Austria
El futuro dirá
Gerardo Leyser

Nada puede llegar a ser más peligroso para un intérprete que debutar en una ciudad precedido de grandes loas y alabanzas. Ello crea expectativas innecesarias con las que luego se tiene que enfrentar. Ello le ocurrió al pianista alemán Martin Stadfeld. Distinguido como “nueva estrella en el firmamento pianístico alemán”, el joven pianista se presentó con un programa heterodoxo: Bach, incluyendo dos transcripciones de Busoni, y Rachmaninov.
Martin Stadtfeld nació en Coblenza, en 1980. Dio su primer concierto a los nueve años de edad. A partir de los 14 estudió con Lev Natochenny, un discípulo del legendario Lev Oborin. En 1997 ganó el concurso ‘Nikolai Rubinstein’ en París. En el 2001 llegó a la final del Concurso Busoni, en Bolzano. Un crítico de un diario alemán escribió que los grandes concursos internacionales también tienen de bueno que permiten que se den a conocer talentos menos ruidosos, escondidos, para quienes expresarse de manera personal resulta más importante que recurrir a uso de un “esperanto virtuosístico”. En el año 2002, ganó, como primer pianista de Alemania Occidental, el Concurso Internacional Bach de Leipzig, cuyo primer premio no había sido otorgado durante 14 años.
En el texto del programa del recital nos enteramos que Stadfeld grabó las Variaciones Goldberg de Bach para el sello Sony BMG y dos conciertos de Mozart K 491 y K 466 -los únicos dos conciertos en tonalidad menor- junto con Bruno Weil al frente de la orquesta NDR (Radio del Norte de Alemania). También nos enteramos de que tocó en el concierto inaugural de los Conciertos Estivales de Inglostadt junto con la Orquesta de la Ciudad de Granada.
El joven pianista tuvo la oportunidad de debutar en Viena debido a una cancelación (debido a enfermedad) del pianista Murray Perahia a quien reemplazó. Stadtfeld inció su recital con la Tocata en re mayor BMW 912 de Juan Sebastián Bach. Su enfoque fue moderno, vigoroso y convincente. Más problemático resultó su lectura de las Invenciones (Sinfonías) a tres voces de Bach. A pesar de tener mucho tino el la caracterización pianística individual de cada una de las invenciones, el joven pianista no mantuvo estrictamente los tempi individuales, esto es, las interpretó con ciertos rubatos, demasiado uso del pedal, y sin destacar mayormente los planos sonoros.
A pesar de ser una de las obras más frecuentadas (por no decir trilladas) de Bach, siempre es un placer volver a escuchar su genial Concierto italiano. Aquí Stadtfeld encontró un estilo muy ponderado, salvo el tercer movimiento que abordó con un tempo descomunalmente veloz.
Es cierto que un gran pianista vienés dejó un paradigma en cuanto a interpretaciones de obras de Bach que es difícil de obviar y al que uno siempre tiende a volver cuando escucha estas obras ejecutadas por otros pianistas. Se trata de Friedrich Gulda, posiblemente el más interesante de los intérpretes pianísticos de Bach en la segunda mitad del siglo XX. También otros pianistas prestigiosos, como el húngaro András Schiff, y en años más recientes el ruso Grigori Sokolov y el joven gran talento austriaco Till Fellner (que actualmente tiene 32 años), dejaron huellas profundas en materia de interpretaciones de obras de Juan Sebastián Bach realizadas utilizando el piano moderno.
Las versiones que brindó Stadtfeld fueron dignas y serias pero no alcanzaron el nivel de excelencia que uno podría haber esperado. Pero este músico es joven y tiene mucho tiempo para seguir evolucionando y demostró tener más que suficiente potencial para llegar a ser un pianista de gran renombre. El futuro dirá.
Resultó interesante cómo Stadtfeld resolvió el pasaje de Bach a Rachmaninov aprovechando transcripciones de Busoni que introducen al auditorio en el estilo pianístico de comienzos del siglo XX. Sobre todo la primera, y muy conocida transcripción del Pequeño Libro para Órgano (Orgelbüchlein) BMW 639, que es de gran belleza, fue objeto de profundo recogimiento pianística. En cambio la transcripción de Nun freut euch, lieben Christen g’mein (BWV 734), más virtuosística, se presentó como un puente hacia la Sonata nº 2 en si menor de Rachmaninov (1913) con la que concluyó el programa oficia. Stadtfeld enfrentó la sonata con gran brío técnico, como corresponde, pero también con excelsa musicalidad. No se perdió en la exclusiva resolución de las dificultades pianísticas sino que brindó una versión pensada y calibrada.
La primera propina que brindó el pianista fue el tercer movimiento ‘Alla turca’ de la Sonata en la mayor K 330 (300 h) de Wolfgang Amadeus Mozart. Si al mencionar el Concierto italiano utilizamos la palabra “trillado”, esta se ajustaría aún más a este famoso movimiento de sonata. Pero Stadtfeld no se largó así no más a tocar este pequeño tributo al Año Mozart: no es fácil presentar una obra así, y todavía más fuera de contexto. Pero fue una pequeña joya de perfección, delicadeza y perspicacia mozartiana que le valieron un merecido reconocimiento.
Bach, con cuya música se inició este recital, tuvo la última palabra con la transcripción de un preludio de coral.
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