Costa Rica, viernes, 7 de mayo de 2004.
Teatro Nacional. Carlos Quesada, piano (Steinway & Sons, Hamburgo). Orquesta Sinfónica Nacional (OSN). Janna Hymes-Bianchi, directora invitada. Wolfgang Amadè Mozart , Obertura de ‘Così fan tutte’. Antonín Dvorák, Variaciones sinfónicas op. 78. Carlos Escalante (n. 1968), ¡Hardit Barejo! (dinqu’a l’ouro e míèjo) para orquesta. Piotr Ilich Chaicovsqui, Concierto n° 1, en si bemol menor, para piano y orquesta, opus 23. IV Concierto, Temporada oficial 2004
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A lo mejor yo no estaba en estado de ánimo receptivo, pero me decepcionó la primera mitad del cuarto concierto de la temporada oficial de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), que dirigió la estadounidense Janna Hymes-Bianchi, en su debut en el país, el viernes, en el Teatro Nacional.Pese a la técnica de batuta precisa y al porte elegante y discreto que la directora mostró sobre el podio, al comienzo la interpretación de la obertura de la ópera Così fan tutte, de Wolfgang Amadè Mozart (1756-1791), pináculo del clasicismo vienés, no alcanzó la gracia, efervescencia y ligereza asociadas con esta joya del repertorio cómico-musical, estrenada en 1790.Los compases desenvueltos de la introducción orquestal reflejan estos atributos del argumento cautivante y perspicaz del libreto de Lorenzo Da Ponte (1749-1838). El título puede traducirse Así se comportan todas, y el subtítulo, La escuela de los amantes, debió indicar a Jacques Sagot que la acción escénica no trata de las peripecias de la vida conyugal, como afirma él en las notas del programa de mano, sino de los enredos prenupciales de dos parejas de enamorados.Tampoco me pareció que la lectura de la directora y la orquesta de las Variaciones sinfónicas opus 78, de Antonín Dvorák (1841-1904), figura principal del posromanticismo bohemio, trazó de manera satisfactoria el tránsito de las 27 variantes, desde el adusto tema inicial hasta las festivas fuga y coda finales.Sentí cierta falta de cohesión en el fraseo de las continuas transformaciones temáticas y las respuestas de las secciones no alcanzaron la agilidad necesaria para realzar la inventiva de la composición, que data de 1877.Sin embargo, en la segunda parte Janna Hymes-Bianchi y la OSN se reivindicaron de pleno con la interpretación vivaz y diligente que labraron del estreno de ¡Hardit Barejo! (dinqu’a l’ouro e míèjo), para orquesta, del costarricense Carlos Escalante (n. 1968).La obra está basada en un cuento popular de Gascuña, región de Francia, el título significa “¡Arre, escoba! (hasta la hora y media)” y es la frase mágica que pronuncia una bruja para que su barredora la vuele al aquelarre.Escalante ha compuesto sobre todo música para teatro y danza, y optó por organizar el material sonoro como para acompañar un guión cinematográfico, aunque sin propósitos exactamente ilustrativos.El compositor obtuvo texturas y timbres orquestales novedosos mediante los elementos modales y tonales del tratamiento armónico, la combinación de la escala propia de la música europea con los intervalos ampliados típicos de la música de Levante y el empleo de giros de los blues.Asimismo, para establecer fuertes contrastes de dinámica y sonoridad, Escalante se sirvió de técnicas antiguas de composición, en particular la técnica del motete, a la vez que empleó súbitos aumentos y disminuciones del volumen orquestal, en ocasiones oponiendo un austero cuarteto de cuerdas, que tocaba sin vibrato, a la opulencia de la instrumentación del conjunto.Ritmos enérgicos sustentaron la pieza, pulsados por variados instrumentos de percusión, tradicionales y exóticos, los golpes de los yembés (tambores africanos) también repetidos por las cuerdas y maderas.Si la recepción del público había sido hasta el momento bastante fría, esta vez la obra, los intérpretes y el compositor, ahí presente, fueron aplaudidos de modo caluroso.Para terminar, se escuchó el Concierto n° 1, en si bemol menor, para piano y orquesta opus 23, de Piotr Ilyich Chaikóvsky (1840-1893), estrenado en 1875. Como solista actuó el alajuelense Carlos Quesada, quien prosigue estudios de perfeccionamiento en el conservatorio de la Chaux-de-Fonds, Suiza.Con apenas 18 años de edad, el pianista mostró talento y pericia suficientes para que el estudio, la perseverancia y la madurez le permitan mantener con éxito su carrera musical. El joven Quesada, la directora Janna Hymes-Bianchi y la OSN fueron ovacionados por la asistencia.Fuera de programa, Carlos Quesada complació con Oiseaux tristes (Pájaros tristes), de Ravel.
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