España - Andalucía

Bienvenida a una compositora

Maruxa Baliñas
lunes, 15 de diciembre de 2008
Cádiz, domingo, 30 de noviembre de 2008. Sala Central Lechera. Renacimiento, ópera de Diana Pérez Custodio. Director artístico, Claudio Zulián. Alicia Moreno, soprano. Elia Corral, bailarina (en proyección). VI Festival de Música Española de Cádiz.
0,0001171 A veces todas esas puestas en escena elaboradas nos hacen olvidar que una ópera es una cantante que nos expresa sus sentimientos y avatares por medio de la música. Por eso Renacimiento es una ópera aunque sólo tenga una cantante, una música pregrabada y poco más, porque cuenta una historia mediante música y teatro, y lo hace con una gran efectividad.

El planteamiento argumental es muy sencillo. Una mujer en plena crisis matrimonial se va de veraneo con la esperanza de que este descanso le permita recobrar la relación con su marido, bastante deteriorada. Sin embargo las vacaciones sólo aumentan su estrés e insatisfacción personal, y ha de buscar en sí misma la tranquilidad que su vida familiar –sobre todo su marido, pero también las exigencias de sus hijas pequeñas- le roba. No me gustó el final, porque ante una situación tan desagradable e injusta, ella simplemente se resigna y además lo hace con alegría. Pero también es una solución muy realista: en las películas suele acabar en violencia o divorcio (y muy a menudo en un nuevo amor que aporte lo que el anterior ya no sabía o quería ofrecer), pero la verdad es que en la vida real ya he visto otras mujeres resignándose a una situación que les disgusta profundamente pero a menudo acaba por mejorar, sobre todo cuando los hijos crecen un poco y ya no son tan absorbentes con su madre.

La historia evoca el teatro de los años 1950, donde lo cotidiano y lo horrible conviven con una tremenda naturalidad. Al mismo tiempo la historia narrada es totalmente realista, lo que aumenta aún más la desazón. Y ciertamente se sale ‘con mal cuerpo’ de la sala después de ver Renacimiento. Pero también en cierto sentido se siente esa catarsis que los griegos consideraban uno de los atributos del teatro. Y el público, al terminar la obra, salía mayoritariamente conmovido –aunque hubo algunas personas que abandonaron la sala durante la representación- y con ganas de quedarse todavía comentando la obra.

Lógicamente el llegar a este punto de implicación del público con la historia no fue una mera casualidad. La partitura es ágil, variada, adecuada a lo que se está contando, muy bien calculada en sus efectos. Por su parte la soprano que interpreta en solitario la historia, Alicia Moreno, resulta igualmente convincente en lo vocal que en lo teatral. Y eso nos lleva al tercer elemento fundamental en esta representación, el director artístico, Claudio Zulián. Demasiadas veces la música contemporánea se presenta de un modo ‘cutre’, pobre, con poca atención a los detalles y eso hace sin duda más ingrata la escucha. Pero no fue el caso en esta ocasión. Antes de comenzar la representación me llamó la atención que se hubiera buscado un director teatral tan avezado y de amplio curriculum para una obra a priori tan sencilla: una ópera breve de una compositora novel con una sola protagonista. Pero de Zulián fue también una parte importante del mérito, tanto por la sencillez y efectividad de los elementos técnicos –atrezzo, iluminación, etc.- como por lo cuidado y controlado del movimiento de Alicia Moreno por el escenario. No acabé en cambio de entender la función de Elia Corral, como bailarina que se proyectaba tras el telón de fondo. En la mayor parte de sus intervenciones no sentí que aportara nada significativo al desarrollo de la obra (aunque también es posible que su papel fuera simplemente el de romper la monotonía).

En resumen, una obra muy recomendable de una compositora que sabe lo que quiere y sabe hacerlo, una conjunción mucho menos habitual de lo que parece. Me he quedado con muchas ganas de volver a escuchar música de Diana Pérez Custodio.
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