España - Cataluña
Gran Teatre del LiceuNuevos protagonistas en el Liceu
Jorge Binaghi
Remito para los demás comentarios a mi reseña del primer reparto (en realidad sólo cambian los protagonistas, Katerina y Sergei) publicada ya en Mundoclásico.com aunque añadiré alguna que otra referencia. Me referiré en exclusiva a la parte musical: la escénica me parece siempre con las mismas fuerzas y debilidades.
Este cambio valió sobre todo por permitirnos ver la Katerina de Blancas, una verdadera fuerza de la naturaleza que si vocalmente quedó algo por debajo de su colega del primer reparto (como se sabe sus agudos son a veces cortantes o forzados y la perfecta afinación a veces sufre), salvo en un volumen que se mostró mayor en todos los registros, en particular en el centro y el grave, dio una caracterización fenomenal del personaje destacando desde el vamos su insatisfacción sexual, luego su voracidad, y finalmente su ‘adicción’ al hombre que ha respondido a sus deseos.
Su desesperación creciente a partir del descubrimiento del asesinato de su marido durante su nueva boda, que llega al paroxismo en el último, fue una experiencia agotadora hasta para los espectadores (era una función destinada al público menor de 35 años que, salvo algún celular en momento culminante, estuvo muy atento y participativo y organizó una recepción realmente triunfal a todos al finalizar la representación).
El otro gran pilar fue de nuevo Pons, quien en los momentos paroxísticos (varios) seguramente deja en segundo plano a los cantantes -sólo Blancas pudo con él en algunos momentos-, pero si en otros autores eso es algo discutible o condenable aquí tiene plena justificación.
En cuanto al nuevo Sergei, Elgr, tiene buen aspecto, pero parece más tímido que su colega, no sólo en el canto sino en mostrar su desnudez. Como cantante es modesto: tiene un timbre ingratísimo, fuerza el agudo en no pocas ocasiones y parecería más bien destinado a un comprimariado de lujo que a un tenor protagonista (si se piensa, por ejemplo, en Boris Godunov sería probablemente un buen Shuisky, pero muy difícilmente el falso Dimitri, y tampoco convencería como Inocente). Resultó mucho más desagradable en su composición del personaje (tal vez eso se pueda considerar un mérito considerando la inmundicia humana que es este Sergei).
Los demás repitieron sus partes de acuerdo con lo dicho anteriormente, pero tengo que decir que esta vez si el Boris de Botnarciuc me convenció más como personaje, vocalmente me pareció aun más insuficiente, con una voz decididamente baritonal y de muy poco interés.
Coro y orquesta repitieron su excelente actuación. El teatro lleno de jóvenes era un espectáculo en sí mismo. Como hace bastante que no encuentro demasiado que alabar en la conducción del Liceu, está bien señalar algo positivo.
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