Los recitales son siempre una buena prueba para todas las grandes voces. Una prueba que Violeta Urmana encaró inicialmente reteniendo la inmensidad de su voz, hoy en día poco común. Para ello eligió comenzar mostrando su riqueza de matices y su amplitud: Con su ganada reputación de sensacional wagneriana, inició su intervención con unos palpitantes Wesendonck Lieder, emitidos con voz clara y precisa, individualizando las cinco melodías con un canto expresivo y hechizador. Un determinado color aquí, un largo aliento allí, oscura gravedad en otro, llegando a conmover con ‘Im Treibhaus’ (En el invernadero), con la valiosa aportación de Gómez Martínez con la Orquesta de la Fondazione Toscanini.
La primera parte concluía con el aria de Elisabeth del segundo acto de Tannhäuser, ‘Dich, teure Halle, grüss ich Wieder’, con una magnífica regulación…
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