Geopolítica y Relaciones internacionales
El regreso de Donald Trump y sus efectos sobre todo el mundo
Juan Carlos Tellechea
Donald Trump será el 47º presidente de los
Estados Unidos, cuando preste juramento a su cargo el próximo 20 de enero de
2025, protagonizando un regreso histórico a la Casa Blanca, bajo el credo de America
First. El decisivo triunfo electoral del candidato republicano el pasado
martes 5 de noviembre comienza ya mismo a tener un impacto masivo en la
geopolítica y la seguridad de todo el mundo, incluida Europa.
Por lo pronto el debilitado gobierno de
coalición socialdemócrata-verde-liberal de Alemania que encabeza el canciller
Olaf Scholz ha experimentado un resquebrajamiento, tras varios meses de crisis
internas, 12 horas después de conocido el resultado de las elecciones
estadounidenses.
Guerra
Hay temores en Alemania, por los anuncios
hechos por
Preocupa asimismo la notoria intención de Trump de poner fin a la guerra en Ucrania tras su toma de posesión. Con toda
probabilidad, no continuará con las anteriores entregas de armas
estadounidenses en la misma medida que bajo la presidencia de Joe Biden. Esto
tendría un impacto considerable en la seguridad alemana. Trump también podría
retirar el despliegue ya acordado de misiles estadounidenses de medio alcance y
misiles de crucero en suelo alemán.
Corea del Norte
El hecho de que un nuevo presidente
estadounidense asuma el cargo no significa que
Corea del Norte, sin embargo, no se dejará
llevar por la euforia. Sus dirigentes son expertos en mantener sus acciones justo
en el nivel en el que pueden provocar titulares, pero no respuestas realmente
contundentes, como demuestran los recientes lanzamientos de misiles de corto
alcance y de un misil balístico intercontinental, junto con una escalada en el
envío de proyectiles de artillería, luego misiles y después tropas a Rusia.
Escalada
Hay razones para esperar que Corea del Norte
pueda incluso escalar aún más hasta una agresión limitada contra Corea del Sur.
Tampoco se puede descartar que Corea del Norte se embarque en una nueva
ofensiva táctica de seducción dirigida principalmente a Washington para impedir
una respuesta unificada y enérgica de Estados Unidos y de la comunidad
internacional, aunque Kim siga comprometido con estas líneas generales de
actuación.
La cuestión es si las acciones de Corea del
Norte el próximo año serán lo suficientemente dramáticas como para provocar una
respuesta centrada de la Casa Blanca; tal vez en forma de una confrontación
militar seguida de negociaciones, si el pasado es prólogo, o si estas acciones
se mantendrán por debajo del umbral de desencadenar una gran respuesta de la
nueva administración, permitiendo así a Corea del Norte establecer una “nueva
normalidad” en un nivel más alto de comportamiento peligroso.
En cualquier caso, la historia y la lógica
sugieren que Kim Jong-un tendrá la iniciativa, y la nueva administración
estadounidense reaccionará ante él en lugar de trazar su propio rumbo en la
política hacia Corea del Norte.
Cercano Oriente
Los Acuerdos de Abraham entre Israel y los
países árabes serán probablemente un pilar clave de la política estadounidense
en Oriente Próximo para la administración Trump. Sabiendo que los Acuerdos
fueron uno de los principales éxitos políticos durante el primer mandato de
Trump, la administración dará prioridad a mejorar y ampliar los Acuerdos, con
un enfoque particular en asegurar acuerdos con actores clave como Arabia
Saudita.
Aunque la administración Trump buscará
oportunidades para implicar a los líderes palestinos y poner fin a la guerra
entre Israel y Hamás, no considerará que un acuerdo de paz sea un precursor
necesario para ampliar los Acuerdos. En su lugar, Trump se centrará en crear
una alianza regional contra la influencia iraní, aprovechando las recientes
acciones iraníes y de sus representantes en toda la región para atraer a nuevos
miembros con acuerdos sobre armas.
Además, es probable que la nueva administración
explore iniciativas que fomenten el comercio y la inversión entre las naciones
signatarias para reforzar los acuerdos nuevos y existentes.
Conocido
El nuevo ascenso de Trump al poder era un
trastorno predecible y previsto desde hacía tiempo, pero así y todo siempre
sigue siendo impactante cuando se traduce en hechos reales. Pese a que las
encuestas pronosticaban un empate con la candidata demócrata Kamala Harris, la
victoria de Trump esta vez no llegó a ser tan sorprendente como en 2016, porque
en aquel entonces el debate posterior giró en torno a cómo gobernaría y cómo
alteraría el papel de Estados Unidos en el mundo.
Debido a su inestabilidad e imprevisibilidad,
su estilo errático y su pensamiento poco coherente, algunas de esas mismas
cuestiones siguen abiertas hoy en día. Mas ahora la opinión pública posee más
información de este cretino, mentiroso patológico, fanfarrón y delincuente
convicto después de haberlo visto gobernar, de conocer como analizó su tiempo
en el cargo durante los últimos años y de cómo actuó en su tercera campaña
política.
Incógnita
Con estos datos es posible, tal vez, intentar una predicción (con inmenso margen de error, por supuesto) sobre lo que Trump intentará hacer en su segundo mandato. La incógnita es cómo reaccionará el resto del planeta y cuál será el resultado final. No todos saludaron rápidamente su victoria; el presidente ruso Vladimir Putin lo hizo con retraso, pero indicó que el Kremlin estaba abierto a mantener contactos con la Casa Blanca. El portavoz del gobierno de Moscú especulaba ya con una inminente capitulación de Ucrania.
Al parecer Donald Trump tiene planes radicales
para esta segunda administración. El ex presidente y ahora presidente electo a
menudo se salta los detalles, pero a través de más de un año de
pronunciamientos políticos y declaraciones escritas esbozó una agenda de amplio
alcance que combina los enfoques conservadores tradicionales a los impuestos,
la regulación y las cuestiones culturales con una inclinación más populista en
el comercio y un cambio en el papel internacional de Estados Unidos.
Sur
En esta segunda administración Trump, se puede
esperar un cambio hacia un modelo más restringido y transaccional de promoción
de la democracia, con un enfoque principal en los intereses estratégicos sobre
los esfuerzos de democratización global. El mandato anterior demostró una
tendencia a priorizar la seguridad nacional y la influencia económica; se puede
aguardar más de lo mismo en su segundo mandato. Es probable que la promoción de
la democracia global por parte de Estados Unidos siga siendo incoherente, lo
que pondrá aún más en peligro los avances en el compromiso de Estados Unidos
con el Sur Global.
Inmigración ilegal
Reina la incertidumbre sobre cómo y cuándo se concretarán las medidas de Trump en materia de lucha contra la inmigración ilegal en los Estados Unidos. Aunque Trump y sus asesores han ofrecido esbozos, quedan abiertas muchas cuestiones sobre cómo deportarían a los 11 millones de personas que se calcula que están en el país ilegalmente.
A saber, cómo se puede identificar a los inmigrantes ilegales, dónde se los detendría, qué pasaría si sus países de origen se niegan a recibirlos de vuelta, de dónde sacaría Trump el dinero y los agentes con la formación idónea para llevar a cabo su deportación.
Donald Trump ha dicho que invocaría la ley contra enemigos extranjeros, de 1798, una norma poco utilizada, que permite al presidente deportar a cualquier extranjero de un país con el que Estados Unidos esté en guerra.
Ha hablado asimismo de desplegar la Guardia Nacional, que puede activarse por orden de un gobernador. Stephen Miller, uno de los principales asesores de Trump, ha dicho que las tropas bajo gobernadores republicanos simpatizantes enviarían tropas a los estados cercanos que se nieguen a participar.
Clima
Durante la campaña electoral, Trump prometió
derogar la normativa federal sobre emisiones de gases de efecto invernadero,
arremetió contra el
El cambio climático afecta a los medios de vida
y a las finanzas cotidianas, daña las infraestructuras, supone un coste para
los contribuyentes y reduce la seguridad nacional. Cada tres semanas, los
desastres climáticos provocan daños por valor de mil millones de dólares.
Anualmente, cuestan a Estados Unidos 150.000 millones de dólares. Y lo que es
más grave, es probable que se trate de una subestimación. La administración
Trump se dará cuenta de que no puede pasar por alto estas preocupaciones.
Personal
A esta altura, dos cosas principales parecen
estár claras. En primer lugar, como en el primer mandato de Trump (y como en
todas las administraciones presidenciales), el personal determinará la
política, y varias facciones competirán por la influencia, algunas con ideas
radicales sobre la transformación del Estado administrativo y la política
exterior estadounidense, otras con puntos de vista más convencionales. El
Congreso estará además bajo su entero poder, en la cámara de diputados es muy
probable que los republicanos sigan siendo mayoría (se sabrá en los próximos
días) y en el senado que la recuperen.
Esta vez, las facciones más extremistas tendrán
la sartén por el mango, y aprovecharán su ventaja para expulsar a las voces más
moderadas, vaciar las filas de los profesionales civiles y militares que
consideran “el Estado profundo”, y tal vez utilizar los resortes del gobierno
para perseguir a los opositores y críticos de Trump.
Exteriores
La esencia del enfoque de la política exterior
de Trump, lo que se puede denominar como transaccionalismo desnudo, no ha
cambiado. Pero el contexto en el que intentará llevar a cabo su idiosincrática
forma de negociar ha cambiado drásticamente: el mundo actual es un lugar mucho
más peligroso que durante su primer mandato. La retórica de la campaña de Trump
pintó el mundo en términos apocalípticos, presentándose a sí mismo y a su
equipo como realistas duros que comprendían el peligro.
Pero lo que ofrecieron fue menos realismo que realismo mágico: un conjunto de fanfarronadas fantasiosas y nostrums superficiales que no reflejaban ninguna comprensión genuina de las amenazas a las que se enfrenta Estados Unidos.
El politólogo Dr Peter Douglas Feaver, profesor de la Universidad Duke, en Durham, Carolina del Norte, subraya este concepto en un amplio artículo de fondo publicado en la revista Foreign Affairs:
Que Trump pueda proteger los intereses estadounidenses en este complejo entorno puede depender de la rapidez con la que él y su equipo se deshagan de la caricatura de campaña que persuadió a poco más de la mitad del electorado y, en su lugar, se enfrenten al mundo tal y como es en realidad.
Transición
La primera tarea a la que se enfrenta Trump
será la transición formal. Incluso en las mejores circunstancias, se trata de
una maniobra burocrática difícil de ejecutar, y es dudoso que esta vez vaya
sobre ruedas. Trump ya ha dejado constancia de su desdén por el proceso y, para
evitar verse sometido a estrictas restricciones éticas, se ha negado hasta
ahora a cooperar con la Administración de Servicios Generales, que proporciona
la infraestructura que permite a un gobierno en espera recabar la información
que necesita para estar preparado el primer día.
Sin embargo, la ausencia de una transición
tradicional puede no ralentizar tanto a la administración entrante, puesto que
ya ha subcontratado la mayor parte del trabajo al infame Proyecto 2025 de la
Heritage Foundation y al menos conocido proyecto de transición del America
First Institute.
Cadáveres en el armario
El trabajo realizado por los verdaderos
creyentes de MAGA (Make America Great Again) en esos proyectos es mucho más
consecuente y más indicativo de lo que hará una administración Trump entrante
que cualquier cosa desarrollada por el esfuerzo de transición nominal
copresidido por la ex congresista Tulsi Gabbard y Robert F.
La transición será aún menos importante si el
equipo de Trump sigue adelante con sus planes de renunciar a las comprobaciones
de antecedentes del FBI y en su lugar hacer que el presidente conceda
autorizaciones de seguridad únicamente sobre la base de la investigación
interna de la campaña, lo que permitiría a Trump evitar que sus opciones de
personal preferidas se vean bloqueadas por cualquier esqueleto en sus armarios.
Una medida tan radical sería probablemente
legal, pero solo después de la investidura de Trump. Mientras tanto, la
administración saliente de Biden vería limitada su capacidad para coordinarse
con el equipo entrante de Trump de la forma tradicional, ya que el personal de
Trump no dispondría de autorizaciones. Los votantes estadounidenses hicieron su
elección, y la maquinaria del gobierno en Washington se acomodará ahora a Trump
de una forma u otra.
El mundo
En el resto del mundo la mayoría de los aliados
de Estados Unidos veían con pavor una victoria de Trump, creyendo que sería un
clavo decisivo en el ataúd del tradicional liderazgo mundial de Estados Unidos.
Hay mucho que criticar de la política exterior estadounidense desde la Segunda
Guerra Mundial, y los aliados de Estados Unidos nunca se cansaron de airear sus
quejas. Pero también comprendieron que la era de la posguerra era mucho mejor
para ellos que la era que la precedió, durante la cual Washington eludió sus
responsabilidades y millones pagaron el precio final como resultado.
Cuando el electorado estadounidense eligió a
Trump la primera vez, los aliados de Estados Unidos reaccionaron con diversas
estrategias de cobertura. Esta vez, se encuentran en una posición mucho más
débil debido a sus propios desafíos internos y a las amenazas que plantean el
presidente ruso Vladimir
Los aliados de Estados Unidos intentarán
halagar y apaciguar a Trump y, en la medida en que sus leyes se lo permitan,
ofrecerle los halagos y emolumentos que demostraron ser la mejor manera de
conseguir condiciones favorables durante su primera administración. El enfoque
transaccional y a corto plazo de Trump probablemente producirá una imagen
especular entre los aliados, que tratarán de obtener lo que puedan y evitarán
dar nada a cambio, una forma de diplomacia que, en el mejor de los casos,
produce una cooperación falsa y, en el peor, deja que los problemas se enconen.
Adversarios
En cambio, entre los adversarios de Estados
Unidos, el regreso de Trump presentará abundantes oportunidades. Trump ha
prometido intentar obligar a Ucrania a ceder territorio a Rusia, consolidando
así los logros de Putin tras la invasión. A diferencia de muchas promesas de
campaña, ésta es creíble, porque Trump se ha rodeado de asesores
anti-ucranianos y pro-Putin.
También es probable que su plan para Ucrania se
lleve a cabo, ya que entra de lleno en el ámbito de las prerrogativas
presidenciales. La única cuestión es si Putin aceptará una rendición parcial
con el entendimiento de que siempre puede apoderarse del resto del territorio
de Ucrania una vez que Trump haya impuesto con éxito la “neutralidad” a Kiev o
si Putin llamará y exigirá la capitulación total de inmediato.
Los beneficios para China son menos obvios, ya
que varios de los principales asesores de Trump se entregan al realismo mágico
de pensar que Estados Unidos puede sacrificar sus intereses en Europa y, al
mismo tiempo, apuntalar de algún modo la disuasión contra las depredaciones
chinas en Asia Oriental. Las primeras medidas que tome la nueva administración
Trump en Asia podrían parecer belicistas a primera vista.
Comercio con China
Verbigracia, si Trump consigue imponer los
aranceles masivos que ha propuesto imponer a los productos chinos, la economía
de China podría experimentar cierta aflicción, aunque el dolor para los
consumidores estadounidenses sería mayor y más inmediato. Es probable que Trump
busque una forma de mostrar el poderío militar de Estados Unidos en Asia para
señalar una ruptura con lo que ha descrito como la debilidad de Biden.
Entre los adversarios de Estados Unidos, el
regreso de Trump presentará abundantes oportunidades. Pero es dudoso que los
aranceles cambien de forma significativa las políticas de China o que el
belicismo performativo se traduzca en un refuerzo militar sostenido en Asia.
Por un lado, Trump ha impuesto ciertas condiciones para defender a
Contradicciones
Esta rocambolesca estrategia bien podría
derrumbarse por sus propias contradicciones, y es posible que la alianza
chino-rusa se encuentre con la perspectiva de un repliegue estadounidense en
los dos grandes teatros. Durante la campaña, Donald Trump y James David
El retrato implícito de Trump como una paloma
cautelosa debería ser chocante para cualquiera que recuerde sus amenazas
durante su primer mandato de desatar “fuego y furia” contra Corea del Norte o
su arriesgado asesinato de un alto general iraní. El aislacionismo sin diluir
de su mensaje de campaña podría resultar ser una camisa de fuerza que paralice
la política exterior de la administración Trump en un momento crítico. Pero
Trump es famoso por liberarse de esas cadenas y resistirse a que lo encierren.
Inestabilidad
Los ayudantes más astutos de Trump utilizarían
esto en su beneficio, presentando lo que quisieran que hiciera como lo que sus
enemigos decían que no podía hacer. Esa táctica funcionaría de forma limitada
durante un tiempo, pero en algún momento, Trump inevitablemente se movería en
una dirección completamente diferente.
Esta vez, esa impulsividad podría acabar
frustrando, en lugar de potenciando, a las facciones más extremistas de su
equipo. Trump ha ganado la oportunidad de determinar la política de seguridad
nacional de Estados Unidos y ejercerá el impresionante poder que encarnan los
hombres y mujeres que ahora esperan impacientes trabajar para él. El equipo de
Trump tiene confianza más que suficiente. El mundo pronto se enterará, si es
que tiene la sabiduría necesaria (¡ojalá!) para comprender cabalmente lo que
ocurre en estos movedizos terrenos.
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