Italia

Un nuevo favorito en La Scala

Jorge Binaghi
miércoles, 13 de noviembre de 2024
Devieilhe y Lindsey en 'Rosenkavalier' © 2024 by Brescia y Amisano Devieilhe y Lindsey en 'Rosenkavalier' © 2024 by Brescia y Amisano
Milán, martes, 29 de octubre de 2024. Teatro alla Scala. Der Rosenkavalier (Dresde, Opera, 26 de enero de 1911). Libreto de Hugo von Hofmannsthal y música de Richard Strauss. Puesta en escena: Harry Kupfer. Escenografía: Hans Schavernoch. Vestuario: Yan Tax. Iluminación: Jürgen Hoffmann. Video: Thomas Reimer. Intérpretes: Krassimira Stoyanova (Die Feldmarschallin), Kate Lindsey (Octavian), Sabine Devieilhe (Sophie), Günther Groissböck (Baron Ochs), Michael Kraus (Faninal), Piero Pretti (Cantante italiano), Tanja Ariane Baumgartner (Annina), Gerhard Siegel (Valzacchi), Caroline Wenborne (Marianne, die Duenna), Bastian Thomas Kohl (Polizeikommissar), Jörg Schenider (Haushofmeister bei Faninal, Wirt, Ein Tierhandler)) y otros. Orquesta y coro del Teatro, y coro de voces blancas de la Academia del Teatro (preparados por Alberto Malazzi). Director: Kirill Petrenko
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A ocho años de una reposición que había sido bastante buena o buena, pero sin convocar multitudes ni provocar alharacas, hemos tenido ahora, casi al final de la temporada, la misma producción con dos intérpretes repetidos pero un resultado muy distinto. Localidades agotadas, flores al terminar la representación, aplausos enfervorizados al acabar los actos y, sobre todo, al presentarse en el podio Petrenko.

La verdad, como se decía allá lejos y hace tiempo, ‘toda ponderación es poca’. Totalmente distinta a los directores que citaré, su versión me ha parecido igualmente válida que la de Kleiber hijo y ligeramente superior a la de Thielemann, que son mis dos referencias absolutas de audiciones en vivo. Analítica, irónica, sofisticada sólo cuando debe, apasionada o melancólica cuando hace falta, para nada fría ni distante, francamente divertida en los momentos en que se necesita, no recoge ciertamente la herencia de la summa de la gran tradición orquestal que ofrecía Kleiber con sus peculiares giros, pero resulta de una modernidad asombrosa y llegados los momentos ‘trascendentales’ sabe conmover y hacer pensar.

Concertador envidiable, Petrenko ni por un solo momento perdió de vista a los cantantes ni el equilibrio de estos y el foso (al que no contuvo, pero al que no hizo protagonista absoluta más que cuando debía serlo). La orquesta sonó como nunca, sea en los momentos solísticos como en los conjuntos. Muy bien el coro, aunque aquí no esté particularmente exigido.

Era el debut de Petrenko como director lírico en este teatro (había antes dirigido un concierto), pero su consagración -al parecer ya desde los ensayos- fue absoluta, sin ‘opositores’, y tal vez si algo deba criticarse a los que arrojaban flores sería que en su entusiasmo al final no hicieron casi (el ‘casi’ es importante) diferencia entre el director y los solistas.

Stoyanova en ‘Der Rosenkavalier’ de Strauss. Director musical: Kirill Petrenko. Puesta en escena: Harry Kupfer. Milán, Teatro alla Scala, octubre de 2024. © 2024 by Brescia y Amisano /Teatro alla Scala.Stoyanova en ‘Der Rosenkavalier’ de Strauss. Director musical: Kirill Petrenko. Puesta en escena: Harry Kupfer. Milán, Teatro alla Scala, octubre de 2024. © 2024 by Brescia y Amisano /Teatro alla Scala.

Aquí debo repetirme un poco: “Es verdad que no sólo no había divos, sino que, con la parcial excepción de Ochs, ninguno de los que intervinieron -aunque algunos sean cotizados- es carismático y sinceramente no me parece que vayan a quedar registrados como intérpretes de referencia de sus partes. Pero en general estuvieron muy bien, o bien, o más que bien. Y la obra es difícil.”. Inmediatamente debo añadir que esta vez Sophie fue la mejor en escena por su actuación y su canto: si Devieilhe no es del todo carismática (la voz es algo reducida en volumen, pero eso no fue un problema por su buena técnica y la actitud de Petrenko) su personaje lo hace a la perfección, con tanto de juventud, coquetería, inocencia e impulsividad como hace falta y sus agudos y messe di voce son sensacionales.

El Ochs de Groissböck era precisamente uno de los elementos repetidos y si esta vez la forma estaba un tanto por debajo de la anterior prestación, su familiaridad y dominio de la parte han ido a más y con ello algunos problemas se disimulan o pierden importancia. Aplaudido a rabiar

Der Rosenkavalier, Teatro alla Scala. Dirección de Harry Kupfer. © 2016 by Brescia e Amisano © Teatro alla Scala.Der Rosenkavalier, Teatro alla Scala. Dirección de Harry Kupfer. © 2016 by Brescia e Amisano © Teatro alla Scala.

También repetía con el mismo triunfo que Groissböck Stoyanova en la Mariscala. También aquí voy a repetirme: “es una gran trabajadora, una buena voz y una excelente técnica y estilista: lamento de veras que en ningún momento me haya movido un pelo. Elegante, con mucha voz (no especialmente bella) y buena escuela.” He leído alabanzas y comparaciones con nombres más o menos actuales que me han parecido realmente exageradas, pero es cierto que, sin mencionar a nadie ‘actual’, parece que no se ha visto o se ha olvidado lo que hacían -cito los dos nombres que he visto y que me han provocado no sólo profunda admiración sino incluso gratitud- en esa parte Régine Crespin y Sena Jurinac. Como diría la práctica marsellesa ‘tant pis’.

No era bueno el Oktavian, y esta vez tampoco hubo demasiada suerte aunque resultó mejor. Lindsey no se oyó siempre, la voz es demasiado clara, alguna vez hubo sonidos fijos o metálicos y la actuación, muy buena, resultó en algunos momentos demasiado femenina. Su dicción tampoco fue inmejorable.

Óptimos el Faninal de Kraus y tanto el intrigante Valzecchi de Siegel como el posadero (y otros papeles menores) de Schneider fueron muy de tener en cuenta. Baumgartner no respondió a su fama como Anina, sea por la voz opaca y no demasiado audible, sea por una actuación sumamente genérica. Muy correcta la dueña de Wenborne y de señalar el timbre y presencia de Kohl (el comisario que doblaba también como notario). Muy en forma y con más squillo que el que le recordaba el cantante italiano de Pretti (superó al anterior colega). Correctos los otros secundarios.

Der Rosenkavalier, Teatro alla Scala. Dirección de Harry Kupfer. © 2016 by Brescia e Amisano © Teatro alla Scala.Der Rosenkavalier, Teatro alla Scala. Dirección de Harry Kupfer. © 2016 by Brescia e Amisano © Teatro alla Scala.

Y paso a repetirme sobre una puesta en escena, que muerto su autor fue óptimamente repuesta por Derek Gimpel. No muestra una arruga en los ocho años transcurridos.

“La producción de Kupfer tiene no sólo buen gusto sino imaginación, nostalgia, humor algo grueso cuando hace falta, y una capacidad para entender a sus personajes (a partir de Ochs, que no es nunca una caricatura -y cuando lo es, lo es de algo que lo trasciende y se convierte en crítica).

Decorados y vestuarios son memorables (algo menos el decorado del último acto, pero es una cuestión personal). Y en la mente de quien lo ha visto permanecerá mucho tiempo el final del acto primero y sobre todo el del tercero, donde el ‘morito’ es sí de color de piel aceitunado, apuesto, joven y no niño, y claramente tiene sus sentimientos por la señora de la casa, pero a diferencia de la ocasión anterior no he visto su nombre y no creo que sea el mismo (que casualmente sean estos mencionados en último término los momentos musicales más emotivos y ‘profundos’ -perdón por volver a utilizar estos adjetivos tan poco intelectuales y pasados de moda- explica por qué Kupfer es un gran director teatral de ópera: conoce y entiende la música). 

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