España - Cantabria
Festival de SantanderSol y aroma francés
Roberto Blanco
La noche de clausura del FIS 2024 , titular de la Orchestre Philharmonique de Radio France, formado en la ubérrima cantera de directores de orquesta finlandeses (Salonen, Oramo, Lintu, Mäkelä,…) desplegó en el debussysta Prélude à l’après-midi d’un faune sonoridades y matices que fueron emergiendo en una atmósfera de misteriosa ensoñación.
Desde el inolvidable solo de flauta inicial Mikko Franck, director poderoso y gesto amplio y elástico, optó por desarrollar un fraseo retenido, casi vacilante, como si el fauno estuviese ya profundamente inmerso en sus sueños. Y junto al arpa, el dúo instrumental dibujó un universo antiguo y onírico al que la orquesta aportó colores de tono pastel.
Los trémolos de la cuerda esbozaron el apacible murmullo de las ninfas en un sotobosque tranquilo al que acude a perturbar la intervención del oboe, y junto al tempo fluctuante, Franck creó esa sensación casi real de ritmo poético, con preciosas suspensiones y pausas, encadenamientos y respiraciones que, entrelazadas en su conjunto, confirieron una apreciable cohesión a la interpretación.
La velada continuó con el Concierto para violonchelo y orquesta en re menor de Édouard
Respondiendo a la introducción orquestal y siempre en un registro heroico, la solista se presentó cuidando la gradación de un motivo musical muy expresivo que pronto se ilumina y reposa. Un breve instante de suspensión antes de entonar, con una seguridad que no toleró vacilación alguna, el tema principal del “Preludio”.
En el “Intermezzo” siguiente, Gabetta volvió a cantar primorosamente en la parte inicial y posteriormente se explayó ‘bailando’ el zapateado del scherzo donde la sección de madera fue un complemento ideal. El último movimiento se presentó como un nuevo ejercicio de virtuosismo que el arco incisivo de Sol resolvió sin la menor dificultad, con la evidente complicidad de Franck, que no escatimó sonido con el carácter heroico de la partitura.
Como bis, la solista propuso una emotiva versión de “Flamenco” de la Suite española nº 1 de Rogelio Huguet y Tagell (1882-1956), muy aplaudida por el público.
La segunda parte del concierto comenzó con la poco habitual Shéhérazade, obertura feérica de Maurice
Igor de 1919, se encargaron de clausurar el concierto y el 73 Festival. Casi inaudible, la introducción en la cuerda grave nos condujo a una interpretación figurativa que se desarrolló a lo largo de la suite.
y El pájaro de fuego, música para ballet presentada en su versión Suite para orquestaMikko Franck dejó volar al pájaro de la leyenda con una alternancia de timbres (violín, oboe, fagot, clarinete) de extrema suavidad. Casi visualizamos al pájaro escabulléndose del Príncipe Iván. Danzando, ora en pie, ora sentado, en casi todas las pantomimas y haciéndose eco del ballet original, el director de orquesta jugó después con los contrastes entre los pasajes frenéticos, bien reforzados por el metal, y los episodios más meditativos.
Respecto a estos últimos, el gesto fue casi minimalista, dejando el protagonismo, por ejemplo, a un excelente solo de fagot mientras la orquesta prácticamente desaparecía en un suspiro. El solo de trompa, en la misma vena, nos aportó un hermoso sentimiento de plenitud. La recapitulación del tema y el tutti final liberaron después el fortissimo en todo el conjunto orquestal, una apoteosis conseguida gracias a la hábil gestión de dinámicas, tempi y fraseo de Mikko Franck.
El bellísimo Nocturno op 51:3 de Jean Sibelius sirvió de punto final de esta apreciada 73 edición del Festival Internacional de Santander.
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