Discos

De la ‘goyim’ du Pré a la du Pré legendaria

Pablo-L. Rodríguez
viernes, 9 de septiembre de 2005
The very best of Jacqueline du Pré: Edward Elgar: Concierto para violonchelo y orquesta en Mi menor, op. 85. Antonín Dvorák: Concierto para violonchelo y orquesta en Si menor, op. 104. Franz Joseph Haydn: Concierto para violonchelo y orquesta en Do mayor nº 1, Hob VIIb/1; Concierto para violonchelo y orquesta en Re mayor nº 2, Hob VIIb/2. Luigi Bocherini, Concierto para violonchelo y orquesta en Si bemol mayor (arr. Grützmacher). Recital: Maria Theresia von Paradies: Sicilienne (arr. Dushkin). Robert Schumann: 3 Fantasiestücke, op. 73. Felix Mendelssohn: Canción sin palabras en Re mayor, op. 109. Gabriel Fauré: Elégie en Do menor, op. 24. Johann Sebastian Bach: Adagio de la Toccata, Adagio y Fuga en Do mayor, BWV 564. Camille Saint-Saëns: El cisne de "'Le Carnaval des animaux". Manuel de Falla, Jota de las Siete canciones populares españolas. Max Bruch: Kol Nidrei, op. 47. Ludwig van Beethoven: Allegro moderato inicial del Trío para violín, violonchelo y piano en Si bemol mayor "Archiduque", op. 97. Johannes Brahms: Allegro vivace inicial de la Sonata para violonchelo y piano n° 2 en Fa mayor, op. 99. César Franck: Allegro poco mosso final de la Sonata para violín y piano en La mayor (arr. Delsart). Jacqueline Du Pré, violonchelo. London Symphony Orchestra; Sir John Barbirolli, director (Elgar & Haydn 2). Chicago Symphony Orchestra; English Chamber Orchestra; Daniel Barenboim, director (Dvorak, Haydn 1 & Bocherini). Gerald Moore, piano (Paradis, Schumann, Mendelssohn, Fauré & Bruch). Roy Jesson, órgano (Bach). Osian Ellis, arpa (Saint-Saëns). John Williams, guitarra (Falla). Pinchas Zuckermann, violín (Beethoven). Daniel Barenboim, piano (Beethoven, Brahms & Franck). Productores: Robert Kinloch Anderson (Elgar), Peter Andry (Dvorak), Suvi Raj Grubb (Haydn & Bocherini). Ingenieros de sonido: Christopher Parker (Elgar, Haydn 1 & Bocherini), Carson Taylor (Dvorak), Allen Stagg (Haydn 2). Remasterización digital: Paul Baily (Elgar & Dvorak), Simon Gibson (Haydn & Bocherini). Tres discos compactos de 224 minutos de duración. Grabaciones realizadas el 19 de agosto de 1965 en el Kingsway Hall de Londres (Elgar), el 11 de noviembre de 1970 en el Medinah Temple de Chicago (Dvorak), el 17 de abril (Haydn 1), 24 de abril (Bocherini) y 13 de diciembre de 1967 (Haydn 2) en el Estudio nº 1 de Abbey Road en Londres; remasterizadas digitalmente en 1995 y 1998. Recital: grabaciones publicadas en 1982 (Paradis, Schumann, Mendelssohn), 1969 (Fauré), 1963 (Bach, Saint-Saëns, Falla, Bruch), 1970 (Beethoven), 1968 (Brahms), 1972 (Franck); y remasterizadas en 1995. EMI Classics ADD STEREO 5-86597-2
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La carrera fonográfica de Jacqueline du Pré (1945-1987) está estrechamente ligada a la compañía EMI. Una carrera que, como es bien sabido, fue breve y se vio truncada a comienzos de los setenta por una feroz esclerosis múltiple que acabaría con su vida de forma prematura. Elisabeth Wilson, su amiga y biógrafa, cuenta en su libro sobre esta gran violonchelista británica (Londres, 1998) que fue Yehudi Menuhin quien alertó a comienzos de 1962 a Peter Andry, por entonces director del sello HMV (que formaba parte del Grupo EMI), de la existencia de un joven prodigio del violonchelo. Andry fue a casa de los Menuhin y escuchó a la joven violonchelista hacer música de cámara con Yehudi y su hermana Hephzibah, tras lo que se dijo a si mismo “debemos hacer discos con ella”.

Este triple CD pertenece a la nueva colección The very best of en la que EMI está reeditando las grabaciones más relevantes de algunos de sus artistas más destacados. De hecho, la adquisición de este recopilatorio está especialmente indicada para aquellos que realizan su primera toma de contacto con el arte inolvidable de la que ha sido no sólo una de las grandes violonchelistas del siglo XX, sino uno de los músicos más geniales y extraordinariamente dotados de todos los tiempos.

En una carrera fonográfica breve y condensada como la de du Pré no resulta difícil seleccionar las grabaciones más destacadas. En efecto, no falta aquí su mítica grabación del concierto de Edward Elgar, ni tampoco otras estupendas grabaciones con orquesta como los conciertos de Dvorák, Haydn o Bocherini, aunque se echa en falta en este apartado su extraordinaria grabación del concierto de Frederick Delius, que contribuyó notablemente a devolver esta pieza al repertorio, o su grabación del concierto de Schumann (que precisamente acaba de reeditar EMI dentro de su serie Great Artists of the Century).

Por lo demás, se incluye un tercer CD denominado “Recital” en donde puede encontrarse una selección de piezas muy famosas tanto originales como arreglos para violonchelo, al que se le han sumado tres fragmentos de música de cámara. Sin duda, esta addenda es inicialmente lo más discutible de este nuevo lanzamiento de EMI, ya que si en algo destacó Jacqueline du Pré además de como solista fue como músico de cámara. Habría sido necesario quizá un cuarto CD con algunas muestras completas de su arte y no tan sólo movimientos aislados en los que uno se queda con las ganas de saber lo que sucedió antes o sucederá después.

De hecho, la supresión de alguna de las piezas del recital no hubiera desmerecido valor a este triple CD, pues en ellas escuchamos a una du Pré en proceso. No quiero decir con ello que se trate de grabaciones que no tengan interés, pero sí que al lado de otras resultan prescindibles en un recopilatorio que dice contener “lo mejor” de un intérprete. No obstante, las piezas del recital tienen más un claro valor histórico al incluir las primeras grabaciones que realizó du Pré para EMI en 1962 junto a las primeras que salieron al mercado al año siguiente en EP (es decir, Extended Play o disco de 45rpm) y con sonido monoaural.

El productor de todas las piezas del recital (del que EMI omite su nombre en la carpetilla) fue el clavista Roland Kinloch Anderson y las grabaciones fueron realizadas en tres sesiones los días 15, 16 y 21 de julio de 1962 (dato igualmente omitido). Sin embargo, a la hora de publicar las grabaciones se seleccionó lo supuestamente más comercial para lanzar a la joven intérprete. Por ello, tan sólo salieron al mercado las piezas de Bruch, Bach, Falla y Saint-Saëns.

Todas estas grabaciones son extraordinarias para un joven músico de dieciseiete años y están muy bien interpretadas. Sin embargo, carecen de la belleza tímbrica, sutileza dinámica y libertad interpretativa que hicieron legendaria a Jacqueline du Pré. No obstante, se intuye la grandeza en algunas de ellas. Por ejemplo, la expresividad que consigue en la primera pieza fantástica de Schumann o el formidable legato que luce en la canción de Mendelssohn o el bello sonido que saca a su instrumento en El cisne de Saint-Saëns. Pero otras como el Kol Nidrei resultan demasiado frías para la estética eminentemente expresiva de la violonchelista británica. De hecho, la propia du Pré -que solía disfrutar escuchando sus grabaciones durante su larga convalecencia tras su retiro- solía definir estas primeras grabaciones como demasiado rígidas aduciendo que eran “versiones goyim”, es decir, anteriores a su toma de contacto con el judaísmo.

No por casualidad, en medio del recital y de esas “versiones goyim” encontramos una joya que fue grabada algunos años después. Se trata de la Elegía de Fauré que fue registrada junto a un septuagenario Gerald Moore en 1969. Aquí podemos percibir una gran madurez de concepto, una extraordinaria libertad de fraseo y una intensidad expresiva acrecentada por medio de un uso muy personal del portamento. El resto del tercer CD lo conforman tres fragmentos de música de cámara grabados poco antes de su retiro y donde podemos comprobar el nivel de inspiración y libertad interpretativa que alcanzó la violonchelista británica secundada por su marido, el pianista y director Daniel Barenboim. De hecho, el último movimiento de la Sonata de Franck resulta especialmente emotivo pues fue grabado en la última sesión de grabación que hizo du Pré en su vida, el 11 de diciembre de 1971. Sin duda, ya pueden verificarse en esta grabación algunos problemas de entonación motivados por los primeros síntomas de su enfermedad, y que le obligaron a retirarse inicialmente por un año, aunque la fogosidad de su interpretación y el encanto de su sonido permanecen invariables.

Los dos primeros CDs incluyen algunas de las grabaciones más famosas de Jacqueline du Pré. A la cabeza de ellas hay que poner la mítica grabación que hizo del Concierto de Elgar el 19 de agosto de 1965 junto a la London Symphony bajo la batuta de Sir John Barbirolli. Esta grabación, que sigue siendo hoy considerada la mejor interpretación de esta obra, fue perfectamente planeada por la compañía EMI para coseguir los músicos ideales en el momento ideal. Jacqueline interpretó este concierto con gran éxito en 1962 tanto en el Festival Hall como en los Proms, lo que hizo pensar en que pronto grabaría la obra. Sin embargo, ni Peter Andry ni Robert Kinloch Anderson (que sería el productor de la grabación) quisieron meter prisa a la violonchelista y prefirieron esperar el momento idóneo y a que tuviera la obra perfectamente madura. En esos tres años de espera no sólo du Pré maduró notablemente su interpretación, sino que encontraron al director ideal para la grabación, Sir John Barbirolli. Este director de orquesta británico no sólo era uno de los mejores intérpretes de Elgar del momento, sino que había sido violonchelista en su juventud y había sido además uno de los primeros intérpretes de este concierto en 1923.

El entendimiento entre du Pré y Barbirolli fue además extraordinario desde el principio. Ambos tenían una concepción muy expresiva de la música de Elgar, de quien Barbirolli había sabido sacar todo lo que tenía de mahleriano el compositor inglés. El momento de la grabación se programó una vez que ambos músicos habían tocado la obra en público en varias ocasiones tanto en Manchester como en Londres durante 1965. Aunque el entendimiento que tenía Barbirolli con su orquesta Hallé era muy superior al de la London Symphony se optó por utilizar esta última orquesta por razones económicas, y también por no encontrar ningún local adecuado para grabar el concierto en Manchester. Las sesiones se programaron para los días 19 al 21 de agosto, pero el primer día prácticamente pudo grabarse todo el concierto debido a la intención de Barbirolli de hacer tomas muy largas. Según cuenta el crítico Edward Greenfield, que estuvo presente en las sesiones de grabación, la situación no era del todo favorable pues la orquesta estaba en medio de una grave disputa interna que le impedía rendir al más alto nivel. Sin embargo, por la mañana se grabaron prácticamente de un tirón los dos primeros movimientos, y a medida que la obra avanzaba la orquesta cada vez iba olvidando más sus rencillas para concentrarse en la música, lo que produjo que al final de la sesión los profesores de la orquesta estallasen en un espontáneo aplauso a la joven prodigio y al experimentado director por el estupendo resultado obtenido.

Curiosamente, al final de esa sesión Greenfield se cruzó con du Pré, que iba de camino a una farmacia para comprar aspirinas, pues llevaba todo lo el día con un terrible dolor de cabeza que no le había impedido dar lo mejor de si misma ante al micrófono. La grabación se terminó con éxito y a tiempo, y tras la audición de todas las tomas tanto Babirolli como du Pré estuvieron convencidos de haber hecho una versión excepcional. Sin embargo, meses más tarde, y una vez que la grabación fue lanzada comercialmente, Wilson relata en su referida biografía que, tras una audición completa de la grabación, Jacqueline rompió a llorar y dijo: “Esto no es lo que quería expresar”. ¿Qué quería decir con esto? Si nos atenemos a la grabación que realizó dos años después del mismo concierto bajo la dirección de su marido, la respuesta sería que se quedó corta en ímpetu, expresividad y libertad interpretativa.

Precisamente, el exceso de expresividad fue uno de los blancos a los que la crítica lanzó sus dardos tras la publicación de la grabación del concierto de Elgar. Sin embargo, en el famoso documental de Christhoper Nupen Remembering Jacqueline du Pré (publicado por EMI en DVD el año pasado) podemos ver al propio Barbirolli salir en defensa de la joven solista: “A veces le reprochan un exceso de emotividad, pero me encanta. La juventud es excesiva en todo. Sin exceso, ¿qué te queda con el paso del tiempo?” Jacqueline no tuvo tiempo para perder ese “exceso de emotividad” que, aunque en los años sesenta podía estar mal visto debido a la imperante objetividad, hoy, cuarenta años después, nos parece una delicia.

Pero la libertad y emotividad de du Pré y Barbirolli no está reñida con las notas e indicaciones que puso Elgar en la partitura de su concierto. De hecho, no hay mayor placer que escuchar esta versión partitura en mano para verificar la atención que presta du Pré ayudada por Barbirolli a los detalles más pequeños de esta partitura. Así, por ejemplo, en el comienzo del concierto el recitativo inicial mientras suena a pura improvisación, acercándonos a la partitura podemos verificar la precisión con la que sigue du Pré las indicaciones largamente o ad libitum, los cambios de tempo, las comas o los cambios de dinámica. Esa magia de seguir las indicaciones dando la sensación de improvisar es la que seguramente buscaba el propio Elgar en su propia grabación de 1928 junto a Beatrice Harrison.

La grabación del Concierto de Dvorák de 1970 es un perfecto complemento del primer CD. De hecho, muestra con claridad la culminación del camino que había iniciado du Pré en la segunda mitad de los sesenta hacia un fraseo de gran expresividad, pero también hacia una gran reflexión y profundidad interpretativa para la que encontró en Barenboim un perfecto partenaire. Por su parte, las grabaciones de los conciertos de Haydn y Bocherini de 1967 fueron realizadas unos meses antes de su boda y en ellas encontramos una forma de hacer música de finales del siglo XVIII sin contemplaciones de ningún tipo. En estos conciertos clásicos du Pré pone la magia de su sonido y la bravura de su técnica por delante de cualquier regla de autenticidad. Aquí no se escatima la belleza del fraseo, el contraste dinámico entre unos fortes efusivos y unos pianos casi susurrados al oído, o el uso de un elegante portamento que, como dice Wilson en su biografía, era la seña de identidad de la gran violonchelista británica.

Desde el punto de vista técnico en este triple CD se reproducen las remasterizaciones realizadas en diferentes ediciones publicadas por EMI en 1995 en conmemoración de los cincuenta años del nacimiento de Jacqueline du Pré. Desde el punto de vista sonoro tienen una gran calidad, especialmente a la hora de resaltar el extraordinario sonido que tiene el violonchelo en todas ellas. No obstante, la orquesta no suena siempre con la misma calidad y resultan a veces molestos los retoques de volumen que sufre la grabación para evitar las distorsiones. Como ejemplo de lo dicho puede citarse el tutti final del Concierto de Dvorák cuyo ajuste de volumen (13’16’’ del corte 7) destruye musicalmente el esplendor de los compases conclusivos del concierto. Por último, otro aspecto negativo es la remasterización utilizada en el Concierto de Elgar que no es la última realizada en 2004 por Ian Jones para cerrar la serie Great Recordings of the Century, en donde la orquesta gana en nitidez y equilibrio con el violonchelo solista, sino la anterior de 1995 de Paul Baily. No obstante, en conjunto estamos ante una buena recopilación para iniciarse en el arte interpretativo de la gran Jacqueline du Pré.

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