Francia

Una fragilidad conmovedora

Francisco Leonarte
martes, 18 de junio de 2024
Antonini dirigiendo 'Tolomeo' © 2024 by A. Bofill / Teatro del Liceu Antonini dirigiendo 'Tolomeo' © 2024 by A. Bofill / Teatro del Liceu
París, viernes, 31 de mayo de 2024. Théâtre des Champs-Elysées. Tolomeo, dramma per musica in tre atti, HWV 25. Libreto de Nicola Francesco Haym a partir de Carlo Sigismondo Capece. Música de Georg Friedrich Haendel. Versión de concierto. Con Franco Fagioli (Tolomeo), Giulia Semenzato (Seleuce), Riccardo Novaro (Araspe), Giuseppina Bridelli (Elisa), y Christophe Dumaux (Alessandro). Kammerorchester Basel, Il Giardino Armonico. Dirección musical, Giovanni Antonini.
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Parece que el Teatro de los Campos Eliseos parisino quiera completar el extenso catálogo de las óperas de Haendel (la temporada próxima Haendel copa prácticamente todo el cupo de ópera barroca).

Tolomeo es a menudo maltratada por los especialistas. No será servidor de ustedes quien les enmende la plana a los especialistas (o al menos no en esta ocasión), si bien es cierto que, al lado de arias cuyo desarrollo melódico pueda parecer algo tosco, véase aburrido, otras son bastante hermosas y dignas, creo, de figurar en buen lugar en el ranking haendeliano. Pero ya se sabe, «para gustos, los colores», o sea que no entraremos en polémicas.

Esta producción en concierto, que está viajando entre otras ciudades por Madrid y Barcelona, ha causado también cierto revuelo por la cancelación del protagonista, Franco Fagioli, en Barcelona, y la consiguiente decepción de sus seguidores. Esas son las pegas de seguir el star-system.

No es secreto para nadie que a mediados del 2023 Fagioli sufrió un bache vocal, lo cual le obliga a estar atento a su voz y cancelar si lo siente necesario, como sin duda fue el caso para Barcelona esta vez. Lo cierto es que en París Fagioli no canceló pero se notó en él cierta fragilidad que arrastra prácticamente desde hace varios meses. Se le nota mucho mejor que por ejemplo en su recital Mozart de diciembre pasado, pero todavía queda algún que otro signo de fatiga.

Sin embargo, aun con esa ligera fragilidad que por momentos no lo hace sino más conmovedor, Fagioli volvió a demostrar su total dominio de las agilidades, sus graves carnosos, su muy buen fraseo y su muy alta capacidad de emoción. Se le esperaba en «Stille amare» y no defraudó, recibiendo una sonora ovación. Fagioli sigue siendo mucho Fagioli.

Haciendo de su enamorada Seleuce, Giulia Semenzato, voz de bonito timbre, muy equilibrada, que dio relieve y sentimiento a un papel que, en honor a la verdad, es en principio bastante soso y convencional.

Desde ese punto de vista, más fácil lo tenía Giuseppina Bridelli cuyo papel de «mala» es siempre más sustancioso. Y Bridelli intentó dar a oír el cinismo de su Elisa. En algún momento hubiésemos deseado más fantasía en los da capo -creo que hasta la propia cantante llegó a despistarse de aburrimiento en algún pasaje de agilidad- pero bueno.

El malvado malvadísimo -ese que busca beneficiarse a la chica y que muera su enamorado- le tocaba a Riccardo Novaro, voz bien impostada notable en las agilidades, aunque relativamente ligero en los graves (las tesituras de los bajos en la ópera barroca son tremendas).

Christophe Dumaux, en un papel de menos extensión y lucimiento, dio muestras de buen hacer, cómodo con su particela.

Pero tal vez la gran triunfadora fuera la orquesta, compuesta por la Orquesta de Cámara de Basilea e Il Giardino Armonico. Notables la precisión, el manejo del volumen, la intensidad. Su director, Antonini, la dirigió con maestría, nunca cubriendo a los cantantes (mimó en particular a Fagioli en su aria de bravura, de forma que pudiera mostrar sus perfectas coloraturas sin ser jamás cubierto por la orquesta, sintiéndose cómodo), soltándola sola en los ritornelli, dando tensión interna, y mostrando una gran diversidad en la expresión. Un lujo.

El público, entusiasta, premió con aplausos cada aria, y estalló en ovaciones al final del concierto. 

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