España - Valencia
EnsemsEvangelista: un racionalista sensible
Xoán M. Carreira
Uno de los atractivos del Festival Ensems 2024 ha sido la atención prestada a una forma poco frecuentada del teatro musical como es la voz hablada acompañada por instrumentos. En tres sesiones concentradas en veinticuatro horas escuchamos Songs of Wars I have seen (2007) de Goebbels, Coming together (1973) de Rzewski, y La porte. Monodrame pour voix et percussion (1987). Tres obras muy distintas que ejemplifican la creciente libertad creativa que viene disfrutando los creadores occidentales de música 'culta' tras el agotamiento de las vanguardias mesiánicas y la obsolescencia del espejismo que no distinguía entre creación artística y lucha partisana.
José
(Valencia, 5 de agosto de 1943; Montreal, 9 de enero de 2023) era una persona racional -tras licenciarse en Ciencias Físicas trabajó en el CERN (1967-68)- que nunca se contaminó de la superstición historicista y negaba cualquier posibilidad de progreso en música. Incluso era reacio al propio concepto de música occidental, pues la decisión de hacerse músico profesional la tomó -a partir de 1969- en Canadá, país que le ofreció un balcón privilegiado para contemplar los procesos de descolonización y las revoluciones juveniles de esos años.Al igual que muchos creadores americanos de las décadas de 1960 y 1970, Evangelista quedó fascinado por las músicas cortesanas del Sudeste asiático que con suma habilidad integró en el bagaje académico que le había aportado su maestro Vicente
, esposo de la gran compositora Matilde , autora a su vez de una gran cantidad de canciones que se cuentan entre las mejores del repertorio español. Tras estudiar con Asencio y Salvador, Evangelista se convirtió en su yerno, prolongando esta relación artística y humana, y a veces tengo la sospecha de que el regalo de boda que le hicieron sus suegros fue el sincero amor y el profundo conocimiento por las música tradicionales ibéricas, ejemplificadas en las Monodías españolas y Nuevas monodías españolas que se tocaron en la tercera de las sesiones dedicadas a Evangelista.El monodrama La porte se basa en un relato corto de Franz Kafka (1883-1924), Ante la ley (1915), que es el punto de partida para seis historias adaptadas por su colega y amigo Alexis Nouss (1989-1997) a partir de cuentos populares de diferentes países del mundo. La porte es una parábola tradicional. La narradora, en este caso la soprano Belén Roig, debe seguir la tradición de los cuentacuentos que desarrollaban su labor en las plazas de los pueblos los días de feria, relatando situaciones absurdas y reteniendo la tensión narrativa hasta la sorpresa final. La percusión crea un paisaje sonoro refinado y complejo, con la dificultad añadida de que en ningún momento puede restar protagonismo a la narradora.
La fórmula es muy antigua y tiene antecedentes tan hermosos y estremecedores como las óperas radiofónicas de Bohuslav Martinú (1890-1959). Obviamente la retórica posmoderna de Evangelista es muy distinta a la de las óperas de Martinú, que se ajustan a la retórica neoclásica de Entreguerras y a los requerimientos del medio radiofónico, pero La porte es tan hermosa y tan emotiva como Comedia en el puente (Veselohra na mostě) de Martinú.
Joan Pons y Belén Roig han trabajado minuciosamente La porte, disfrutaban a ojos vista interpretándola y, luchando contra la pésima acústica del Aula magistral de Les Arts, transportaron al público al mundo entre onírico y metafísico de la obra crada por Nouss y Evangelista. Joan Pons Carrascosa es autor del libro José Evangelista: un latido común. Las músicas tradicionales en su obra para percusión, resultado de un proyecto realizado con la Beca Leonardo a Investigadores y Creadores Culturales 2022-22 de la Fundación BBVA.*
El pianista Bartomeu Jaume nos presentó otra faceta totalmente distinta, pero no menos sensible, de la muy personal poética musical de Evangelista, que -como antes he mencionado- heredó y compartió con sus suegros: la atracción por las melodías tradicionales. La perspectiva de Evangelista difiere de la de los etnógrafos, él trabaja con material documentado, pero también se diferencia del mainstream de la tradición del compositor arreglista que armoniza "según arte" las melodías tradicionales y/o populares. Evangelista reivindicaba su derecho a componer música monódica y sus dos series de Monodías españolas (1988) y Nuevas monodías españolas (1999) son el resultado del reconocimiento de la autonomía musical de las melodías tradicionales, que él escucha respetuosamente para a continuación dialogar con ellas sin prejuicios académicos, en un esfuerzo intelectual para entender su identidad.
Marcelo J. Teruel, en sus tan breves como clarividentes notas de programa, lo explica así:
Las obras ofrecen los contornos melódicos transfigurados no mediante la armonía, sino a través de procedimientos texturales cercanos a la heterofonía y fundamentados en la ornamentación y los cambios de registro.
Esta perspectiva de Evangelista y su uso de procedimientos retóricos arcaizantes exigen del intérprete un esfuerzo de atención, reflexión y renuncia al lucimiento personal que Bartomeu Jaume alcanzó sobradamente, consiguiendo recrear el mundo sonoro abstracto, incluso por momentos enajenado, que concibió Evangelista.
Intuyo que para no pocos adictos al repertorio pianístico, la escucha de los dos cuadernos de Monodias fue una experiencia semejante a la de un paseo por el desierto y que el fulgurante Bis (2004) les debió parecer un oasis. En cualquier caso fue un pleno acierto la elección de Bis para finalizar el recital, pues es una obra deliciosa y estimulante como corresponde a su carácter de obra obligada para un concurso de piano (el Concurso Iturbi de 2004). Evangelista se atuvo a las convenciones del género escribiendo una obra con todo tipo de dificultades y con los estilemas de moda hace veinte años, pero -privilegios del creador individual- no renunció a su vocación de artista puente entre las grandes tradiciones de la música occidental y de las altas músicas del Pacífico Sur.
Entre los dos conciertos tuvo lugar un coloquio entre Joan Pons y la viuda de José Evangelista, Matilde Asencio Salvador, una mujer empoderada, inteligente y lúcida que me recordó a su madre Matilde Salvador. Sus recuerdos de su convivencia con José Evangelista se entremezclaron con los de sus padres y proporcionaron ocasión para comentar con desenfado y objetividad las discrepancias estéticas entre Evangelista y sus suegros, y que sus debates estaban sustentados en el cariño y admiración mutuas. También hubo ocasión para enmarcar las actitudes y actividades de Asencio y Salvador tanto en la tenebrosa etapa autárquica del franquismo, en la que se educó en sus primeros años Evangelista, como en la posterior época tecnocrática, que marcó la trayectoria internacional de Evangelista a partir de 1966. Matilde Asencio fue firme en la reivindicación del exilio interior de sus padres, infelices de tener que vivir en una tiranía, así como de la felicidad que disfrutó en su matrimonio con Evangelista, un artista libre y un ciudadano que soñaba con la utopía de una sociedad abierta.
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