¡Qué Mahler este, gracias a una interpretación visceral y no preocupada por proclamar pomposidades o grandilocuencias, sino más bien por abrir las texturas y los rubatos casi imperceptibles de una sensibilidad tan terrena y a la vez tan trascendental!
Currentzis no es de los que busca ser original para sorprendernos, sino que, inevitablemente, nos saca de nuestra zona de confort para señalarnos algo que no habíamos oído antes.
¡Qué atractiva es la arquitectura del Concertgebouw y qué acústica tan redonda y a la vez diáfana!¡Y qué idiosincrática esa audiencia, que en lugar de adorar a sus artistas con una excitación vociferante, los disfruta con una concentración hoy cada vez más rara y un entusiasmo distendido y sobrio!
Carsen no ahorra ninguna españolada o lugar común, sino que los incluye a todos en una síntesis magistral de cabaret y drama verista.Y en ningún momento los números musicales empalidecen la intensidad de los diálogos hablados, aquí prácticamente completos e indispensables para el progreso dramático
Para Van Nevel, la cuestión tímbrica es de primera necesidad: alimenta el sonido del coro con una paleta de colores que solo un grupo como Huelgas Ensemble puede hacer.Le apasionan los cambios en las texturas, y elige adecuadamente a los cantantes para cada una de las obras que interpreta.
La primera puesta operística del reconocido director teatral Johan Simons es una regie de fuertes contornos surrealistas, concebida como la evocación de un protagonista infantil y enajenado que espera su fin en una cunita con barrotes blancos, que ora le sirve de prisión, ora de catafalco.
La parte musical fue muy interesante, pero no homogénea.He apreciado mucho al joven Viotti dirigiendo concierto sinfónico y su presencia sustituyendo al enfermo Mark Elder me había interesado sobremanera.
Cada nueva producción de esta obra, la ‘maldita’ entre las de Verdi, es siempre objeto de gran atención.Más raro es que los resultados sean parejos y positivos.
Pierre Audi brilló con espléndidas credenciales wagnerianas en la espléndida sala de la Opera Nacional de Holanda en Ámsterdam con un legendario Anillo del Nibelungo.
A una amiga japonesa que vive en Alemania, musicóloga y muy aficionada al baile flamenco, le preguntaba yo un día por qué siente tanto amor por una danza que poco o nada tiene que ver con su cultura.