Austria
Cosi fan tutte según Kosky
Juan Carlos Tellechea

Barrie Kosky fue ovacionado en la Ópera de Viena por su peculiar producción de Così fan tutte de Wolfgang Amadé Mozart, con libreto de Lorenzo da Ponte, al poner fin a su trilogía sobre este célebre dúo, que ha enriquecido el universo del arte lírico con Las bodas de Fígaro y Don Giovanni, en la clausura de la presente temporada (2023/2024).
La orquesta de la Wiener Staatsoper, bajo la égida de Philippe Jordan (también clave), no lo tuvo fácil con esta puesta que exige una muy precisa coordinación con el escenario. Pero la respiración conjunta funcionó con creces; hubo un fluir natural, una espontaneidad interpretativa que sobrellevó muy bien la velada.
Más de lo deseado
Cuando se abre el telón y aparece la monumental (y ruinosa) escenografía montada sobre una plataforma giratoria (Gianluca Falaschi) de un viejo teatro, viene de inmediato a la mente del espectador la señorial imagen de un grabado de 1790 que muestra al antiguo Burgtheater (Teatro de la corte, hoy desaparecido, junto al palacio imperial de Viena, donde se representó por primera vez este drama jocoso en aquel mismo año.
Para el final de su ciclo de tres grandes óperas de Mozart/da Ponte en la Ópera Estatal de Viena,
Fantasma
El planteamiento de Kosky sirve precisamente de base a esta escenografía. Para el primer acto Christopher Maltman) tiene su escritorio, situado a la derecha, desde donde dirige el ensayo y también pone en marcha su experimento en materia de relaciones humanas. Aquí vive él, casi como un fantasma de la ópera, por decirlo de algún modo.
Così fan tutte es un enorme reto para todo director escénico. Incluso después de su estreno en 1790, el dramma giocoso de Mozart cayó en descrédito por razones morales y solo se representó, si acaso, con un texto revisado o con un texto completamente nuevo. Hubo que esperar hasta el siglo XX para que se recuperara esta obra maestra de refinada composición.
La trama contiene incoherencias lógicas y el texto no siempre es tan ingenioso como cabría esperar de da Ponte. Sobre todo, la acusación de misoginia se aplica de lleno a Don Alfonso, el cerebro de la trama, lo que obviamente es un problema en el mundo actual, ya que quiere demostrar en su experimento, realizado como una apuesta con dos jóvenes enamorados, que las mujeres (y solo ellas), expuestas a la tentación erótica, no pueden resistirla a largo plazo y se vuelven infieles.
Ilegítimos
Don Alfonso consigue demostrarlo, aunque no escatima medios ilegítimos: chantaje, coacción y demás ardides. El resultado de su cínico experimento lo generaliza a todas las mujeres, lo que se expresa en el título de la ópera cuando se hace la audaz afirmación de que todas son así: tutte, el plural femenino en italiano (y no Così fan tutti, todos, el plural masculino y universalizador).
Vetustez
El segundo acto transcurre entre bastidores, donde una escalera de incendios asegura que haya mucho subibaja e ir y venir (hasta el agotamiento de los solistas) por sus peldaños. El mundo escénico también es gris y destartalado, por lo que coincide con el siniestro escenario de Don Giovanni y el lúgubre y vetusto palacio del conde Almaviva de Las bodas de Fígaro. Si bien Kosky alude que nada conecta a las tres óperas de Mozart/da Ponte, aquí la sorprendente escenografía parece impregnada en tal sentido. Buenos y frescos aires soplan desde hace algún tiempo en la capital austríaca; los decorados prohibitivamente bellos son cosas del pasado.
Atuendos
Como vestuarista, Peter Kellner, con laringitis; un experimentado y veterano cantante suplantó su voz) y Ferrando (Filipe Manu) van a la guerra, llevan trajes de camuflaje.
No está claro por qué Dorabella (Emily D'Angelo) tiene que ponerse también uno de estos uniformes en un momento dado ni por qué los dos jóvenes se visten de mujer, con ropas parecidas a las de sus damiselas. Cuando vuelven a quitarselas, deambulan un rato con corpiños ceñidos y largos pantalones blancos. A ojos vistas, para Kosky, las escenificaciones para ser actuales requieren de una ruptura de las identidades de género... ¿qui lo sa?
Ronqueras
La laringitis campea fuertemente aquí en el mundillo de los vocalistas en estos momentos, debido a las bruscas alteraciones de la temperatura ambiente por el cambio climático. Un día hace un calorazo de 36 grados centígrados (se abusa del aire acondicionado) y al día siguiente baja violentamente la columna mercurial a 23 o 24 grados. Es muy difícil salvarse de una ronquera.
También la figura protagonista de Flordiligi (Federica Lombardi) se vio afectada, pero pudo salir bastante bien del apuro por sus propios medios. cantó bien su papel, sin ser sobresaliente. En su primera aria, luchó con las desafiantes notas graves. Probablemente mejorará en las siguientes representaciones, cuando se reponga.
Perfección
Mas, en resumen, estamos ante una Cosi fan tutte, la última ópera que escribió Mozart con libreto de da Ponte, que roza la perfección tanto vocal como orquestalmente y que se une a la larga lista de versiones imprescindibles de un pasado no muy lejano. La música, interpretada por la Orquesta de la Ópera Estatal de Viena, dirigida por Philippe
Qué es lo que se enseña exactamente aquí, en La scuola degli amanti del subtítulo, que en realidad fue pensado como título principal por Lorenzo da Ponte. El objetivo educativo del anciano filósofo Don Alfonso es el de perder todas las ilusiones sobre el amor y la lealtad. En el camino hacia esa meta, a los amantes se les prepara en todas las materias principales y menores de una vida amorosa complicada: confianza, seducción, engaño, devoción. En definitiva Così fan tutte (Así lo hacen todas) no tiene que verse como el final de la capacitación. La implementación de estos supuestos conocimientos es más bien una cuestión que alcanza a todos los involucrados.
Amantes
La trama es divertida y emocionante, pero un poco agresiva desde un comienzo. ¿Qué clase de persona es el que quiere demostrar a dos jóvenes amantes que sus esposas les serían infieles al día siguiente de ser seducidas por un tercero? ¿Qué clase de jóvenes amantes son los que no solo se implican, sino que llegan hasta el final? ¿Y qué clase de precondiciones tienen que cumplir?
Últimamente, los directores intentan desesperadamente encontrar soluciones para categorizar de algún modo esta actitud misógina o someterla a un tratamiento especial. Hasta ahora, nadie lo ha conseguido. Barry Kosky recurre al modelo del teatro dentro del teatro: Don Alfonso, que probablemente ha tenido malas experiencias con las mujeres (o viceversa), es un director mezquino y obstinado que abusa de sus dos parejas de actores, Fiordeligi/Guglielmo y Dorabella/Ferrando, como conejillos de Indias para confirmar sus tesis.
Esto provoca una alternancia constante y difícil de comprender entre el mundo del teatro y la realidad, exagerando así la estructura camerística de la obra. El objetivo de hacer más soportables o verosímiles las tramas, a veces absurdas y políticamente incorrectas, no se consigue. Solo el final es convincente, cuando las cuatro víctimas del complot, así como Despina, la ayudante del director, revelan que Don Alfonso es el iniciador de una trampa deliberadamente tendida que les toma a todos por sorpresa y les deja enfadados y decepcionados. Sin embargo, todo se alarga hasta que esto ocurre.
Tímida risa
Las situaciones cómicas son escasas, aunque hay muchas oportunidades para ello en las numerosas escenas de disfraces y en las fingidas declaraciones de amor e incesantes juramentos de lealtad. El extenso jugueteo cuando Guglielmo y Ferrando son devueltos a la vida, tras su supuesto suicidio, y la escena en la que Despina se agarra la entrepierna al estilo de Michael Jackson y finge rasguear una guitarra, no pueden superar esa carencia. Hicieron falta 45 minutos para que por primera vez se oyera una tímida risa en la sala. Después solo brotaron sonrisas en la platea.
Música
Bajo la batuta de Philippe Jordan, todo suena demasiado sereno en un comienzo, tanto la Orquesta de la Ópera de Viena desde el foso como los solistas sobre el escenario. Algo más adelante los sonidos adquieren más color y tonos más fuertes, pero el ambiente camerístico se mantiene en todo momento. Quizá un poco más de dinamismo y volumen sonoro no habrían estado de más. El coro de la Ópera de Viena, solo audible fuera del escenario, tuvo una muy buena actuación y fue merecidamente aplaudido al final.
Solistas
Filipe
Para Peter
La mezzosoprano Emily
Delicias
La actuación y la interpretación vocal más destacada de esta velada fue la de Christopher
No escapa a la realidad que hasta hoy, en pleno siglo XXI, hay hombres cínicos, machistas y misóginos. Pero el mundo y el universo siguen su curso y óperas como ésta muestran sin grandes esfuerzos que estas y otras perversiones discriminatorias son reprobables.
Pretender una comparación de esta versión de Barrie Kosky con alguna otra del pasado es harto odiosa e inútil. Las ovaciones (y algún que otro abucheo que quedó muy apagado en la multitud) confirmaron otra vez el gran acierto de este director en su singular puesta en escena.
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