España - Galicia
'Rita' o el compositor apaleado
Enrique Sacau
Vigo, viernes, 10 de noviembre de 2000.
Centro Cultural Caixanova. G. Donizetti: 'Rita, ou Le mari battu' (1841), ópera cómica en un acto (París, Ópera-Comique, 7 de mayo de 1860) sobre 'libretto' de Gustave Vaëz. Ópera de Cámara de Florencia. Orquesta Ciudad de Oviedo. Director: Alfonso Saura. Dirección escénica: Marcello Ancilloti. Escenografía: F. J. Candela. Rosita Ramini 'Rita', Cristiano Cremonini 'Peppe', Roberto Nencini 'Gasparo'.
Asistencia: 30 %
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Se ha escrito ya en Mundoclasico.com sobre las compañías de ópera itinerantes que con demasiada frecuencia recalan en Vigo para ofrecer sus bodrios imposibles, pero algo hacía a parte de la crítica gallega esperar un espectáculo algo mejor que el habitual. Se contaba con esta mejoría por ser Rita de Donizetti una pieza bufa breve, tamnbién conocida como Deux hommes et une femme, de poca dificultad y que solamente necesita un escenario y tres voces no especialmente virtuosas. Con pocos medios y cantantes locales -tres jóvenes e ilusionados estudiantes de canto- sería suficiente para hacer una Rita sobresaliente. Pero no ha sido así. El desconocimiento de los programadores, una vez más deslumbrados por los nombres de compleja o exótica pronunciación, ha tirado por tierra la oportunidad de disfrutar de una pieza encantadora que, por desgracia, se representa en pocas ocasiones.Para empezar, se contaba con una escenografía infinitamente más cutre que muchas de las que se ven en los festivales de fin de curso de algunos colegios. Frente a éstas, el bochornoso escenario firmado por Marcello Ancilloti y F. J. Candela carecía de la frescura, la espontaneidad y la originalidad de las ideadas por los alumnos de primaria y secundaria. Una mesa y un fondo de espantosa factura fueron el envoltorio de un movimiento escénico no planeado que se encargó de estorbar aún más la tarea de los poco agraciados cantantes.Para empezar, la soprano Rosita Ramini -que cantó el papel de 'Rita'- carecía de agudos lo que le impidió resolver los escuetos momentos de coloratura y agilidades en los que gritó desaforadamente. En su favor debe hablarse de un fraseo de cierto gusto y de una presencia escénica suficiente.El tenor Cristiano Cremoni -que por el color de su timbre y sólo por el color de su timbre recordaba a Pavarotti,- demostró ser un pésimo cantante y un terrible actor. Sus medios vocales de aficionado, su escaso gusto y los continuos alaridos que profirió lo ponen al frente del fracaso. Su aria de borracho fue un abanico de torpezas difícilmente enumerables.El mejor de los tres fue el barítono Roberto Nencini que cantó el papel de 'Gasparo' con más dignidad que acierto gracias a una bella voz y un fraseo no del todo desencaminado. En cualquier caso, también era un aficionado insuficiente.En el foso estaba la Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo que, no nos engañemos, carece de empaste y es, en general, muy mala. Salvó su parte gracias a la atenta batuta de Alfonso Saura precupado por los matices y los detalles de una partitura de gran colorido. Fue una pena que su cuidada labor fuera empañada por una orquesta de tan baja calidad.Antes de la ópera, interpretaron la obertura de Le comte Ory de Rossini que fue el infausto preludio de una noche que debemos olvidar. No es la primera vez que digo que Caixanova organiza frecuentemente buenos conciertos de música antigua, como tampoco es la primera vez que escribo que la ópera no está para maltratarla. La Madama Butterfly de la temporada pasada fue un suplicio. Rita, afortunadamente para los que allí estábamos, no dura más de una hora.
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