La dificultad mayúscula de Rigoletto está precisamente en lo que dices: tener que mezclar sonoridades muy diferentes dependiendo su estado de ánimo a lo largo de toda la ópera y sumar a ello el ser deforme y cantar con esa dificultad añadida porque llevas una joroba pero hay que actuar como si esa joroba fuese un apéndice tuyo con la dificultad que ello conlleva.
Sin ser una historia de la música Casablancas establece una especie de zoom que va de un marco general al detalle de la traducción sonora, a partir de un relato densísimo, de proporciones joycianas, sustentado en largos parágrafos de gran riqueza léxica y frases muy bien construidas.
Chiantore desenmascara expeditivamente la designación y funcionalidad de unos determinados artificios retóricos que no sobrepasan el mero intento de transcribir sensaciones pero insostenibles en un examen etimológico y musicológico.