España - Galicia

Ha bí a_u na vez: trácata trácata trá...

Julián Carrillo
jueves, 26 de mayo de 2005
La Coruña, sábado, 21 de mayo de 2005. Palacio de la Ópera. Don Giovanni, dramma giocoso in due atti (Praga, 1787) de W. A. Mozart. Libreto de Lorenzo da Ponte. Dirección escénica e ideación del espacio, Giancarlo del Monaco. Escenografía y vestuario, Ágata Ruiz de la Prada. Ayudante de dirección escénica, Elena Saconaghi. Iluminación, Wolfgang Zoubek. Reparto: Marco Vinco (Don Giovanni); Woo-Kyu Kim (Il Commendatore); Elisaveta Martirosian (Donna Anna); Ferdinand von Bothmer (Don Ottavio); Joanna Kozlowska (Donna Elvira); Pietro Spagnoli (Leporello); José Antonio López (Masetto); Elena de la Merced (Zerlina). Coro de la Orquesta Sinfónica de Galicia.Joan Company, director del Coro. Orquesta Sinfónica de Galicia. Dirección, Víctor Pablo Pérez. Nueva producción del Festival Mozart de La Coruña. Festival Mozart 2005. Aforo, 1800 localidades; Ocupación, 95 %.
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...Y los buenos de Gabi, Fofó y Miliki seguían: ”¡Un circo...!”. Por costumbre de infancia y vínculos familiares sobrevenidos, soy bastante aficionado al circo y, sobre todo, tengo gran cariño y respeto por todos los que en él trabajan. Dicho esto, pienso que el ambiente creado por la escenografía y el vestuario de Ágatha Ruiz de la Prada son bastante más adecuados para ciertos espectáculos circenses que para una representación de Don Giovanni.

En La ópera del mañana -artículo publicado en el libro del Festival y magistral como todas sus observaciones orales o escritas-, dice Alberto Zedda refiriéndose a ciertas 'actualizaciones' escénicas de óperas: “La mayor parte de estas operaciones está destinada al fracaso, porque la insuficiente competencia y sensibilidad a la música no permiten al director de escena de un espectáculo lírico establecer una sintonía funcional entre una sintaxis musical (que, aunque sustancialmente asemántica, no se sustrae a emociones primarias de alegría o de dolor, de amor o de furor, de gozo o de melancolía) y una traducción visual suya que no respete el pathos y la pulsión rítmica.../... Quien no cultiva habitualmente el lenguaje de los sonidos puede no advertir su potencia expresiva”...

Acto II. Elena de la Merced

Como tantos, suelo usar como plantilla para estos escritos el último del mismo tipo. En mi crítica a la representación de L’Elisir que cerraba el Festival de Mozart 2004, decía literalmente: “No comparto la indignación de algunos buenos aficionados demasiado propensos a las convenciones escénicas tradicionales, que aborrecen cuanto montaje se salga de la estricta temporalidad de la obra; bien al contrario, creo firmamente que deben co-existir esos montajes tradicionales y otros, más aventurados, que acerquen la acción en el tiempo o permitan nuevos enfoques teatrales de libretos a los que, por lo general, no les viene nada mal una puesta al día que los haga más digeribles en la actualidad. Dicho lo cual, urge decir también que la producción...” [Como este párrafo sigue siendo hoy perfectamente válido, sólo tengo que seguir] ... que, en algunos aspectos –según reconoce la propia Ágata Ruiz de la Prada (1)-, se ha improvisado para este Don Giovanni dificulta muy seriamente la comprensión de las situaciones y, sobre todo, de los caracteres señalados en el libreto de Da Ponte y elevados a obra maestra por la partitura de Mozart.

Acto II. Elisaveta Martirosian, Ferdinand von Bothmer, Joanna Kozlowska

Y no es que se trivializara en exceso la ópera, sino más bien que se hizo un viaje a ninguna parte por una especie de universo paralelo (aunque tirando a divergente). Lo que se ha dado en llamar –ignoro por qué- ideación del espacio escénico, tuvo en mi opinión dos hallazgos fundamentales: las cruces formadas por focos ámbar en la escena del cementerio (por otra parte, malograda por un exceso de luz) y la gran fuerza que da a la aparición del Comendador el uso de los rayos láser. A propósito de luces, debo decir que, en general, la iluminación fue sosa y plana, dejando gran cantidad de escenas en una especie de penumbra neblinosa y grisácea que aplastaba la fuerza de aquéllas.

Acto II. Marco Vinco y Pietro Spagnoli

En cuanto a la escenografía de Ruiz de la Prada, debería ser calificada más bien como atrezzo, es decir complementos, muebles auxiliares y pequeños objetos decorativos -dan ganas de decir con voz aburrida “planta sexta” (2) o algo así, como los antiguos ascensoristas de grandes almacenes. Porque a más no alcanzan la docena de puffs y multitud de cojines, de aire pretendidamente fantástico y de variadísimo color, que trataban de ambientar la fiesta que ofrece Don Juan a Zerlina y Masetto, que, por cierto, es un baile de máscaras; no una bacanal. Y en las escenas finales, no parece que un mobiliario de comedor de guardería sea lo más apropiado para un Don Giovanni que quiera ser tomado en serio.

Acto II. Baile de máscaras

Comenzando por Don Juan, el personaje ha tenido muchos tratamientos dramáticos y, más incluso, interpretaciones psico-sociológicas. Hoy se le podría considerar un erotómano, un adicto al sexo, con el peligro de que lo trataran médica o psíquicamente de forma adecuada y nos chafaran el mito. En otras épocas, ha sido llamado de todo, desde libertino a homosexual, de tímido reactivo a fatuo bravucón y tantas más. Retratarlo como un chulo de discoteca, una especie de subproducto del personaje de John Travolta en Fiebre del sábado noche, es quedarse totalmente fuera del personaje, tanto por lo escrito en el libreto como, mucho más, por lo sugerido en la música.

Acto I. Marco Vinco y Pietro Spagnoli

La actuación de Marco Vinco fue muy probablemente la mejor de la noche. Desde el punto de vista vocal, la voz llena, con perfecta emisión y proyección, y en el aspecto dramático dando carne al personaje, haciéndolo todo lo creíble que se podía dado lo anteriormente dicho. El de Leporello, en cambio, da para bastante más de lo que nos ofreció Pietro Spagnoli. Más o menos acertado en los pasajes más cómicos de su papel, quedó algo plano -tanto vocal como dramáticamente- en los momentos más serios, cuando ha de expresar el rechazo al amo o el terror que le causa la aparición del comendador en el segundo acto. En el aspecto vocal, su voz quedó algo falta de 'materia' en los registros más bajos; si bien se podía haber achacado en algún momento a las posturas forzadas por la dirección escénica, no mejoró gran cosa en otras más adecuadas para el canto.

Acto I. Pietro Spagnoli y Joanna Kozlowska

La Donna Anna de Elisaveta Martirosian tuvo bastante consistencia en los dos aspectos. Expresa muy bien el personaje, pero su color de voz es algo extraño, con un cierto recuerdo a la vibración de una goma, o así resultó en la función del sábado, lo que hizo más patentes algunos pequeños problemas de afinación, como cuando relata a Don Juan, sin reconocerlo, el intento de violación por éste mismo y la muerte del Comendador. Ferdinand von Bothmer tiene un timbre realmente opaco. Esta falta de esmalte de su voz hizo que, tanto en escenas como en sus dos arias, Don Ottavio resultara un personaje más oscuro de lo conveniente, lo que pudo ser además potenciado en el aspecto dramático por la dirección actoral.

Acto II. Marco Vinco y Joanna Kozlowska

Donna Elvira es un personaje complicado de entender. Una dama abandonada por un canalla al que sigue y persigue dispuesta a la venganza, pero del que sigue perdidamente enamorada y a quien está dispuesta a perdonar en cualquier momento, aunque haya de ser a costa de volver a ser seducida y –doblemente- engañada por el criado de su imposible enamorado. Joanna Kozlowska supo darle sentido al personaje, pese a que en su aparición, por vestuario y peluquería, recordaba a la entrañable Hermenegilda de las Hermanas Gilda (Pulgarcito, Ed. Bruguera). Plena de voz, una gran actuación vocal y dramática hizo que resultara el mejor personaje femenino, junto con la Zerlina de Elena de la Merced, una baza siempre segura en cualquier reparto por su voz y capacidad expresiva.

Acto II. Marco Vinco y Elena de la Merced

El personaje de ésta estuvo tan mal planteado como el resto y además un poco dicotómico, por no decir esquizoide: por una parte, parece que estuviera esperando la llegada de D. Juan para cumplir con el llamado “viejo tributo” y llevarse a la cama algo mejor que su brutote Masetto, pero al intentar consumar el derecho de pernada el noble (o chulo en este caso) señor, su reacción es como algo excesiva y bastante incoherente con lo que se ha visto poco antes.

Acto II. Elena de la Merced y José Antonio López

Como decía, de la Merced salva el personaje por voz y capacidad interpretativa vocal y teatral, aunque sea a costa de adaptarse a unas pautas algo disparatadas. El Masetto de López, digno dentro del desbarajuste general. Woo-Kyu Kim, con esa espléndida voz de tantos bajos coreanos, hizo un Commendatore serio, pese al palito de golf que le hicieron blendir como arma en el primer acto. Su aparición en las escenas finales, sencillamente soberbia.

 La Orquesta Sinfónica de Galicia ha llegado a ser un conjunto muy mozartiano por su dedicación y los grandes maestros que la han dirigido en obras escritas por el 'titular' de este festival. El sábado 21 desarrolló, bajo la batuta de Víctor Pablo, una interpretación llena de color, hondura y esa falsa liviandad tan característica del salzburgués. Algunos tempi mucho más rápidos que ligeros dificultaron en algún momento el fraseo de los cantantes y rompieron una precisión que fue bastante notable a lo largo de la noche. Creo que, en lo musical, ha sido el mejor Mozart que nunca le he oído a Víctor Pablo, hasta ahora. En el aspecto teatral, muchos añoramos el último Don Giovanni que se montó en el Festival, una producción de Jonathan Miller procedente, creo recordar, del Maggio Musicale Fiorentino.

Ah, casi se me olvida: ¿Alguien me podría explicar qué diablos pintaban los hombres del coro cantando en dos ocasiones, todos vestidos de agresivos colorines en el foso, detrás de los contrabajos? ¿Es que no se sabía qué hacer con ellos en el escenario? Al verlos, me acordé de una frase que decía mi difunta madre -que este año hubiera cumplido el siglo- cuando una respuesta no tenía relación alguna con la pregunta formulada: “Como sé que te gusta el arroz con leche, por debajo de la puerta te echo un ladrillo”.

A mi madre también le gustaba el circo, especialmente los payasos.

Notas

(1) de la crónica de César Wonenburger para La Voz de Galicia el pasado viernes 13: De la Prada intervino para decir que se encontraba «supercontenta de estar en A Coruña y poder cumplir así un sueño». «En el pasado ya me había presentado a dos concursos para trabajar en otras óperas, pero finalmente no me eligieron», confesó. «Aunque todo ha sido un poco precipitado, tenemos pocos medios y trabajamos contrarreloj, es muy emocionante», dijo. «Creía que este iba a ser un trabajo más teatral, pero como me dijeron que querían algo actual, el vestuario será el de mis colecciones de ahora mismo»

Agatha Ruíz de la Prada Fotografía, © by Boutique Agatha Ruíz de la Prada

(2) La planta siguiente, la séptima, suele ser la de 'oportunidades': en general restos de serie y similares”

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