Walter Benjamín, uno de los más finos analistas del Barroco del recién finalizado siglo XX, filósofo y crítico literario, estaba convencido de que era precisamente en lo pequeño, en lo fragmentario, donde residían los rasgos definitorios de una corriente estética, donde era posible descubrir su particular “voluntad artística”.
La validez de esta interesante teoría pudo comprobarse en el transcurso de la recién finalizada 47 Semana de de Música Religiosa de Cuenca, en la que, junto a las grandes obras del repertorio sacro occidental -este año estaba dedicada a los oratorios y, sobre todo, a las misas de réquiem-, pudimos disfrutar de conciertos recogidos, íntimos, en los que las obras interpretadas por los solistas tenían el discreto encanto de lo pequeño, de lo breve, de la miniatura. El concierto que ofreció el clavecinista belga Herman…
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