Discos
Grosz, Piano Music 1
Juan Carlos Tellechea
El renombrado pianista Gottlieb Wallisch ha ganado fama en los últimos tiempos por haber desenterrado, grabado y publicado música perdida para piano de principios del siglo XX. Lleva muchos años haciéndolo, escarbando en archivos y colecciones privadas.
Se vale también de la ayuda de muchos amigos y musicólogos para seguirle la pista a esas obras completamente olvidadas.
Su serie de álbumes 20th Century Foxtrots va ya por el sexto volumen y la primera grabación de la música para piano de Jaromir Weinberger en 2022 fue un gran acierto y muy elogiada.
Ahora llevado al disco (sello Grand Piano Records) piezas del compositor Wilhelm Grosz, un músico de memorable versatilidad y amplia influencia. La gran mayoría de estas composiciones se han grabado aquí por primera vez. ha
Wallisch se topó con la música de Grosz durante su investigación en el archivo de Universal Edition Vienna, tras lo cual comenzó paulatinamente a fijarse más en él, a indagar sobre su vida y a conocer más obras suyas.
Algunas perdidas para siempre
Entretanto ha recopilado tanta música que le llevará más de un álbum su edición. Catalogarla no ha sido fácil porque, además de que la mayoría se encuentra en el patrimonio de Exilarte (Centro de música de compositores perseguidos por la barbarie nazi) en Viena, muchas obras están dispersas por diversas bibliotecas de todo el mundo.
Wallisch necesitó también tiempo para comprender cuáles de sus obras se publicaron impresas durante su vida y cuáles solo han sobrevivido en forma de manuscrito. Se sabe asimismo que muchos conciertos se interpretaban entonces con las partituras manuscritas. Por desgracia, tuvo que percatarse de que una o dos obras se han perdido para siempre. Por desgracia esto también es válido para el opus 1 de Grosz, Variaciones sobre un tema de Grieg para piano, que se estrenó en la Konzerthaus de Viena en 1913.
Maestros
Su camino hacia el éxito parecía estar trazado desde mediados de la década de 1920. Wilhelm Franz Schreker (composición), Richard Robert (piano, dirección, composición), el compositor de El Baile de la Ópera Richard Heuberger (composición), Robert Fuchs (piano, composición) y Guido Adler (musicología). Con , fundador de la musicología vienesa, Grosz, sin duda uno de los compositores más polifacéticos en el sentido universalista, se doctoró en 1920 con una disertación sobre la fuga en las obras vocales e instrumentales de Mozart.
Desde aquel primer opus hasta las 12 Improvisaciones, para piano, op 45 (1938-39), grabadas por primera vez en este álbum, la música para piano es un hilo conductor a lo largo de sus 25 años de carrera, durante los cuales Wilhelm Grosz no solo actuó como compositor y pianista, sino también como director de orquesta, arreglista, orquestador, director de grabación, “cazatalentos”, publicista y musicólogo.
Muerte
La obra compositiva de Grosz abarcó casi todos los géneros musicales: Sinfónica, ópera, opereta, música de cámara, canción, cabaret, música para teatro, cine y radio (opereta radiofónica), canciones pop, así como, por supuesto, obras para piano solo. Datan de 1939, muy poco antes de su repentina muerte en Nueva York a la edad de tan solo 45 años.
El 10 de diciembre de 1939, Wilhelm Grosz se encontraba visitando a unos amigos cuando sufrió un repentino colapso y falleció mientras acompañaba al piano a tres cantantes durante las palabras de la Marschallin en “In Gottes Namen” (En nombre de Dios) de Rosenkavalier (El caballero de la rosa) de Richard Strauss.
Western
Unos días antes, había firmado un contrato con Warner Brothers y entregado una canción: el tango Liebling, nach dem Tango vergiss mich (Amor, después del tango olvídame), que había compuesto 10 años antes para el tenor Joseph Schmidt (1904 - 1942), se convirtió en la balada country & western Along the Santa Fé Trail para el filme del mismo nombre con Ronald Reagan y Olivia de Havilland, pero sin que se mencionara su nombre en los créditos iniciales de la película.
Las “Canciones de éxito” de Wilhelm Grosz aseguraron a su familia una existencia duradera durante décadas, convirtiéndolas a la vez en una bendición y una maldición. Los defensores de la llamada “música seria” no le han perdonado a su antiguo colega su “caída en las profundidades de la música popular”. Una vez más, Erich Wolfgang Korngold es un buen ejemplo. Ahora, por suerte, parece haber llegado el momento de rescatar por fin del olvido la obra de Wilhelm Grosz.
Música exigente
Desde un principio Wallisch se mostró entusiasmado con la música que de pronto tenía entre sus manos. Para él Grosz tenía un talento inconmensurable, era muy adaptable y flexible. Su confianza en sí mismo se vio sin duda reforzada por sus increíbles éxitos a una edad temprana. Era un excelente pianista, su estilo de escritura sugiere un virtuoso integral del piano. La riqueza orquestal y la opulencia tonal impresionan; lo ve claramente influido por su maestro Franz
En su búsqueda y profundo análisis contó con el apoyo del musicólogo Dr Thomas Gayda, con quien también escribió el texto del libreto de este álbum. Gayda no solo ha estudiado a Wilhelm Grosz durante décadas, sino que también está en contacto directo con su nieta en Nueva York. Esto le proporcionó muchos detalles biográficos apasionantes sobre Grosz, especialmente sus variadas actividades a finales de los años veinte en Berlín como productor, arreglista y director de orquesta para la recién fundada compañía discográfica “Ultraphon” (que más tarde se convertiría en la mundialmente famosa “Telefunken”).
Temas aún conocidos
Pero también pudo conocer mucho sobre su exilio en Londres en 1934 y en Nueva York en 1938. Grosz siempre estuvo en sintonía con la época con sus composiciones, aunque nunca se pasó a la atonalidad como algunos de sus contemporáneos. La época londinense en particular es un período muy emocionante en la vida de este músico exiliado. Allí compuso música pop de gran éxito y creó algunos temas que aún conocen, como Red Sails in the Sunset, Harbour Lights e Isle of Capri.
Merece la pena descubrir la música para piano de Wilhelm Grosz. Gottlieb Wallisch ha vuelto a realizar un trabajo muy importante, pero también maravillosamente bello. Le complace seguir su afán por descubrir música desconocida de la primera mitad del siglo XX y ampliar su repertorio.
El fascismo siempre destruye la diversidad cultural
El hecho de que se trate en su mayoría de compositores exiliados o prohibidos es en realidad una circunstancia trágica que demuestra hasta qué punto el racismo genocida nazi destruyó y suprimió la diversidad cultural y lo grande que sigue siendo esta brecha hoy en día. A Wallisch no solo le emociona tocar la música olvidada, sino también entender las biografías, recorrer las vidas y destinos individuales. Es maravilloso que los oyentes del siglo XXI puedan comprenderlo y compartirlo.
La preferencia de Wilhelm Grosz por el piano se debe al talento pianístico muy especial del compositor, cuya escritura hacía justicia al espíritu del instrumento de una forma que no es en absoluto habitual hoy en día, se afirmaba en 1922 en un artículo dedicado a él en las Musikblätter des Anbruch (Hojas musicales del amanecer) de Viena. Más o menos en la misma época, en Berlín se hablaba de la “extraordinaria individualidad artística”, del “riquísimo talento de la escuela de Franz Schreker”.
Este tipo de testimonios periodísticos presagiaban ya el destino de Wilhelm Grosz como uno de los principales representantes de la nueva generación de compositores “postmahlerianos” que estaba a punto de sacudir la escena musical contemporánea tras el trauma de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Incidental
El compositor recibió la invitación de escribir la música incidental para el drama Spiegelmensch (1920) de Franz Werfel (1890 - 1945) de manos del propio autor; esto se debió, entre otras cosas, a las sensacionales interpretaciones de sus piezas orquestales Serenade, op 5 y Tanz, op 7 en el Musikverein de Viena por la Orquesta Filarmónica de Viena bajo la dirección de Felix Weingartner.
Mientras que el ambicioso Magisches Gedicht in zwei Teilen (Poema mágico en dos partes) de Werfel fue un fracaso de público y crítica, la música incidental de Grosz -que él mismo dirigió- fue tan bien recibida que partes de ella, el “Vorspiel” (Preludio) y la “Hochzeitmarsch” (Marcha nupcial), se imprimieron en versión para piano como suplemento en las Musikblätter des Anbruch al mismo tiempo que la representación en el Burgtheater vienés en abril de 1922. Poco después, Wilhelm Grosz crearía más música incidental para la tragedia de Franz Werfel Bocksgesang.
Poco tiempo después, en el verano de 1922, Wilhelm Grosz se encontró en el círculo de compositores que, tras la catástrofe de la Primera Guerra Mundial, estaban a punto de fundar en Salzburgo una sociedad internacional de música contemporánea, de estética transversal y pacificadora (en cierto sentido, como contrapartida musical del PEN Club fundado en 1921).
Tonalista
Sin embargo, la fundación se llevó a cabo sin Grosz, quien, como “tonalista convencido”, expresaría su descontento ante una interpretación de las Cinco piezas para cuarteto de cuerda op 5 de Anton Webern en voz tan alta que el concierto acabó en disturbios y culminó en un violento enfrentamiento entre Grosz y el arquitecto Adolf Loos. Aquí, Wilhelm Grosz manifestaría abiertamente su desvinculación estética de los llamados “neotonistas” en torno al triunvirato Schönberg-Berg-Webern.
A partir de entonces, el jazz (o más bien lo que él y sus contemporáneos entendían por él a principios de la década de 1920) se convertiría cada vez más en el centro de su trabajo compositivo como parte de su credo musical, basado en la melodía, el ritmo y la armonía.
El inmenso abanico de formas de expresión musical de Wilhelm Grosz, desde las canciones de influencia judía oriental/del Lejano Oriente hasta los espirituales Jugendstil gershwinianos, desde el expresivo art jazz hasta los colores tonales humeantes del Romanticismo tardío, quizá revele menos un estilo personal individual que un talento especial para saber utilizar juguetonamente los respectivos nichos musicales en cualquier momento.
Baile
Esto es particularmente ejemplar en sus dos Dance Suites de 1922 y 1925, en las que yuxtapone de forma estilizada bailes sociales del pasado y del presente. Los dos primeros movimientos de la suite de danza (sin número de opus) fueron compuestos durante su estancia en la Academia de Música y Artes Escénicas en 1913 (“Minué”, “Gavota y Musette”), “Vals” y “Polca” se añadieron en 1921.
Pese a este desfase temporal, los cuatro movimientos forman una unidad musical que cautiva por su encanto y vivacidad. En un lenguaje tonal deliberadamente tardorromántico, Grosz nunca sobrepasa los límites de lo armónicamente melodioso y pegadizo, transportando al oyente a la Viena de fin de siglo en el “Vals” y haciéndole sentarse y prestar atención con el colorido bohemio de la “Polca”.
En la Dance Suite II sus cinco movimientos ponen en escena de forma ejemplar los bailes de moda de los años veinte: la obertura es un “Foxtrot” muy seguro de sí mismo, seguido de misteriosas armonías con cuerpo en el “Boston”. No hay que perderse un “Tango” oscilante con un compás que cambia con frecuencia en la sección central, seguido de un “Shimmy”, a veces chillón y lleno de ironía, como indica la elección de la exótica tonalidad de fa sostenido mayor.
Furia
El gran final de la suite, vívidamente exagerado, es el “Quasi Fivestep”, una furiosa fantasía de danza sobre un ostinato de bajo arcaico en cinco tiempos. Grosz no rehúye aquí los sonidos percusivos y las cascadas de acordes ásperos, sacando a relucir toda la crudeza y el salvajismo de la época.
Las dos obras sonatas, compuestas en rápida sucesión y que pueden escucharse por primera vez en este CD, datan también de mediados de los años veinte. La Sonatina sopra “e-h-a-e de 1925 es una sonora felicitación de cumpleaños por el 25º aniversario de la «Universal Edition» (la editorial de origen de Grosz hasta los años 30), en la que la “e” y la “h” representan naturalmente a Emil Hertzka (1896 - 1932), el director de UE, la “a” en lugar de la “u” por “Universal” y la “e” por “Edition”.
Estas cuatro notas forman el material temático básico de los tres movimientos de la Sonatina. En su brevedad, cautiva al oyente con su densidad musical y su impulso rítmico en los movimientos exteriores (el primer movimiento es una marcha, el tercer movimiento en “tiempo de paso”) y seduce con su aire italianizante en el movimiento central (Quasi Serenata). Grosz dio a la obra, que solo ha sobrevivido en forma manuscrita, el número de opus “menos 2” en la portada; otro detalle divertido de esta joya musical.
Líneas alargadas
La Sonata op 21, dedicada al ya mencionado compositor y escritor musical de los Musikblätter des Anbruch Rudolf Stephan Hoffmann (1878 - 1939), tiene una ambición mucho más seria y a mayor escala. Formalmente, Grosz buscó nuevas maneras de dar a la forma sonata clásica un sabor individual, en particular en el primer movimiento: en la exposición, se yuxtaponen tres temas diferentes, muy expansivos, cada uno para ser tocado a un tempo diferente. (Grosz era muy aficionado a la diferenciación precisa de los diferentes tempi de interpretación dentro de un movimiento [“Tempo I, II, III”], y utilizaba con frecuencia este tipo de designaciones). El desarrollo del movimiento no aporta ningún desarrollo o condensación temático-motivacional, sino que desarrolla aún más las líneas alargadas de los temas segundo y tercero, las estira y alcanza así un estado de suspensión, de casi atemporalidad.
El primer tema solo reaparece en la rápida coda final, transformada en un compás de 5/4, similar al “quasi fivestep” de la segunda suite de danza. El movimiento central es ligero y aéreo, una noble “Siciliana”, aderezada con algunos giros exóticos e impresionistas. En contraste con el primer movimiento, Grosz crea deliberadamente el trepidante y virtuosístico final como una obra monotemática, derivando los diversos caracteres de un único tema, que se procesa contrapuntísticamente de forma rigurosa en la sección de desarrollo según todas las reglas del arte de la música, aderezado con disonancias moderadas a medida que avanza y es llevado finalmente a una conclusión dramática.
Festivales
En esta época, Wilhelm Grosz estuvo representado con sus composiciones o como pianista en todos los festivales de música contemporánea, ya fuera en Donaueschingen, Baden-Baden o en los festivales de música de la “IGNM”. El año 1927 marcó un punto álgido en su vida: su ciudad natal le concedió el prestigioso “Premio de Música de la Ciudad de Viena”, su grotesco baile Bebé en el bar (texto de Béla Balász, 1884 - 1949) causó sensación en toda Europa como expresión perfecta del zeitgeist de la llamada “Nueva Objetividad”. Ese mismo año se casó con Elisabeth Schoen (nacida en 1899), con quien se trasladó a Berlín, donde pronto comenzó su trabajo como director musical de grabaciones de la recién fundada compañía discográfica “Ultraphon” (a partir de 1932 “Telefunken”).
En relativamente poco tiempo, la ambiciosa compañía recopiló un considerable catálogo de grabaciones, que no habría sido posible sin Grosz, sobre todo porque era capaz de abarcar como nadie una amplia gama de tareas: Componer, dirigir, arreglar, acompañar al piano. Apareció como director de la Pequeña música nocturna de Mozart o de los valses de Johann Strauss, que él mismo orquestaba (¡con la Orquesta Filarmónica de Berlín!), así como acompañante de canciones de importantes artistas de la época. Junto con su amigo, el pianista y compositor Walter Kaufmann (1907 - 1984), formó un popular dúo de pianos que, además de numerosas apariciones en concierto, también podía escucharse en la radio.
Nazis
El impacto inmediato que tuvieron sobre él los acontecimientos políticos de 1933 (ascenso del genocida Adolf Hitler al poder) queda patente en la eliminación inmediata de su nombre de las etiquetas discográficas de “Ultraphon”, sucesora de “Telefunken”. Como consecuencia, Grosz regresó a Viena ese mismo año. Sin embargo, fue por poco tiempo -hasta febrero de 1934 siguió trabajando como director musical del Kammerspiele de Viena-, sobre todo porque la situación política en su ciudad natal no era menos tormentosa.
No en vano, el asesinato de un amigo joyero a manos de los nazis impulsó a toda la familia Grosz (que también tenía una joyería en el centro de Viena) a trasladarse a Inglaterra, adonde llegó el 11 de marzo de 1934. Más que casi nadie, Wilhelm Grosz supo establecerse muy rápidamente en su nueva patria con gran pragmatismo.
Seudónimos
En muy poco tiempo, se convirtió en uno de los representantes más solicitados del llamado “Tin Pan Alley” londinense. Sus canciones se llegaron a grabar incluso en la Alemania nazi, sin que nadie se diera cuenta de que detrás de seudónimos como “André Milos”, “Will Grosz” o “Hugh Williams” se escondía un compositor difamado por los nazis como “judío degenerado”.
A partir de mediados de 1938, el creciente temor a la guerra en Inglaterra impulsó a Grosz a seguir la llamada de su compañero de escuela Erich Wolfgang Korngold (1897 - 1957) y lanzarse a cruzar el Atlántico con su esposa en mayo de 1939.
Grosz comenzó su última composición para piano solo, las 12 Improvisaciones op 45 en Inglaterra en 1938 y la terminó el 16 de agosto de 1939 en Larchmont, estado de Nueva York, en los Estados Unidos. Este ciclo compacto rebosa innovación melódica y optimismo y plantea grandes exigencias técnicas a los intérpretes.
Glenn Miller y otros
El humor y la ironía típicos de Grosz afloran una y otra vez en algunos de los números, mientras que otras inspiraciones se encuentran en una escena cinematográfica nocturna (nº 8), en el canto gospel (nº 10 “Prayer”) o en el tango (nº 12). Las doce miniaturas que Grosz dedicó a su esposa parecen un homenaje a su amigo Korngold, tres años menor que él, que ya era uno de los compositores cinematográficos de más éxito en Hollywood.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial en Europa, el 1 de septiembre de 1939 (un año y medio después de la anexión de Austria por los nazis), retrasó en vano el viaje de la costa este a la oeste, ya que era necesario llevar a Estados Unidos a la hija Eva Anneliese, que se había quedado en Londres. Escribió más canciones para la “Irving Berlin Music Company” de Nueva York en colaboración con el conocido compositor estadounidense Sam Coslow (1902 - 1982), que fueron grabadas por Glenn Miller y su orquesta, así como por otros conjuntos. ¡Enhorabuena por este rescate del olvido de Wilhelm Grosz!
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