España - Cataluña

‘Ch’io mi scordi di te?’

Jorge Binaghi
jueves, 31 de octubre de 2024
Ofelia Sala © 2024 by Life Victoria Ofelia Sala © 2024 by Life Victoria
Barcelona, lunes, 21 de octubre de 2024. Recinto modernista del Hospital de Sant Pau. Lieder de Mozart, Schubert, Brahms, Chausson y R. Strauss por Ofelia Sala (soprano) y Julius Drake (piano). Life New Artists: Héctor Ruiz Vilches (tenor) y Joan Espuny Parés (piano). Canciones de Eduard Toldrà. Life Victoria.
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Así, como el aria de concierto de Mozart que comenzaba el programa principal, se titulaba el concierto que clausuraba en el principal sitio de recitales de la Fundación Victoria de los Ángeles la serie que hace un año empezó con motivo de las celebraciones del centenario del nacimiento de la ilustre artista. Pero antes del recital de Sala y Drake, como es costumbre, se presentaron cinco canciones de Toldrà (otro nombre muy unido al de la soprano) por parte de Héctor Ruiz Vilches (tenor) y Joan Espuny Parés (piano), quienes hicieron un encomiable esfuerzo bien retribuido por el público que ocupaba toda la sala.

Fue un acierto total haber elegido este recital de Sala y Drake por varios motivos. Sala hacía mucho que no se presentaba en público por situación familiar y fue un óptimo reencuentro con muchos de sus admiradores catalanes que no la han olvidado. Es más, se mostró absolutamente en forma y con la voz ligeramente más desarrollada y densa que en sus últimas apariciones, segura de su técnica y de su instrumento y con un estilo y claridad de dicción en las cuatro lenguas (italiano, alemán, francés y catalán -las menciono por orden de aparición en el programa-) que la convierten desde ya como referente del canto de cámara en España.

Sería de desear volver a oírla más seguido, y no sólo en Barcelona o en los conciertos de esta Fundación a la que está muy unida, ya que fue la última alumna de de los Ángeles y la primera en homenajearla poco después de su fallecimiento en el Liceu (un teatro en el que, como en el Real de Madrid, Sala tuvo y aprovechó muchas oportunidades. No es el estilo de la época, pero estaría bien que sus autoridades -transitorias, como en toda institución que perdura- lo recordasen).

La confección del programa en sí fue un homenaje, no sólo por la primera pieza y su título, sino porque todos los autores del programa eran de los más frecuentados por Victoria en sus conciertos. Y así, a Mozart siguieron Schubert y Brahms y luego la ‘Chanson perpétuelle’ -tan poco escuchada hoy- de Chausson para terminar con Richard Strauss. En dos de estos números (Mozart y Chausson) los acompañó asimismo el Cuarteto de la Orquesta Sinfónica que lleva el nombre de gran soprano (OSVA) formado por Laia Pujolassos, Maria del Mar Aldomà (violines), Patricia Torres (viola) y Eduard Raventós (violonchelo), que lo hicieron con gran esmero y excelentes resultados.

Que el concierto era de esos ‘privilegiados’ o tocados por la gracia se vio de inmediato en la actuación de Drake, que si siempre es una seguridad, en este momento se oyó inspirado como nunca (toda su actuación fue de nivel elevado, pero me permito señalar los cuatro Strauss del op.27 del autor, y en particular su fraseo de ‘Morgen’, como asimismo los Suleika I y II de Schubert, o un ‘Verzagen’ de Brahms extraordinario).

Sala empezó muy segura y seria con el difícil K 505 de Mozart para el que se mostró perfectamente preparada en toda la gama y en los adornos. En Schubert, ya libre de la lógica tensión inicial, siguió la senda de Victoria en materia de naturalidad y sencillez y ninguna nota fue fin en sí misma ni motivo de exhibición, sino que surgía del texto: de los seis -todos excelentes- destacaría la ‘Romanze’ de Rosamunda, ‘Sei mir gegrüsst’ expresado con tanta pasión como espontaneidad, y un notabilísimo y melancólico ‘Dass sie hier gewesen’.

De los Brahms pudo con la no siempre fácil tesitura de ‘Dein blaues Auge’ y tradujo de modo más que brillante todo, pero en particular el primer número ‘Liebestreu’ y los dos últimos ‘Bei dir sind meine Gedanken’ y ‘Von waldbekräntzer Höhe’.

El número de Chausson hizo volver a lamentar que el autor haya muerto con sólo cuarenta y cuatro años y sirvió de contraste musical, estilístico y de articulación con la parte alemana anterior. A la que se volvió al terminar el concierto con Strauss, quien ha sido siempre un autor particularmente afín a Sala. Aquí es difícil elegir, pero yo diría que ‘Ruhe, meine Seele’ tuvo una honda y dramática traducción, bien contrastada con la febril alegría de ‘Cäcilie’. Por supuesto que el ‘Morgen’ final fue tan superior que se cortaba el silencio en la sala y al final, sólo después de un momento que parecía interminable, estalló el merecido aplauso.

Ante las flores y ovaciones para todos cantante y pianista dieron como bis una canción muy querida por De los Ángeles, ‘Maig’ de Toldrà. El ‘Terra que floreix’ inicial nos trajo a muchos el recuerdo de cuando -y cómo- lo entonaba ella. Seguramente de los presentes, empezando por los propios artistas, nadie olvidará este concierto ni la figura a la que estaba dedicado. Gracias a todos los que lo han hecho posible.

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