Las expectativas ante un espectáculo, inducidas por el recuerdo o fomentadas por la propaganda o la fama de los intérpretes, son deseables en el público corriente, de otro modo la taquilla sufriría. Si bien las expectativas acarrean el riesgo de persuadirnos a negar la realidad, algo así como “si son tan famosos, deben ser buenos”, por lo general se cumplen legítimamente y todos quedamos contentos.Puesto en el trance de evaluar el rendimiento de los artistas, para el crítico es aconsejable hacer tabla rasa y desentenderse de la memoria, el renombre y la publicidad, hasta donde sea posible, y, así, disminuir el peligro de prejuzgar a favor o en contra. Este es un ejercicio y un reto profesional, pero no siempre se cumple cabalmente. Confieso que tenía expectativas, suscitadas por experiencias anteriores, acerca de Los Niños Cantores de…
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