Discos

Una nueva pieza de Vivaldi y otros descubrimientos

Matthias Range
miércoles, 14 de febrero de 2007
Antonio Vivaldi: Dixit Dominus RV 807. Baldassare Galuppi: Laetatus sum, Nisi Dominus, Lauda Jerusalem. Roberta Invernizzi y Lucia Cirillo (soprano I y II), Sara Mingardo (contralto), Paul Agnew y Thomas Cooley (tenor I y II), Sergio Foresti y Georg Zeppenfeld (bajo I y II). Körnerscher Sing-Verein Dresden, Dresdner Instrumental-Concert. Peter Kopp, director. Producción: Marita Prohmann; igenieros de sonido: Daniel Schleef, Andrew Wedman. Un disco compacto DDD de 68:28 minutos de duración, grabado en enero de 2006 en la Lukaskirche de Dresden. Archiv Produktion 00289 477 6145 AH. Distribuidor en España: Universal
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Invariablemente, causa sensación el descubrimiento de una nueva obra de un compositor conocido. Dos ejemplos notables de los últimos años son el Gloria de G.F. Händel y el aria Alles mit Gott BWV 1127 de J.S. Bach. He aquí que una vez más ocurre que se descubre una composición de un autor de la misma generación: este disco se centra en una pieza de Antonio Vivaldi descubierta recientemente: un arreglo del Dixit Dominus, al que se le ha dado el número de catálogo RV 807.

Las notas de la carpetilla, debidas al conocido estudioso de la música barroca Michael Talbot, proporcionan un gráfico relato de este descubrimiento: durante los años 1750 y 1760, la Corte de Dresde encargó gran cantidad de música sacra vocal a un compositor italiano entonces en boga, Baldassare Galuppi. No obstante, el copista veneciano Don Giuseppe Baldan, a quien se le encargaban las copias, también incluyó al menos cuatro composiciones de Antonio Vivaldi, que erróneamente atribuyó a Galuppi. Estas obras han sobrevivido en la Biblioteca Estatal Sajona de Dresde. En 2005, el Dixit Dominus fue identificado como composición de Vivaldi por la estudiosa australiana Janice Stockigt. Sin entrar en detalles, Talbot expone las razones fundamentales para atribuir la obra a Vivaldi. Cada uno de estos argumentos es de naturaleza musical, y se basan en las semejanzas halladas en otras composiciones de Vivaldi, un razonamiento que siempre conlleva algún riesgo (esto es: no está claro porqué Galuppi no pudo tomar como ejemplo otras composiciones de Vivaldi).

Lamentablemente, no se dan referencias del artículo de Stockigt, en el que deben encontrarse esos detalles. De ese modo, al oyente interesado sólo se le da la opción de creer en la opinión de los expertos. Sin embargo, es una señal de calidad que se incluyan detalles del propio manuscrito, así como una referencia a la edición crítica moderna de la obra que ha hecho Talbot: seguro que esta edición incluye un razonamiento más convincente para la adscripción de la obra.

En cualquier caso, este Dixit Dominus es una buena composición, sin duda obra de un maestro. Si en efecto es de Vivaldi, merece ser descrita no sólo como "el descubrimiento vivaldiano más importante en 75 años" (como, según el pequeño adhesivo de color verde pegado al CD, indican unos anónimos ‘estudiosos’), sino que debería considerarse una de las composiciones más impresionantes de Vivaldi. Sea como fuere, en este CD todo el mundo tiene la oportunidad hacerse su composición de lugar acerca de la autoría del Dixit, porque el disco también incluye tres obras de Galuppi de dimensiones similares. ¡Y estas piezas son ciertamente un descubrimiento! De estilo algo más moderno, recuerdan las composiciones de Johann Adam Hasse, otro autor dresdense muy de moda en recientes grabaciones.

Tal y como proclama con orgullo la pegatina enganchada a la cubierta del disco, ésta es la "primera grabación mundial" del recién descubierto Dixit Dominus de Vivaldi. Sin embargo, lo que no menciona es que se trata igualmente de la primera grabación de las piezas de Galuppi. Algunas de sus obras han llegado al CD en los últimos años, entre ellas algunas piezas de más enjundia para coro y orquesta: sobre todo sus Gloria, Magnificat, Laudate Pueri, y la Missa per San Marco 1766 (todas en diferentes discos de sellos independientes). Su combinación con el ‘descubrimiento vivaldiano’ de este disco ha hecho que Galuppi haya avanzado un poco hacia el primer plano. Se trata de un compositor al que vale la pena conocer: no por nada era muy admirado en la Corte de Dresde, musicalmente una de las más sofisticadas del siglo XVIII. Las tres piezas que aquí se incluyen son auténticas joyas. Nisi Dominus es especialmente valiosa: con su gran variedad de expresiones, cambios armónicos y su brillante tratamiento de la escritura coral y solista, podría perfectamente aguantar la comparación con los arreglos del mismo texto que hicieron Vivaldi e incluso Händel.

Peter Körner y su Körnerscher Sing-Verein Dresden, junto con el Dresdner Instrumental-Concert, son relativamente unos recién llegados al mercado del CD, habiéndose dado a conocer sobre todo por su grabación de Zeit und Ewigkeit de Johann Gottlieb Naumann en el sello CPO. Allí como aquí, convencen con una interpretación excelente. Su Vivaldi y su Galuppi están llenos de sabor mediterráneo. La intervención de los solistas es en todo caso de alto estándar, y la presencia de algunos italianos de origen constituye probablemente una ventaja para esta empresa.

Debe destacarse sobre todo a la contralto Sara Mingardo, quien tiene aquí buenas oportunidades para lucir la amplia gama expresiva de su voz en un buen número de intervenciones solistas. Su tono es ciertamente cálido y redondo, conformando una agradable contribución al gran plantel de contratenores que hoy en día se dedican con éxito a este repertorio. Es una pena que los solistas varones (dos tenores y dos bajos) tengan tan pocas oportunidades de demostrar sus habilidades. Paul Agnew (tenor I) despliega un gran virtuosismo en ‘Dominus a dextris tuis’ del Dixit, y después tiene un impresionante y virtuoso pequeño pasaje en el coro inicial del Laetatus sum. Escuchando esta música, se comprende por qué Italia era el país que lideraba el arte del canto en aquellos tiempos. Eso sí, los micrófonos parecen haber sido colocados demasiado cerca de los cantantes, y a veces se escucha con fuerza la respiración de los solistas.

La orquesta es igualmente maravillosa: como muchos grupos de la actualidad, tocan en ‘instrumentos originales’. Las virtuosas partes para la cuerda se resuelven con gran facilidad; la trompeta de Jaroslav Rouček empasta perfectamente con el resto de la orquesta, lo cual es algo inusual en el caso de las trompetas naturales; la teorba del bajo continuo añade un agradable color, sin duda obra de la ‘práctica históricamente informada’, aunque no sea algo demasiado frecuente de escuchar. Kopp ha elegido bien en todos los aspectos, lo cual incluye el lugar de la grabación, pues la Lukaskirche tiene una acústica generosa que procura un sonido pleno y cálido, sin las obstrucciones de un eco demasiado largo. Cantantes e instrumentos están bien equilibrados y producen un sonido grande y homogéneo.

Este CD es altamente recomendable: si no por la ‘nueva’ pieza de Vivaldi, por las tres piezas de Galuppi: cada una de ellas vale por sí sola la compra del CD. Confiemos en que Kopp y sus músicos continúen por este camino. Ya estamos esperando su próxima grabación.

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