censura bávara debido al escandaloso tema, y aprovechó para revisar la obra en 1914, pero el estallido de la 1ª Guerra Mundial y la muerte en el frente de Rudi Stephan impidieron el estreno en la Ópera de Frankfurt en el invierno de 1915. No fue hasta el 1 de julio de 1920 cuando esta misma Ópera de Frankfurt realizó finalmente el estreno que fue mejor recibido por la crítica que por el público. Tras varias décadas de olvido a finales de la década de 1980 Die ersten Menschen revivió, primero en versión de concierto, luego nuevamente representada.
La primera producción escénica 'moderna' fue la de 2021, en la Stopera de Ámsterdam, precisamente en esta producción escénica de Calixto y con dirección musical de François-Xavier dirigiendo a la Orquesta del Concertgebouw. Esta es la producción que presentó en esta ocasión el . Además en 2023 la Ópera de Frankfurt estrenó también su propia producción, firmada por Tobias y dirigida por Sebastian .
Como cabría esperar de cualquier compositor alemán de su edad, la fuente de inspiración de Stephan fue el drama musical wagneriano. Stephan era un gran orquestador, tenía instinto dramático y asumió con gran competencia el modelo de Tannhäuser, que le proporciona soluciones para tratar musicalmente la carga de frustración erótica que requiere Die ersten Menschen.
Si en Wagner el conflicto de Heinrich Tannhäuser es elegir entre el pecaminoso Venusberg y la virtuosa corte de Elisabeth, es decir, un varón entre dos mujeres -cara y cruz de la misma moneda- en Die ersten Menschen el conflicto está entre una mujer y tres varones, que resultan ser los únicos seres humanos que existen. El acierto de Stephan, asumido y lúcidamente amplificado por Bieito, es que trata la situación de un modo presentista.
La vida cotidiana de Eva, Adán, Caín y Abel es semejante a la de cualquier familia bávara de 1912. Transcurridas varias décadas de matrimonio el deseo sexual de Adán ha decaído, y Eva -cuyos hijos ya han crecido- se siente inútil y sin objetivos vitales, además de insatisfecha sexualmente. Caín y Abel -que nunca han conocido el paraíso- rebosan hormonas y buscan situarse en un mundo que no entienden y donde no tienen referencias claras (nuevamente la crisis de 1912). Volviendo a Tannhäuser, Caín quiere el Venusberg y Abel quiere crear una religión que en sus padres era instintiva -conocieron directamente a Dios- pero él necesita racionalizar.
Algunos comentaristas han resaltado que se trata de un drama freudiano, pero yo no he conseguido encontrar variable alguna que justifique esta etiqueta. Es cierto que Caín desea a su madre (no tiene otra opción), pero no asesina a su padre y si mata a su hermano es por una cuestión de radicalismo ideológico en el que nada tiene que ver con el impulso sexual (no compite con Abel por su madre). Los conflictos presentes si tienen que ver con las corrientes esencialistas y místicas que estaban de moda en los primeros años del siglo XX.
En resumen, Die ersten Menschen trata desde distinta perspectiva las mismas cuestiones que las diferentes versiones de Pelléas et Mélisande o de Barbazul, dos dramas contemporáneos con gran repercusión musical, que Stephan sin duda conoció durante su etapa de formación en Múnich.
Bieito localiza toda la acción en el comedor familiar, apoyado por una escenografía sobria y ágil de Rebecca
, quien utiliza unos paneles deslizantes que habilitan unos espacios neutros a ambos lados del comedor. Sarah combina vídeos de los intérpretes grabados previamente con otros en directo que amplifican detalles de lo que ocurre en escena, en ambos casos indisolublemente integrados en la narración dramática.Me pareció afortunada la idea de utilizar los alimentos, los 'frutos de la tierra', como metáforas de la lujuria y del deseo, o como receptores de las frustraciones, especialmente de Eva, la 'madre tierra'. La escena casi desde el principio está llena de fruta destrozada, y tanto el suelo como la ropa de los protagonistas muy mojadas con el zumo. A la salida, en el ascensor, unas simpáticas bilbaínas comentaban entre divertidas y escandalizadas que Bieito no es nada 'sutil', a lo que yo contesté en el mismo tono que 'sutil no lo parece, pero es obvio que domina todos los recursos dramáticos'.
Uno de los recursos dramáticos fue la ubicación de la Orquesta Sinfónica de Euskadi en la trasera del escenario, con lo cual el sonido llegaba frontalmente a los cantantes y al público. Esta ubicación de orquesta y director impuso la necesidad de un director auxiliar, y la encontré en un óptimo estado, fruto del trabajo de , quien sí hizo gala de una sutilidad sólo posible por un hondo conocimiento de la partitura y la toma de decisiones claras, algo imprescindible en una música tan compleja y repleta de finos detalles agógicos, dinámicos y tímbricos.
, en el patio de butacas que marcaba el tempo a los cantantes. Hacía años que no escuchaba a laEl servicio a los cantantes fue impecable y estos parecían encontrarse cómodos y seguros, a pesar de que sólo Dasch provenía de la producción original. La 'parte del león' de Die ersten menschen recae sobre Eva y fue un acierto indiscutible contratar a Annette , una espléndida actriz y cantante que domina técnicamente el rol y lo disfruta en manifiesta complicidad con la régie de Bieito, lo que le permite desarrollar una interpretación modélica.
El atlético Daniel fue un asertivo y poderoso Caín a quien Bieito le exigió utilizar sus dotes gimnásticas, que están a la altura de su excelente técnica vocal. Con su capacidad emocional consiguió que su rol se hiciera casi entrañable, a pesar de ser -al menos teóricamente- 'el malo'.
Simon (Adán) y John (Abel) son competentes actores, buenos conocedores del estilo, que supieron dar vida a dos personajes muy distintos. El frustrado Adán, en su declinar físico, ve impotente cómo su mundo se derrumba, mientras el alucinado Abel está poseído de fanatismo religioso e incapaz de entender la realidad que le rodea.
De nuevo, al igual que en anteriores temporadas, Bieito acierta a colocar al en una posición líder entre los teatros municipales de España. Recomiendo vivamente a los lectores de Mundoclasico que estén atentos tanto a nuevas reposiciones de este título como a futuras temporadas del Arriaga: un teatro que se ha convertido en una pieza imprescindible de la rica oferta cultural de Bilbao, una ciudad que actualmente es un modelo de buena gobernanza en el espacio comunitario.
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