Países Bajos

Un Anillo aventura

Agustín Blanco Bazán
lunes, 28 de noviembre de 2005
Ámsterdam, miércoles, 28 de septiembre de 2005. Het Muziektheater. El anillo del nibelungo. Festival escénico en un prólogo y tres jornadas con libreto y música de Richard Wagner. Regie: Pierre Audi. Decorados: George Tsypin. Vestuario: Eiko Ishioka. Iluminación: Wolfgang Göbbel. Dramaturgia: Klaus Bertisch. Coreografía en el Ocaso de los Dioses: Amir Hosseinpur. Fotos: Ruth Waltz (Oro del Rhin, Valkiria y Siegfried), Monica Rittershaus (Ocaso) y Hans Hijmering (desde los asientos aventura). Elenco: Albert Dohmen (Wotan, viajero), Werner Van Mechelen (Alberich en el Oro del Rhin), Oleg Bryak (Alberich en Siegfried y Ocaso), Doris Soffel (Fricka), Graham Clarck (Mime), Chris Merrit (Loge) , Anne Gjevang (Erda), Mario Luperi (Fafner), Frode Olsen (Fasolt) , Geert Smits (Donner), Martin Homirch (Froh), Michaela Kaune (Freia), John Keyes (Sigmund), Nadine Secunde (Sieglinde), Kurt Rydl (Hunding, Hagen), Linda Watson (Brünhilde), Stieg Andersen (Siegfried), Birgitta Svendén (primera norna), Michaela Schuster (segunda norna, Waltraute en el Ocaso), Natascha Petrinsky (Wellgunde, Waltraute en Valkiria), Irmarg Vilsmaier (tercera norna, Gutrune), Alexandra Coku (Woglinde), Elena Zhidkova (Flosshilde), Dorothy Grandia (Gerhilde), Hebe Dijkstra (Schwerleite), Turid Kalrsen (Helmwige), Irene Pieters (Siegrune), Marine Prudenskaja (Grimgerde), Qiu Lin Zhang (Rossweisse), Robert Bork (Gunther). Coro de la Opera de Holanda preparado por Winfried Maczewski (Ocaso). Orquesta Filarmónica de Holanda. Hartmut Haenchen, director musical. Presentado por la Ópera de Holanda en el Het Muziektheater de Amsterdam el 28 de septiembre (Oro del Rhin), 30 de septiembre (Valkiria), 2 de octubre (Siegfried) y 5 de octubre (Ocaso de los dioses)
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“Butacas aventura (adventure seats), concentrarse aquí”, reza la inscripción y, después de haberlo hecho, los espectadores siguen al guía que los lleva a sus asientos en dos gigantescas vigas suspendidas del techo sobre la escena y la platea. De abajo vemos asomarse sus cabecillas y no podemos menos que envidiarlos pensando en la vista de este Anillo interactivo y épico capaz de dar a la saga esa visión trascendental inexistente en las Tetralogías de realismo pequeño burgués o suburbano donde 'Fricka' es un ama de casa y 'Wotan' un ejecutivo o capo mafia.

Wolfgang Wagner ha declarado recientemente que el Anillo no debe ser visualmente una expresión de modas actuales, sino fundamentalmente intemporal y así es la concepción de Pierre Audi para el ciclo que acaba de repetirse tres veces en Ámsterdam.

También es una concepción interactiva con el público, impensable en los tradicionales teatros en forma de herradura. La moderna sala del Musiektheater permite mudar la orquesta de lugar, ya sea frente al público (Oro y Ocaso) o colocándola a los costados derecho (Valkiria), o izquierdo de la escena (Siegfried) y al mismo nivel que los solistas. La sala permite enormes pasarelas circulares que avanzan desde el fondo de la escena hacia la sala interponiéndose entre el público y la orquesta. Con ello los cantantes llevan el mito teatral a una extrema inmediatez con el espectador. En La Valkiria, Wotan y Fricka se apoderan de un primerísimo plano con el trasfondo de la orquesta y con ello la confrontación entre ambos adquiere un dramatismo inusual, como también los dialogos de Wotan y Brünhilde. Rampas y planos movibles aseguran en todo momento una acertada dinámica dramática hasta el maravilloso final del Ocaso, en que Brunhilda canta el final de su inmolación con solo su cabeza visible en ese inmenso manto púrpura que se extiende hasta cubrir toda la escena cuando la valkiria compara el fuego de la hoguera con el amor que arde dentro de ella. 

Escena del Oro del Rhin. Perspectiva de las butacas. Fotografía © 2005 by Het Muziektheater

En esta escena espaciosa, abierta y cósmica por capacidad de integración de la audiencia a la ficción escénica, Pierre Audi movió sus personajes con insegura reticencia en El Oro del Rhin, un poco siguiendo el concepto “estatuario” de Wieland Wagner, pero sin el poder expresivo necesario para dejar traslucir las contradicciones de asertividad y duda, y esa debilidad de carácter escondida detrás de la aparente fortaleza que afecta a todos, con excepción de Loge y Fafner, que desde el principio al fin saben lo que quieren. Pero, ¡en fin!, El Oro es la obra mas difícil y Audi no es aún experimentado en ese arte de los grandes regisseurs wagnerianos, de sacar el alma a través de un gesto de mano o de cabeza.

La Valquiria fue otra cosa, porque los personajes cantan sus almas a flor de piel. Sobre una enorme rampa que parecía precipitarse sobre el público y con la orquesta al fondo, los Walsungos y 'Brünhilde' conmovieron por su suprema y natural espontaneidad de movimiento, 'Wotan' con su agónico dilema que lo lleva a autorizar la muerte de su propio hijo, y 'Fricka' como esa dama elegante pero ya artrítica aún en busca de algo imposible, como lo es la reconciliación de su autoridad con el amor de su marido.

Todo esto salió simple, más simple que nunca, y claro, más claro que nunca, en la regie de Audi, que también se apunta el logro de integrar las valkirias mejor que nadie al desenlace dramático de la obra. Lo hace vistiéndolas con colores metálicos y adosándoles puntiagudas alas de acero que mueven fugaz y espasmódicamente, con la automaticidad de un insecto. 'Brünhilde' se despoja de sus alas cuando descubre sus sentimientos, algo que sus hermanas simplemente no pueden hacer. Y después de haber obtenido el sí de 'Wotan' para su anillo de fuego, 'Brünhilde' espera el beso de su padre sentada en el suelo con piernas adelante, aceptando su destino con actitud de obediencia y mirando sus piecitos con candidez infantil.

Linda Watson en una escena de El ocaso de los dioses
Fotografía © 2005 by Het Muziektheater

Linda Watson supo interpretar este papel con esa combinación de inteligencia, sensibilidad y suprema entrega necesarias para dar a esta heroína wagneriana esa trascendencia espiritual sólo comparable a la de 'Isolde'. Watson no sólo cantó con voz firme y clara, sino que supo hacer lo que otras no hacen, esto es, observar, interrogar con la mirada, precipitarse, enfurecerse, y finalmente explicarnos todo: 'Alles…alles weiss Ich…' El lienzo que la envuelve y se apodera de la totalidad de la escena es una maravillosa visualización de este verdadero “eterno femenino” a lo Goethe, que a través del sufrimiento extremo ha ganado toda la sabiduría de su madre tierra.

Albert Dohmen y Linda Watson en una escena de La Valquiria
Fotografía © 2005 by Het Muziektheater

Albert Donen fue un 'Wotan' de voz firme, decididamente baritonal, pero también segura en el registro grave. Vibrato, y de los estertóreos, en la 'Fricka' de Doris Soffel, que aparte de este defecto, impostó con firmeza y articuló con expresividad. En reemplazo de una indispuesta Charlotte Margiono, Nadine Secunde interpretó la 'Brünhilde' del primero y tercer ciclo, cantó en el segundo una 'Sieglinde' de voz diáfana y segura en passagio.

El 'Sigmund' de John Keyes es de los mejores que recuerdo haber visto por una perfecta combinación de su squillo y canto legato que le permite una articulación mas incisiva que la que la de Domingo (¡sí, como lo leen!). Sorpresiva y bienvenida la evolución de este cantante. Incisividad y claridad vocal fue también una característica del excelente 'Loge' de Chris Merrit.

El humor que sabe poner Graham Clark en 'Mime' fue en esta producción atemperado por la siniestra caracterización impuesta por Audi. 'Mime' hasta llega a masturbarse fugazmente con el cuero cabelludo de 'Sieglinde', y nos hace sospechar que la asesinó para apoderarse del pequeño 'Siegfried'. Pero Clark sigue siendo el 'Mime' de nuestra época, que con voz siempre clara y bien proyectada y afinación impecable sabe cincelar cada frase con el énfasis necesario para transmitirnos toda la ambivalencia del personaje.

Escena final de La Valquiria
Fotografía © 2005 by Het Muziektheater

El otro grande de la vieja guardia wagneriana en el reparto fue Kurt Rydl, con esa voz pastosa y oscura, combinada con una articulación incisiva que le permitió una expresividad insuperable en las rimas de consonantes de 'Hunding'. Como 'Hagen', Rydl se apoderó de la escena en el segundo acto del Ocaso desde las torturadas elucubraciones de su dialogo con 'Alberich', pasando por un llamado a los gibichungos, genial por su irónica brutalidad y su proyección de volumen hasta su manipulación final de 'Gunther' y 'Brünhilde' en el terceto.

Hubo dos eficientes 'Alberich', mas claro el de van Mechelen en El Oro y de mayor expresividad el de Oleg Bryak en Siegfried y Ocaso. Stieg Andersen fue un 'Siegfried' forzado en el registro alto pero sólido en el medio y capaz de rendir con toda la variedad de color y matiz de expresión requeridos para la parte mas difícil, la de la muerte, único momento en que nuestro atolondrado héroe adquiere su verdadera grandeza humana. Segura la línea de canto de Mario Luperi como 'Fafner' e irregular en su color y densidad vocal Anne Gievang como 'Erda'. Bien apoyada pero algo metálica la voz de 'Gutrune' de Irmarg Vilsmaier. Algo nasal pero de atractivo color la voz del 'Gunther' interpretado por Robert Bork.

Escena final de El ocaso de los dioses
Fotografía © 2005 by Het Muziektheater

Harmut Haenchen comenzó con un Oro del Rhin que dirigió con poco marcado, faltándole lo que las dos intraducibles palabras inglesas de downbeat (marcado de ataque para abajo) y upbeat (marcado de ataque para arriba) definen tan bien como cualidades fundamentales de un buen director wagneriano. A partir de Valquiria mejoró notablemente, porque claridad y expresividad lírica siempre han sido su fuerte. Su trabajo en Sigfried fue de filigranada expresividad con esperables faltas de downbeat y upbeat en el primer cuadro del tercer acto. En Ocaso estuvo magnifico en su combinación de expresividad y expansión sonora. Excelentes la orquesta y el coro.

Al llegar a la función del Oro me comentaron que esta puesta sería destruida ya que no había lugar donde almacenarla. Bien, pensé. El arte escénico para ser actual, debe ser efímero y como los seres humanos, dar paso a nuevas generaciones. Al final del Ocaso, me informaron que finalmente habían encontrado depósitos para guardar este memorable Anillo y que es probable que lo den en el año Wagner del 2013. Si ello ocurre, cedo mi lugar a otro crítico para reservar mi lugar en las butacas aventura.

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