España - Madrid

Cine mudo con acompañamiento de música contemporánea

Juan Krakenberger
jueves, 23 de octubre de 2008
Madrid, sábado, 18 de octubre de 2008. Auditorio Nacional. Sala de Cámara. Proyección de las películas: Emerson/Griffith: The Mystery of the leaping fish, y Buster Keaton: Sherlock Jr., con música de Carlos Grätzer. Ensembles Sillages: Lyonel Schmit, violín. Tanguy Ménez, contrabajo. Sophie Deshayes, flauta. Laurent Bienvenu, clarinete. Perre Rémondière, trompa. Stéphane Sordet, saxo. Hélène Colombotti, percusión. Nicolas Deflache, electrónica. Director: Julien Masmondet. Programación propia. Ciclo: Música e imagen. Aforo: 95% de los asientos útiles
0,0001114 El escenario de la Sala de Cámara tuvo un aspecto inusitado: la mitad derecha, ocupada por una pantalla y la mitad izquierda, atriles, sillas y la parafernalia para la percusión de un conjunto típico para música contemporánea. Así se explica que la sala se llenó, pero dejando los palcos laterales prácticamente vacíos, porque desde allí no se visualizaba bien la pantalla.

Hubo dos sesiones de ‘Música e Imagen’ y acudí a la segunda porque me interesaba escuchar la música de Carlos Grätzer, hijo de mi profesor de composición Guillermo Grätzer. Carlos Grätzer nació en Buenos Aires en 1956, allí empezó con sus estudios de música, pero hacia fines de los años 1980 obtuvo una beca para irse a Francia, y allí se quedó, naturalizándose francés. En la actualidad colabora con la IRCAM, escribe música -muchas de sus obras han sido galardonadas- colabora con el conservatorio de música, y siegue con atención lo que se hace en materia de educación musical para los jovencitos, a través de su hijo de 10 años que toca el violoncello.

Las dos películas, El misterio de los peces voladores del año 1916 y Sherlock Jr, del año 1923, son dignos exponentes del cine mudo americano de aquellos tiempos. Muy influidos por modelos europeos, son ejemplos preciosos de una época en la cual el materialismo aún no había hecho sus estragos: hay imaginación ensoñada, modestia, y despreocupación desenfadada, cosa que ya no percibimos en el cine actual que viene de USA.

Son precisamente esas virtudes que deben haber inspirado a Carlos Grätzer a crear su música que da vida sonora a esas imágenes, y mi impresión fue óptima: confieso que en muchos pasajes la ósmosis de imagen/música fue tal que me solo apercibí de lo que pasaba allí, sin diferenciar entre una y otra cosa.

Cuando la acción fue cómica, en la primera de las películas, la música lo reflejaba a través de arpegios alocados del clarinete, cuando había mar y olas, con efectos de los bajos que crecían o disminuían: en fin, un complemento perfecto del espectáculo, que sonaba muy bien. Y en el filme de Buster Keaton, donde hay escenas de emoción -tanto su sueño, como luego el paralelismo entre lo que pasaba en la pantalla proyectada por él como operador de cine, y lo que pasaba entre él y su novia, en la cabina de proyección- la música alcanzó intensidades emotivas muy atractivas, todo en lenguaje contemporáneo que, y ahí está el milagro, casaba muy bien con esas películas que pronto cumplirán un siglo de vida. Lo que demuestra una vez más que en materia de cultura -si ésta es válida- no existen fronteras temporales.

La ejecución de la música fue espléndida. Los siete músicos -dos cuerdas, dos vientos madera, dos vientos metal, y percusión- levemente amplificados por una electrónica muy sutil -imitando en cierta manera lo que percibiríamos en un cine normal y corriente- tocaron a oscuras, sus atriles apenas iluminados por unas lamparitas, bajo la dirección de un joven director muy eficaz, Julier Masmondet. El Ensemble Sillages -que consta de 15 miembros- está activo en el culto de la música de los siglos XX y XXI, y por lo que pude percibir, tocan con una calidad encomiable.

Largos aplausos premiaron su labor, y Carlos Grätzer, presente en la sala, participó en los saludos al público asistente, que salió visiblemente satisfecho. Sin duda una iniciativa muy interesante, dentro de los espectáculos gratuitos que ofrece el Auditorio Nacional para acercarse aún más al público madrileño.
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