España - Cataluña
‘Ch’io mi scordi di te?’
Jorge Binaghi
Así, como el aria de concierto de Mozart que comenzaba el
programa principal, se titulaba el concierto que clausuraba en el principal
sitio de recitales de la Fundación Victoria de los Ángeles la serie que hace un
año empezó con motivo de las celebraciones del centenario del nacimiento de la
ilustre artista. Pero antes del recital de Sala y Drake, como es costumbre, se
presentaron cinco canciones de Toldrà (otro nombre muy unido al de la soprano) por
parte de Héctor Ruiz Vilches (tenor) y Joan Espuny Parés
(piano), quienes hicieron un encomiable esfuerzo bien retribuido
por el público que ocupaba toda la sala.
Fue un acierto total haber elegido este recital de Sala y
Drake por varios motivos. Sala hacía mucho que no se presentaba en público por
situación familiar y fue un óptimo reencuentro con muchos de sus admiradores
catalanes que no la han olvidado. Es más, se mostró absolutamente en forma y
con la voz ligeramente más desarrollada y densa que en sus últimas apariciones,
segura de su técnica y de su instrumento y con un estilo y claridad de dicción
en las cuatro lenguas (italiano, alemán, francés y catalán -las menciono por
orden de aparición en el programa-) que la convierten desde ya como referente
del canto de cámara en España.
Sería de desear volver a oírla más seguido, y no sólo en
Barcelona o en los conciertos de esta Fundación a la que está muy unida, ya que
fue la última alumna de de los Ángeles y la primera en homenajearla poco
después de su fallecimiento en el Liceu (un teatro en el que, como en el Real
de Madrid, Sala tuvo y aprovechó muchas oportunidades. No es el estilo de la
época, pero estaría bien que sus autoridades -transitorias, como en toda
institución que perdura- lo recordasen).
La confección del programa en sí fue un homenaje, no sólo
por la primera pieza y su título, sino porque todos los autores del programa
eran de los más frecuentados por Victoria en sus conciertos. Y así, a Mozart
siguieron Schubert y Brahms y luego la ‘Chanson perpétuelle’ -tan poco
escuchada hoy- de Chausson para terminar con Richard Strauss. En dos de estos
números (Mozart y Chausson) los acompañó asimismo el Cuarteto de la Orquesta
Sinfónica que lleva el nombre de gran soprano (OSVA) formado por Laia
Pujolassos, Maria del Mar Aldomà (violines), Patricia Torres (viola) y Eduard
Raventós (violonchelo), que lo hicieron con gran esmero y excelentes
resultados.
Que el concierto era de esos ‘privilegiados’ o tocados
por la gracia se vio de inmediato en la actuación de Drake, que si siempre es
una seguridad, en este momento se oyó inspirado como nunca (toda su actuación
fue de nivel elevado, pero me permito señalar los cuatro Strauss del op.27 del
autor, y en particular su fraseo de ‘Morgen’, como asimismo los Suleika I y II
de Schubert, o un ‘Verzagen’ de Brahms extraordinario).
Sala empezó muy segura y seria con el difícil K 505 de
Mozart para el que se mostró perfectamente preparada en toda la gama y en los
adornos. En Schubert, ya libre de la lógica tensión inicial, siguió la senda de
Victoria en materia de naturalidad y sencillez y ninguna nota fue fin en sí
misma ni motivo de exhibición, sino que surgía del texto: de los seis -todos
excelentes- destacaría la ‘Romanze’ de Rosamunda,
‘Sei mir gegrüsst’ expresado con tanta pasión como espontaneidad, y un
notabilísimo y melancólico ‘Dass sie hier gewesen’.
De los Brahms pudo con la no siempre fácil tesitura de
‘Dein blaues Auge’ y tradujo de modo más que brillante todo, pero en particular
el primer número ‘Liebestreu’ y los dos últimos ‘Bei dir sind meine Gedanken’ y
‘Von waldbekräntzer Höhe’.
El número de Chausson hizo volver a lamentar que el autor
haya muerto con sólo cuarenta y cuatro años y sirvió de contraste musical,
estilístico y de articulación con la parte alemana anterior. A la que se volvió
al terminar el concierto con Strauss, quien ha sido siempre un autor
particularmente afín a Sala. Aquí es difícil elegir, pero yo diría que ‘Ruhe,
meine Seele’ tuvo una honda y dramática traducción, bien contrastada con la
febril alegría de ‘Cäcilie’. Por supuesto que el ‘Morgen’ final fue tan
superior que se cortaba el silencio en la sala y al final, sólo después de un
momento que parecía interminable, estalló el merecido aplauso.
Ante las flores y ovaciones para todos cantante y
pianista dieron como bis una canción muy querida por De los Ángeles, ‘Maig’ de
Toldrà. El ‘Terra que floreix’ inicial nos trajo a muchos el recuerdo de cuando
-y cómo- lo entonaba ella. Seguramente de los presentes, empezando por los
propios artistas, nadie olvidará este concierto ni la figura a la que estaba
dedicado. Gracias a todos los que lo han hecho posible.
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