República Dominicana

¡Ay ba... Ay ba... Ay babilonio que mareo!

Antonio Gómez Sotolongo
martes, 15 de mayo de 2001
Santo Domingo, viernes, 4 de mayo de 2001. Sala Eduardo Brito del Teatro Nacional. La Corte de Faraón, de Vicente Lleó. Tony River, Casto José, Director Escénico y Coreográfico; Emilio Laguna, Arikón; Boro Giner, Putifar; Mar Abascal, Lota; Mario Rodrigo, El Faraón; Guadalupe Sánchez, La Reina; Laura River, Sul; José L. Cancela, El Gran Sacerdote; Tony River Jr., Copero; Marta Sandoval, Raquel; Karina Noble, Artemisa; Roberto Farés, Director musical; Dirección Artística, Carlos Amat
0,0475939 Divertida, muy divertida estuvo la puesta en escena de la zarzuela La Corte de Faraón -y no 'del' Faraón como apareció por error en el programa de mano-, que se presentó el pasado 4 de mayo en el Teatro Nacional. La Sala Eduardo Brito del coliseo de la Plaza de la Cultura de la ciudad de Santo Domingo, recibió un espectáculo verdaderamente refrescante en una coproducción de la Orquesta Clásica de Valencia y Mónica Despradel.Es la zarzuela uno de los géneros que más nos pega, sin dudas. El sainete lírico y la tonadilla escénica rondan nuestra cultura americana desde hace más de tres siglos y la zarzuela, como espectáculo, llegó para quedarse, llegó como género foráneo y aquí se le apretaron las clavijas, se le amoldaron los personajes y se convirtió en un género americano. Es cierto que hace ya mucho que pasaron sus años de gloria, pero pocos hispano-parlantes nos resistimos ante una representación como esta de La Corte de Faraón, de Vicente Lleó, llena de gracia y buen humor.Absolutamente a tono con nuestra idiosincrasia jaranera y musical, el género se hizo fuerte en Cuba y Puerto Rico a mediados del siglo XIX, desde donde llegaron a Puerto Plata, San Pedro de Macorís y Santiago de los Caballeros bandadas de compañías teatrales para divulgarlo, es así que la primera mención de una zarzuela en Dominicana se hace en 1869. Eran los años de esplendor en Santo Domingo del teatro La Republicana, que estuvo abierto al público desde la década del setenta del siglo XIX en la Iglesia del Convento de los Padres Jesuitas (hoy Panteón Nacional) Allí, ya en el siglo XX, nos cuenta Américo Cruzado en su libro El Teatro en Santo Domingo (1905-1929), que "cuando se anunciaba la temporada, no dejaba de asistir a la función un solo habitante de San Carlos y San Miguel". Iban a ver los títulos que le dieron brillo al teatro de variedades, donde se incluían por supuesto infinidad de óperas, operetas, zarzuelas y sainetes.Pero no sólo fueron zarzuelas de otros lares, hubo también en Santo Domingo compositores que crearon obras del género; entre ellos, José María Arredondo (1840-1924), autor de El purgatorio, que se estrenó en La Republicana el 8 de julio de 1877, El Cambaleche y Amor de dos Zagales (1877); Juan Francisco García (1892-1974), quien compuso, La bruta de la loma (1914), que incluye varios merengues de Julio Alberto Hernández (1900-1999), quien a su vez compuso El sí que las pierde (1929) y La ilusión que pasa; y el caso del músico Esteban Peña Morell (1897-1947), quien según afirma Luís A. Benito Ribagorda, estrenó en España en 1936 La canción del cafetal, una obra que él llamó "poema lírico antillano".La zarzuela está tan apegada a nuestro diario vivir, que es quizás por eso que no la tomamos tan en serio, y como manifestación artística se la tiene un tanto relegada. No obstante, cada vez que aflora ante el público dominicano la zarzuela, vuelve a renacer. Eso sucedió el pasado 4 de mayo cuando un elenco dirigido por Tony River, quien encarnó además el papel del Casto José, nos puso nuevamente ante las cómicas situaciones de La Corte de Faraón.Tony River, es un buen hacedor de risas, con la picardía a flor de piel. Certero, seguro, dueño en todo momento del personaje y sus situaciones, y capaz de utilizar su voz con eficacia, tanto al cantar como en los parlamentos. Es él además el responsable de que todo en la escena tenga esa fluidez que no se agota, esa continuidad que nos mantiene atentos y prestos a captar el chiste. Subrayados, muy bien subrayados hay que poner los dúos que hizo con el actor Emilio Laguna, quien encarnó al cortesano Arikón, unos dúos en los que se desboca la picaresca, y en ese tira y jala de los diálogos, se lanzan de un lado al otro el chiste sin dejarlo caer por un momento. Diálogos tan bien hilvanados y naturales que nos da la impresión de que se van del libreto y se enredan en un debate repentista, tal parece, por lo espontáneo, que se van a las morcillas.Laura River, en el papel de la mujer babilónica, atrapó la atención del auditorio durante todo su largo número. La deslumbrante figura, el desenfado y la capacidad para lidiar de tú a tú con el público le permitieron una magnífica interpretación del tan conocido ¡Ay ba... Ay ba! y su premio fue un larga ovación.Muy divertido resultó también el número de 'Las Viudas de Tebas', interpretado por Carmen del Río, Amparo del Río y Clara Esmeralda. Muy buena presencia tuvieron en la escena las voces de Boro Giner, Mar Abascal, Mario Rodrigo, Guadalupe Sánchez, José Luis Cancela, Tony River Jr. y Marta Sandoval. Muy bien se portaron los coros, que contaron con la dirección de Andrés Capellán. Muy funcional resultó la escenografía y muy malas las luces, que mantuvieron en penumbras el proscenio todo el tiempo, donde apareció, de vez en cuando, un seguidor.La conducción de la Orquesta Sinfónica Nacional de Dominicana estuvo a cargo esta vez del Maestro Roberto Forés, quien es el titular de la Orquesta Clásica de Valencia, una institución que en marzo del pasado año visitó Santo Domingo acompañando la puesta de La del manojo de Rosas y que tuviera también el favor del público.Esta vez, en una coproducción dominico-española, tuvimos la oportunidad de asomarnos, una vez más, al apasionante y entretenido mundo de la zarzuela, un género, que por todo y por todo, nos cae como anillo al dedo.
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