Entre Gardiner con el Monteverdi Choir en la inauguración y Bychkov con la Filarmónica Checa y el Orfeón Donostiarra en la clausura, el Festival Internacional de Santander presenta una programación que incluye solistas como Lang Lang, agrupaciones sinfónicas y camerísticas, ópera y danza.
Esto equivale a la plantación 61.243 árboles que ocuparían 5,45 hectáreas, una extensión equiparable a 143 escenarios del Auditorio Kursaal o del Palacio de Festivales de Cantabria.
La afinación, empaste y precisión del Monteverdi Choir y la calidad de los English Baroque Soloists alcanzaron cotas sublimes.Como memorable la dirección de Sir John Eliot Gardiner al frente de los mismos, volviendo a demostrar que el rigor histórico de las formas y la emoción del contenido pueden (¡y deben!) integrarse.
En 'Cuadros para una exposición' escuchamos a una orquesta gloriosa y vimos a unos músicos gozosos, mientras que en el 'Concierto para violonchelo' de Dvorák volvimos a ver y escuchar a la orquesta y músicos 'dolorosos' de las últimas temporadas bajo la titularidad de Gómez Martínez.
El hilo conductor del programa estuvo constituido por la misión del jesuita español Diego de Pantoja (1571-1618) a principios del siglo XVII, como homenaje musical en el 450º aniversario de su nacimiento.
Robert Gleadow sobreactuó llenando la representación de bailecitos, tics y muecas repetidos.Estas tonterías intoxicaron no sólo la acción sino también los concertantes y alcanzaron su clímax en los saludos finales.
Acosta no podría eludir las autorreferencias a su propia carrera en una obra tan personal como 'Tocororo Suite', llena de frescura, vitalidad, optimismo y sentido del humor
¿Cuándo se convirtió en un clásico Matthias Goerne?Yo aún tengo muy presente cuándo Schubert -y 'Winterreise'- era Fischer-Dieskau, y ahora es Goerne.Y cuando intérprete y obra se unen así, es muy difícil hacer una crítica de un concierto concreto.