España - Castilla y León

Un camino complicado

Samuel González Casado
miércoles, 16 de octubre de 2024
Juan Floristán © Noah Saye | Iturbe Juan Floristán © Noah Saye | Iturbe
Valladolid, domingo, 13 de octubre de 2024. Sala de Cámara. Juan Floristán, piano. Alberto Ginastera: Danzas argentinas, op. 2. Ludwig van Beethoven: Sonata n.º 23 en fa menor, op. 57, “Appassionata”. Modest Músorgski: Cuadros de una exposición. Ocupación: 70 %
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Irregular pero satisfactorio concierto de Juan Floristán en el Ciclo de Cámara y Recitales del Centro Cultural Miguel Delibes. Las circunstancias de esta participación fueron realmente extremas, pues el pianista italiano Francesco Piemontesi hubo de cancelar la mañana del mismo domingo por enfermedad, y Floristán fue solicitado con urgencia algunos días antes de su oficial visita a Valladolid para colaborar con la OSCyL.

El concierto se caracterizó por una primera parte donde apreciaron varios despistes de Floristán (notas falsas, mudas y algunos otros, como ocurrió muy evidentemente antes de la coda de la Appassionata). Sin embargo, la magia que el pianista normalmente despliega sobre todo en los pasajes cantables permaneció inalterable. Floristán siempre elige las opciones de fraseo más lógicas; pero, lejos de resultar previsible, enriquece el discurso con pequeños detalles que terminan conformando una personalidad pianística que fusiona la solidez con la sutileza. Todas las partes elegiacas o meditativas de la velada así lo atestiguaron, incluida una propina schubertiana (Momento musical n.º 3) realmente excepcional.

Ginastera sirvió para que el pianista se fuera soltando, y la tercera danza superó a la primera, donde se había desempeñado con prudencia (la segunda, muy bien planificada, fue lo mejor). Respecto a la sonata de Beethoven, hay buenas ideas (el cortante final de la primera frase, por ejemplo), pero creo que les falta algo de desarrollo. A veces el forte es un poco agresivo y algunos momentos sonaron emborronados, sobre todo en el primer movimiento. Al principio, quizá se notó cierta falta de adaptación al instrumento en algunas notas aisladas en pianísimo, que sonaron a medias.

Sin embargo, en los Cuadros de una exposición, incluso con sus pequeños y a veces inesperados despistes (El viejo castillo), se notó un extra de motivación, y cada parte fue moldeada por el pianista sevillano con mucho cuidado y de una forma plástica y personal. En los paseos aplicó todo lo que él mismo había explicado antes de la obra (como es lógico, el programa de mano hubo de retirarse), y remarcó los cambios psicológicos del visitante después de contemplar cada cuadro. Desde el Baile de los pollitos en su cascarón todo salió muy bien, y Floristán terminó absolutamente on fire, lo que provocó el entusiasmo del público.

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